Prólogo || Capítulo 1 || Capítulo 2

  Capítulo 3 || Capítulo 4 || Capítulo 5  

Capítulo 6 || Capítulo 7 || Capítulo 8

Capítulo 9 || Capítulo 10 || Capítulo 11

Capítulo 12 || Capítulo 13

 

Capítulo Uno.

La historia que nos contó Luna.

El lugar en que las cuatro jóvenes se encontraban ahora pertenecía al padre de Rei, era una cabaña de verano ubicada en las montañas de Hakone, cerca de un hotel que ofrecía aguas termales y que las chicas pensaban visitar al día siguiente. La cabaña, por cierto, era bastante grande, con cinco habitaciones, tres baños, una cocina enorme y una gran sala con chimenea. En realidad Rei no había planeado venir aquí, pero su abuelo consiguió que ocupara la cabaña durante tres días junto con sus amigas, y ellas, al enterarse, no permitieron que Rei dejara pasar la oportunidad. Además, a Usagi, Makoto y Minako les agradaba mucho la idea de poder pasar el primer fin de semana de sus vacaciones de fin de curso en las montañas de Hakone, en especial por las aguas termales, las que parecían tener muchas ganas de visitar. Ami, por otro lado, no estaba muy entusiasmada con visitar las montañas ni con bañarse en aguas termales, pero acordó acompañar a sus amigas, sin embargo, no hizo el viaje con ellas, ya que Ami se había ofrecido a trabajar en la biblioteca durante las vacaciones y necesitaba tiempo para arreglar un permiso por dos días. Ami decidió entonces pedirle a su madre que la llevara a Hakone para reunirse con sus amigas, el problema era que ya se acercaba la media noche y Ami no aparecía por ningún lado. Las chicas no estaban preocupadas, pero comenzaban a pensar que Ami podría dejarlas plantadas.

Makoto miró una última vez por la ventana y después miró su reloj de pulsera, ya eran casi las once de la noche, bastante más tarde de lo que creía.

“¿No me digas que aún no ha llegado?” Preguntó Minako desde la sala de la cabaña donde ella y las demás estaban sentadas junto al cálido fuego de la chimenea, “Esto es bastante raro en ella.”

“La próxima será tu turno de asomarte.” Dijo Makoto al tiempo que regresaba a la sala y miraba a Rei, “Pero lo más seguro es que ya no vendrá.”

“Qué poca fe le tienes a Ami.” Interrumpió Usagi levantando su vista de la revista que hojeaba junto a la chimenea. “Yo creo que ya no debe de tardar.”

“Eso fue lo que dijiste hace dos horas.” Dijo Rei, “Yo estoy de acuerdo con Makoto, lo más probable es que Ami decidió esperar hasta mañana.”

“O tal vez está metida de cabeza en algún libro de esos raros que le gustan.” Agregó Makoto, “Ya saben como es cuando se pone a leer algo que se le hace interesante, no para de leer hasta que termina.”

“Sí, eso es más posible.” Reconoció Usagi. “Bueno, esperemos un poco más y si no llega, pues ni modo.”

“Me parece recordar que ella no tenía muchas ganas de venir aquí.” Dijo Makoto.

“Pero yo no veo porque no querría venir aquí, el paisaje es fantástico y la cabaña está muy cómoda.” Respondió Usagi.

 Mientras Usagi y Makoto conversaban sobre las posibles razones que retrasaban a Ami, Minako se estiró para tomar una bolsa de frituras que estaba cerca de Rei y que todavía tenía algo adentro que no fuera aire, sólo para recibir un manotazo.“¡Oye!, ¿Qué no te enseñaron a pedir las cosas?” Murmuró Rei.

“¿Y a ti no te enseñaron a compartir?” Reclamó Minako.

“¡Claro que sí!, pero sólo cuando me han pedido algo antes de tomarlo.” Respondió Rei.

“Contigo no se puede.”

“Sólo tienes que pedírmelo.”

“¡Pero sólo quiero una!, ¡No te voy a comer toda la bolsa!”

“¿Entonces?” Dijo Rei alejando la bolsa de frituras aún más del alcance de Minako.

“¡Está bien! ¿Me darías una fritura, Rei?”

“Así ya cambia.” Contestó Rei pasándole a Minako la bolsa.

