Prólogo || Capítulo 1 || Capítulo 2

  Capítulo 3 || Capítulo 4 || Capítulo 5  

Capítulo 6 || Capítulo 7 || Capítulo 8

Capítulo 9 || Capítulo 10 || Capítulo 11

Capítulo 12 || Capítulo 13

 

Capítulo Diez.

Un día memorable para Rei Hino.

Solo era un sobre que contenía una carta. No era nada más. Sin embargo, la idea de abrirlo de nuevo y leer lo que estaba escrito en esa carta no era algo fácil para Rei. Había intentado leerla por primera vez durante su viaje a Nikko, pero cambió de opinión cuando en lugar de tomar el autobús, su padre envió a Kaido por ella. En los días siguientes intentó leer la carta nuevamente, pero cada vez que estaba a punto de abrir el sobre, se detenía.

“¿Por qué no puedes hacerlo Rei?” Se preguntó la joven al mirar el sobre, que tendido sobre la cama frente a ella, parecía burlarse de su indecisión, “Es tan sólo un pedazo de papel.” Insistió Rei para sí misma. Pero la verdad era que tenía mucho miedo de leer lo que estaba escrito en la carta.

Finalmente, Rei se armó de valor y tomó el sobre, lo abrió y, con manos nerviosas, extrajo la carta de su interior, “Bien, ya lo hice.” Suspiró Rei, “Ahora veamos qué es lo que tenemos aquí.” Rei entonces comenzó a leer.

“Es difícil escribir algo cuando no sabes si el destinatario leerá algún día lo que has escrito; no imaginé que yo me encontraría en esa situación. Pero, si estás leyendo esto Rei, entonces tu padre ha cumplido con mi última voluntad. ¿Cuál fue? Estoy segura que ya lo sabes y deseas una explicación. Bien, sí fui yo quien le pidió que cuando cumplieras dieciséis años, buscara a alguien para ti. No dudo que ahora me odias por eso Rei, pero te aseguro que no se lo pedí a tu padre para causarte algún mal. Pero probablemente el daño ya fue hecho.

Imagino que no entiendes por qué razón deseo que tu padre busque un prometido para ti, en especial que se lo haya pedido a él. No me sorprendería escuchar que con los años hayas aprendido a odiar este tipo de acuerdos. A fin de cuentas, tu padre y yo nos casamos para cumplir un compromiso entre nuestras familias y ya sabes cómo terminó nuestra relación.

Siempre me preguntabas por qué tu padre y yo nos separamos y nunca te di una respuesta directa, ¿no es así, Rei?. Aunque ya es muy tarde para decírtelo, no deberías guardarle rencor a tu padre. Si nos separamos no fue porque él dejara de querernos o porque ya no hubiera amor entre él y yo. Nuestro divorcio se debe más que nada a una decisión que tomamos ambos: Para que tu padre pudiera seguir construyendo una carrera exitosa en la política tenía que elegir entre su matrimonio o su carrera. Es difícil de explicar, pero debido a la situación en que nos encontrábamos, esa era la única forma. Sí, él eligió su carrera…pero yo también lo obligué a que lo hiciera.”

Rei tuvo que dejar de leer un momento para poner en orden sus pensamientos. Siempre había culpado a su padre por haberla abandonado a ella y a su madre. Era más fácil que tratar de entender razones o pensar en el asunto y enfrentar el dolor que eso le causaba. Por ello, nunca imaginó que ambos hubieran decidido separarse por mutuo acuerdo. Eso cambiaba las cosas, las cambiaba demasiado. Rei decidió pensar en eso después y regresó a la carta.

“Las razones por las que acepté separarme de tu padre o por qué lo animé a perseguir su carrera en lugar de mantenerlo a nuestro lado no son nada fuera de este mundo; yo amo a tu padre Rei, y como su esposa, es mi deber apoyarle en lo que sea mejor para él, aún si ello es una fuente de dolor para mí. Perdóname hija, yo...no puedo negar la educación que recibí de tus abuelos, ¿no es cierto? Tan sólo espero que mi padre te eduque de una manera más liberal…Creo que lo mejor será hacer eso a un lado y explicarte por qué le he pedido a tu padre que arreglara tu matrimonio. Rei, pienso que todo lo que has pasado hasta este momento: mi divorcio, esta horrible enfermedad, la ausencia de tu padre y dentro de poco mi muerte,  te marcarán de algún modo.

Sé que en tu futuro habrá cosas muy buenas (recuerda que tu abuelo fue quien me enseñó a hacer predicciones; justo como ha comenzado a enseñarte a ti.) y he podido ver que tendrás amigas que harían cualquier cosa por ti...así como ciertos eventos que no he podido descifrar aún…sé que ya no puedes contestarme, pero lo que he visto no es exactamente normal, pero no importa ahora. Además, probablemente tu relación con el fuego tenga más que ver contigo aprendiendo a hacer lecturas que otra cosa, o al menos eso espero…sin embargo, es bastante extraño…pero estoy desviándome de lo que quería decirte, perdona.