Junto a la chimenea, un par de gatos, uno negro y otro blanco, se divertían observando a las cuatro niñas. “¿Sabes Artemis?, Cuando veo a las chicas así, a veces no puedo creer que hayan resistido todas las cosas tan terribles que han visto desde que las conocimos.” Dijo Luna.

“Sí.” Respondió el gato blanco, “La amistad que tienen entre ellas les ha servido mucho.”

“Tienes razón.” Contestó Luna, “Además...”

La gata se vio interrumpida por una serie de golpes en la puerta de entrada seguidas por una voz que llamaba pidiendo entrar.

“Ami ya llegó.” Anunció Artemis mirando a las chicas con atención; como esperaba, las cuatro saltaron de inmediato hacia la puerta.

“Vamos nosotros también.” Dijo Luna al tiempo que se encaminaba a la puerta.

Usagi, Minako, Rei y Makoto tardaron menos que una exhalación para abrir la puerta y dejar entrar a Ami con todo y su maleta; despedir a la madre de su amiga e intercambiar los saludos de rigor de parte de todas las chicas y los gatos, sin embargo, tomó más tiempo y finalmente, Rei se encargó de ayudar a Ami a instalarse en una de las habitaciones. Minutos más tarde, las cinco jóvenes y los gatos se habían sentado en torno a la chimenea, disfrutando de una rica taza de chocolate y galletas, todo preparado por Makoto, por supuesto.

“Creo que ya es momento de que nos digas qué te retrasó.” Dijo Rei mirando a Ami.

“Sí, ¡cuenta!” Corearon las demás a tono de juego.

Ami suspiró largamente y se acomodó el cabello, “El día estuvo difícil.” Comentó antes de tomar un sorbo de chocolate, “No creo que se les haga interesante, pero lo que sucedió fue quemi supervisor en la biblioteca me hizo trabajar el doble para poder darme el permiso por dos días, y...”

“¿Qué sucedió?” Preguntó Usagi.

“Sucedió que gracias a otro de los voluntarios, tuve que trabajar triple.” Dijo Ami, “No entiendo, él no parecía ser inexperto en esto, pero en vez de ayudarme, ¡se desapareció y no regresó hasta que yo había terminado!”

“¡Vaya con el holgazán!” Comentó Minako.

“¡Qué descarado!” Musitó Makoto.

“De cualquier modo, logré salir de la biblioteca con el tiempo suficiente para hacer mis maletas y legar a tiempo con ustedes.”

“¿Entonces por qué llegaste tan tarde?” Preguntó Rei.

“Mi madre insistió en visitar el hotel para ver sus aguas termales.” Explicó Ami, “Dentro del hotel se encontró con una amiga y comenzaron a platicar, no pararon hasta hace veinte minutos.”

“¿Y tu mamá se va a regresar sola a Tokio a estas horas?” Dijo Usagi, “Le hubieras dicho que se quedara con nosotras por esta noche.”

“No es necesario, va a dormir en el hotel.” Anunció Ami, “Seguramente la veremos mañana.”

La conversación decayó rápidamente y las chicas se encontraron pronto conversando de nimiedades aburridas como el color de cabello de una de las cantantes de pop que había comenzado a ganar popularidad en los últimos meses, hasta que un silencio incómodo apareció en la sala.

“¿Por qué no contamos historias de miedo?” Sugirió Minako luego de varios minutos de silencio, “Es media noche y el ambiente si que es adecuado.”

“Seguro, ¿tienes una historia para contar?” Preguntó Rei.

“.....no..." Admitió Minako, “Esperaba que tú comenzaras.”

“Pues a mí no se me ocurre ninguna historia.” Contestó Rei, “¿Y a ustedes?” Dijo mirando a las demás.

“A mí no.” Contestó Makoto.

“Yo no sé ninguna que les guste.” Respondió Usagi.

“Y yo no recuerdo alguna que sea lo bastante interesante.” Terminó Ami.

“Entonces no podemos contar historias de miedo.” Dijo Rei.

“Yo sé una buena historia.” Dijo Luna desde la parte de atrás del sillón en el que dormitaba junto a Artemis, “Les aseguro que les parecerá muy interesante, era una de las favoritas de la reina Serenidad, recuerdo que solía leerla a solas en la biblioteca del palacio y pasaba horas estudiándola, aunque nunca me contó para qué.”

Artemis, que ya se olía cuál historia pensaba relatar su compañera de color negro, y lo aburrida que esa historia sería, simplemente bostezó y se hizo ovillo, dándole la espalda a Luna y a las chicas, a fin de cuentas, él ya conocía la historia, estaba bastante cansado y necesitaba dormir.

“Bueno Luna, tienes la palabra.” Dijo Makoto.

La gata se acercó al filo del asiento del sillón y miró profundamente a las chicas que se habían sentado en un semicírculo alrededor de ella, preparando su voz más misteriosa, Luna comenzó a hablar.

“Esta es una vieja leyenda, es tan, tan vieja, que en los tiempos del milenio de plata ya era muy antigua. No tiene título y narra la caída de una civilización anterior a muchas de las que actualmente existen en el cosmos.

Todo comienza con el planeta sin nombre, un mundo enorme que era docenas de veces más grande que la tierra y que su órbita giraba entre Marte y Júpiter. Se cuenta que en el planeta sin nombre apareció la vida mucho antes que en cualquier otro lugar, y que esta vida evolucionó a gran velocidad, llegando en pocos siglos a desarrollar una civilización mucho más avanzada a cualquiera que actualmente se conoce. El reino principal del planeta sin nombre era llamado Celephais, y el castillo de la familia real era un gigantesco palacio de diamante con elegantes pisos de mármol verde y grandes estandartes y esculturas asombrosas.

En ese palacio vivía un hombre llamado Ooth Nagari, un estudioso de los fenómenos naturales y se sabe que durante quinientos años, Nagari se dedicó a estudiar las fuerzas que mantenían en orden al universo, y en el ocaso de su vida, tuvoéxito en capturar las dos fuentes de poder del universo dentro de seis gemas en las que sujetó el poder primordial de las fuerzas elementales del cosmos. Dentro de cinco de estas gemas se encontraba el poder del fuego, trueno, hielo, viento y tierra, elementos de la luz que Ooth Nagari no había sido capaz de capturar en una sola de sus gemas. Pero en la sexta gema, la más fuerte de todas, había sido capturada la fuerza de la oscuridad. Muchos criticaron el hecho de que Nagari se hubiera atrevido a manipular la energía oscura, pero el estudioso argumentaba que era necesario para mantener el balance. A pesar de su triunfo al atrapar el poder primordial, Nagari no podía encontrar una manera de utilizarlo. La energía irradiada por las gemas era tal, que cualquier ser que se acercara a ellas sin alguna protección moría de inmediato, y aquellos que lograban tocar una gema se disolvían al momento. Ooth Nagari también encontró su fin debido a sus gemas, a pesar de nunca tocarlas y siempre estudiarlas a distancia y con la más alta protección, la energía debilitó su cuerpo y el hombre enfermó gravemente.

En su lecho de muerte, Ooth Nagari le encargó a Teloth, su único discípulo, que encontrara una forma de usar las gemas para el bien del frío planeta sin nombre. Durante trescientos años, Teloth usó todos los medios a su alcance para poder canalizar el poder de las gemas; intentó todo, pero no fue hasta que utilizó el mismo material del que las gemas estaban hechas para fabricar seis guantes de contención, que pudoencontrar una manera de usarlas. Los guantes que Teloth había desarrollado tuvieron que ser perfeccionados varias veces hasta que al fin, el sistema guardián fue completado y presentado ante el rey de Celephais. Complacido, el rey reunió a sus seis súbditos más leales y les entregó los guantes; de esos seis elegidos, sólo cinco sobrevivieron, aquél que fue elegido como el portador de la gema negra murió al ponerse el guante. Durante dos años, el rey buscó a una persona capaz de usar el guante negro, pero los pocos que se atrevían a intentarlo morían al instante.”

“Lo que a mí me sorprende es que hubiera quién se atreviera a intentar esa locura.” Dijo Minako.

“Estoy de acuerdo.” Contestó Usagi, “Ese rey parece que realmente no le importaba su gente, pidiéndoles intentar algo tan peligroso.”

“Seguramente no faltaban aquellos dispuestos a intentarlo.” Dijo Rei.

Makoto y Ami estaban por decir algo, pero Luna aclaró su garganta para llamar de nuevo la atención de todas. “¿Qué tal si me dejan continuar?”

Las chicas asintieron y Luna recobró el tono misterioso en su voz.