El punto es Rei, que al momento de escribir esta carta, nunca he podido ver en mis lecturas una pareja para ti, y mucho menos a mis nietos. Cuando intento descubrir más sobre tu futuro; lo único que veo es una fuerte dedicación a un sólo propósito. Eso no está bien, no podrás ser totalmente feliz por esa razón, aunque siempre tratarás de convencerte que lo eres. Tal vez estoy equivocada, mis lecturas nunca han sido tan buenas como las de tu abuelo y él se ha negado a hacer una para ti. Claro que eso no es prueba de que mis predicciones sean malas, claro que no. Casi todas mis predicciones han sido acertadas.

De cualquier modo, no puedo permitir que tu futuro no sea completamente feliz. Ya es demasiado para mi enfrentar el dolor que me causa saber que pronto esta maldita enfermedad me arrancará de tu lado y ya no podré abrazarte, verte crecer ni escuchar tu voz cada día. Es por ello que decidí hacer algo. Rei, sé que no te gusta que otros decidan por ti; eso es algo en lo que sin duda eres superior a tu madre. Pero a pesar de eso, creo que en esta ocasión tendrás que confiar en mi, ¿por favor?

No creo que debas preocuparte demasiado. Tu padre es inteligente, y muy capaz para juzgar a las personas. Sé que no elegiría mal; pero para ayudarle un poco, le he pedido que hable con una amiga mía sobre una promesa que ella y yo hicimos en la preparatoria. Ella y yo prometimos que si era posible, uniríamos nuestras familias a través de nuestros hijos. El hijo de mi amiga se llama Keigo Hikazan; es cuatro años mayor que tú y sé que su madre lo educará bien. Probablemente no lo recuerdas ya, pero te llevé a conocerlo una vez cuando eras pequeña. Recuerdo que ese día lo único que hiciste fue jugar con la mascota de Keigo. Ese fue un día bastante agradable, si tan sólo todos nuestros días juntas pudieran haber sido así...

Pero en fin, debes saber que no estás forzada a hacer esto. Le pedí a tu padre que agregara al acuerdo una condición en la que si tu no querías seguir adelante luego de verte con tu prometido, el compromiso quedaría anulado y tu podrías seguir adelante como si nada hubiera pasado. Lo único que pido es que me des una oportunidad. Quizás puedas encontrarte, si no con ese alguien especial, tal vez sí con un buen amigo.

Hija, en verdad espero que no me odies luego de leer esta carta. Yo solo hice lo mejor que pude para ayudarte a ser feliz en la única manera en la que creo que puedo hacerlo; en la única manera en la que me educaron para hacerlo. Lo único que quiero que recuerdes, es que siempre estaré contigo, pues mi amor por ti siempre vivirá.

Vive y disfruta cada día como si fuera el último, Rei.

Con amor,

Shiroi Hino.”

Rei dobló y guardó la carta. Durante un largo tiempo, la joven se quedó sentada sin moverse, pensando en las palabras de su madre y tratando de decidir qué hacer. Finalmente, se levantó y abrió la ventana de su habitación. Rei aceptó la caricia de la brisa mientras trataba de entender los motivos de su madre para haber intentado arreglar su matrimonio. No lo logró. Pero al final, terminó por sonreír, nunca pensó que su madre la quisiera tanto como para intentar algo así. Al menos, también le había dado una manera de romper el compromiso.

Más tarde, Rei salía de su casa hacia la oficina donde trabajaba su padre. Tenía la firme intención de conseguir información para localizar a Keigo, después de todo, no pasaría nada malo con solo saludarlo y preguntarle cómo se sentía.

Moviéndose con algo de prisa por las calles, ella nunca se dio cuenta de que una sombra comenzó a seguirla; ni siquiera cuando la joven abordó el metro, eso dejó de ir tras sus pasos. La sombra sólo se limitó a seguir su rastro de luz blanca, algo muy fácil de hacer para alguien con sentidos tan agudos como él: Kernath.

+++

“Espero encontrar algo pronto.” Comentó Usagi, que había comenzado a arrepentirse de no haber tomado un mejor desayuno esa mañana antes de salir a buscar de nuevo la llave de plata, “¿Sabes Luna...?” La joven Tsukino interrumpió su pregunta cuando un ligero pitido comenzó a salir de su mochila. “¡Parece que hay algo cerca!” Exclamó.

“¡Tienes razón!” Contestó Luna emocionada,”¿Hacia que dirección aumenta el sonido?”

“Déjame ver.” Usagi movió su mochila en varias direcciones hasta que encontró lo que buscaba, “¡Viene de la estación del metro!”