“Bien... como decía... el guante negro seguía sin dueño, pero los otros cinco guardianes habían ganado una enorme popularidad y se encargaban de realizar labores que ayudaban al desarrollo del reino. Esto siguió así hasta que un día, una sombra cayó sobre el reino y sus habitantes comenzaron a cambiar y a comportarse violentamente; sólo los guardianes y algunas personas se mantuvieron cuerdos. Los guardianes intentaron detener la locura que se había apoderado del pueblo, pero no tenían forma de hacerlo sin lastimar a la gente y así, los guardianes se vieron en la necesidad de refugiarse en el castillo del rey, en donde todos aquellos que no habían sido afectados por la sombra negra observaban como la muerte se extendía por las calles; esto duró por varios días, hasta que, formando una masa sin mente, los habitantes del reino se lanzaron contra el castillo. Los guardianes se vieron nuevamente en la misma situación, no tenían una manera de detener a lagente del pueblo sin lastimarla. Fue en ese momento que las puertas del castillo se abrieron y un hombre salió, él llevaba el guante negro y no había muerto aún. El portador del guante negro levantó sus manos hasta la altura de su rostro y de alguna manera, la sombra que se había apoderado de los habitantes de Celephais, abandonó los cuerpos de la gente del reino y se dirigió hacia él nuevo guardián, desapareciendo al tocarlo, fue esta acción la que salvó al reino y a su gente, y también fue el momento en que el sexto de los guardianes apareció.”

“Y así termina la historia, ¿verdad?” Preguntó Makoto.

“No me pareció tan interesante como para que la reina la estudiara tanto como dices, Luna.” Mencionó Ami.

“Eso es porque aún no he terminado.” Respondió la gata. “Pero parece que no les interesa saber que pasó después.”

“A mí si me interesa.” Dijo Usagi, “Quiero saber cómo fue eso de la caída del reino.”

“Pues bien...” Prosiguió Luna, “Eso es precisamente lo que sigue.”

“Una vez reunidos los seis guardianes, la paz regresó al reino durante un tiempo, pero pronto, un gran número de personas se separaron de Celephais y comenzaron a hacer la guerra contra su antiguo hogar, atacando desde distintos lugares al mismo tiempo; los guardianes, a pesar de que lograban mantener a raya a los separatistas, no podían detenerlos a todos y los ataques empeoraron, la situación siguió así hasta que un día; uno de los seis guardianes se unió al enemigo. La guerra se volvió mucho más cruel desde ese momento, el guardián que abandonó a sus compañeros amenazó con usar su poder para destruir el planeta si no le entregaban el control de todo el reino. Finalmente, el líder de los guardianes se enfrentó al traidor y después de días enteros de combate, logró derrotarlo destruyendo su guante y su gema.

El traidor, culpable de la muerte de cientos, fue sentenciado al exilio en un mundo deshabitado, pues ése era el castigo más severo aplicado en Celephais. Desgraciadamente, el traidor había cumplido con su amenaza, poco después de que fue exiliado, el planeta comenzó a desmoronarse poco a poco; la gente más brillante de Celephais fue evacuada a otros planetas del sistema solar, y poco más tarde, el grueso de la población les siguió; pero nunca se supo a cuales mundos emigraron. El rey, los guardianes y la elite del ejercito no abandonaron el planeta sin nombre, ni siquiera cuando la mitad del mismo se había disipado en el espacio; para cuando sólo una cuarta parte del planeta se mantenía unida y a su alrededor flotaban sus pedazos, el traidor atacó de nuevo; esta vez al mando de un ejército de seres que se hacían llamar los antiguos y cuya horrible y extraña apariencia era tal que nadie pudo haberla imaginado jamás.

Este nuevo ataque del traidor fue devastador; superando por mucho en número a los pocos residentes de lo que quedaba de Celephais, no pasó mucho antes de que el rey y los guardianes estuvieran cercados en el sótano del palacio sin lugar a donde ir. En esa situación, el rey envió a los guardianes, aún en contra de su voluntad, al planeta de donde había venido el traidor y su malvado ejército con la misión de detenerlos. Quedándose solo, el rey fue asesinado por los antiguos y el castillo fue destruido, acabando así con la civilización del planeta sin nombre; un mundo que hoy, no es más que un anillo de asteroides.”

“¡Nada mal!” Dijo Rei, “La historia no terminó siendo tan aburrida como me imaginaba.”

Las demás chicas también felicitaron a Luna por la historia, aunque a Minako y a Makoto terminó aburriéndolas un poco, pero a pesar de eso, sí les agradó.

“Hay algo que no entiendo.” Dijo Usagi, “¿Qué pasó después? ¿El traidor escapó? ¿Y los cinco guardianes que quedaban? ¿Qué pasó con ellos?”

“No lo sé.” Contestó Luna, “La verdad es que nadie sabe cómo fue que esta leyenda llegó a ser conocida durante el milenio de plata. Lo cierto es que en ese tiempo se descubrieron unas ruinas muy antiguas en uno de los asteroides más grandes, pero nunca fueron exploradas.”

Un nuevo silencio incómodo cayó sobre la habitación y las chicas sintieron algo de frío, aún cuando la chimenea seguía encendida esparciendo un agradable calor.

“¿No sería mejor dormirnos ya?” Sugirió Makoto, “Necesitamos estar descansadas para poder disfrutar de las aguas termales, ¿no?”

“Sí.” Contestó Usagi, “Hay que dormirnos ya.”

El silencio se apoderó de nuevo del ambiente mientras las chicas se levantaban y subían las escaleras; y sólo volvieron a hablarse cuando se despidieron, antes de entrar en sus habitaciones.

Horas más tarde, Usagi vuelve a sentir frío y se despierta, al encender la luz y mirar su habitación, se alegra de no ver nada raro, pero el frío continúa insistente. “Esa historia que nos contó Luna probablemente me afectó un poco.” Pensó mientras se levantaba de la cama y se arropaba con una manta. La joven miró a su gata, que dormía plácidamente y al parecer sin sentir nada del frío que a ella le impedía dormir. Decidiendo que no haría daño un poco de leche con pan, Usagi salió de su recámara y se dirigió a la cocina. Luego de bajar las escaleras con el mayor silencio posible, Usagi se encontró con una sorpresa; allí, en la sala, mirando por la ventana, estaba Rei.

“¿No puedes dormir?” Preguntó Rei volteando a ver a Usagi, “Apuesto que tienes frío, ¿no es cierto?”

“Sí, ¿también lo sientes tú?” Respondió Usagi.

“Lo he sentido desde que Luna terminó con su historia.”

“Igual yo.”

“Esto está mal.” Dijo Rei volviendo a mirar por la ventana, “Me di cuenta que las demás lo sintieron también.”

“Es extraño, ¿verdad?”

“Demasiado, casi como si algo se estuviera acercando.”

“No creo que debas preocuparte Rei.” Dijo Usagi, “Lo que pasa es que Luna nos puso nerviosas, eso es todo.”

“No sé, el frío que todas hemos sentido y la leyenda que Luna nos contó... no quiero admitirlo; pero todo esto me molesta, por alguna razón, no puedo dejar de pensar en el final de esa tonta leyenda; ¿qué crees que le pasó a esos guardianes Usagi?”

“No sé, tal vez detuvieron al traidor y vivieron tranquilos el resto de sus vidas.”

“¿Tal vez?” Respondió Rei visiblemente irritada, “¿Qué tal si ese traidor es responsable de todo lo malo que pasó en el milenio de plata? ¿¡Y si algún día debemos enfrentarlo!?”

“Tranquila.” Dijo Usagi apoyando su mano en uno de los hombros de Rei, “Ya verás que sólo son nuestros nervios; vamos a dormir Rei, las dos lo necesitamos, todo estará bien por la mañana.”

Rei miró una última vez por la ventana, pero volvió la vista casi de inmediato, los árboles que se movían al viento en la oscuridad le resultaron repentinamente odiosos, y el consejo de Usagi le pareció bastante acertado. “Sí, tienes razón, todo estará mejor mañana.” Dijo Rei, aunque por el momento, sus pensamientos se inclinaban a lo contrario.

No muy lejos de la cabaña en donde las cinco jóvenes se hospedan, entre los frondosos árboles que le causaron repulsión a Rei, una figura se desliza de sombra a sombra con una gran velocidad, su destino es un hotel que cada vez está más cerca; pronto, la figura comenzará con su prohibida encomienda.

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La historia continuará en el capítulo dos. ¡Estén atentos!

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