Rei Hino bajó del metro y trató de sentirse menos frustrada. Apenas regresaba de visitar la oficina de su padre, algo que no solía hacer, sin obtener lo que deseaba. Rei había salido esa mañana con la firme intención de preguntar a su padre cómo localizar a Keigo. La verdad era que Rei, aunque no lo admitiría fácilmente, quería saber cómo se sentía él luego de lo que había pasado en Nikko. Pero no consiguió nada, su padre había salido a una reunión importante y no estaría disponible hasta el día siguiente y la secretaria en turno no tenía la información que necesitaba. Cuando le ofrecieron comunicarla con Kaido, Rei tuvo que disculparse y salir de la oficina. Y aquí estaba ahora, mirando pasar a la gente sin saber qué hacer. Obviamente, su visita sería registrada y su padre pensaría que ella quería otra cita con su prometido... y ella sólo quería saber cómo estaba Keigo.

Pensando en esto mientras caminaba hacia la salida, la joven sintió un objeto extraño en sus bolsillos y lo sacó a la luz: era el pequeño silbato que había recibido en Nikko. Rei miró el juguete y suspiró antes de volver a guardarlo, no recordaba haberlo tomado cuando salió de su casa, “De veras espero que Keigo no esté muy deprimido.” Pensó Rei mientras se dirigía a la salida de la estación. Justo al llegar a las escaleras, Rei se topó con Usagi, quien la miraba extrañada a ella, después a Luna y finalmente a su mochila, de donde salía un sonido raro. “¿Pasa algo Usagi?” Preguntó Rei.

“No entiendo.” Dijo Usagi. ¿Qué salió mal?”

Rei se agachó, recogió a Luna y luego guió a Usagi fuera de la estación, “Te aseguro que yo tampoco entiendo lo que te pasa. ¿Por qué no vamos a otro lado y me explicas todo?”

Un poco más tarde, en el centro de comando, Rei y Usagi se sentaban una frente a otra, el cetro sobre la mesa, en medio de ellas, “Pero estoy segura de que tú tienes lo que estamos buscando. El cetro sigue sonando y tú estás cerca.” Indicó Usagi luego de que ella y Luna le explicaron a Rei todo el asunto de la llave de plata.

“¿No estarás detectando mi cristal de transformación?” Preguntó Rei.

“Imposible.” Intervino Luna, “Ami hizo las modificaciones al pie de la letra, si eso fuera cierto, el cetro no dejaría de sonar mientras esté junto a Usagi.”

“¿No has encontrado alguna cosa rara últimamente? ¿una llave tal vez?” Preguntó Usagi.

Rei guardó silencio por unos cuantos segundos, luego, con algo de recelo, sacó el silbato y se lo mostró a Usagi, “Esto es todo. ¿Crees que es lo que hace reaccionar al cetro?”

Usagi tomó el silbato, lo miró con atención y luego lo acercó al bastón. Para sorpresa de las tres; el cetro comenzó a sonar más fuerte. “Sí, esto es.” Anunció la joven Tsukino.

“No creo que sea la llave.” Dijo Luna pensativa “¿Podemos llamar a Ami para que analice el juguete con su computadora?”

Rei tomó su comunicador y marcó la frecuencia de Ami, “Espero que valga la pena, no me gustaría perderlo.”

Poco tiempo después, Ami Mizuno se sentaba junto a Usagi, Luna y Rei. Ami estaba muy interesada en los resultados que había arrojado su computadora, “Esto es intrigante. Valió la pena venir a verlo.”

“¿Qué es?” Preguntó Usagi. “¿Es la llave?”

“No, mis pruebas muestran que ni siquiera tiene que ver con el milenio de plata.” Explicó Ami, “Lo que detectó el cetro es una energía residual muy potente. Lo suficiente como para hacerlo reaccionar, lo cual es muy inusual.”

“¿De qué tipo de energía estamos hablando?” Preguntó Rei.

“Es difícil de definir.” Contestó Ami, “Parece que el juguete la adquirió por contacto con algún ser vivo. ¿Compraste este silbato, Rei?”

“No lo compré. Yo...” Dijo Rei, que entonces se detuvo. Aún no le contaba a sus amigas acerca de su compromiso y no tenía deseos de hacerlo en ese momento.

“¿Qué?” Preguntó Usagi.

“...Me lo regalaron.” Admitió Rei.

“No quiero hacerte sentir incómoda.” Dijo Luna, saltando sobre la mesa para poder mirar a Rei directamente, “Pero, ¿podrías decirnos quién te lo regaló?”

“Alguien con una energía como esta no puede ser una persona normal.” Dijo Ami, “Tal vez sea un enemigo, o algo diferente.”

Rei frunció el ceño, “Te aseguro que él no es mi... nuestro enemigo.”

“Entonces es más importante que lo veamos.” Indicó Luna.

“Luna tiene razón, Rei.” Dijo Usagi, “Quién te dio este silbato?”

“Se llama Keigo Hikazan.” Respondió ella en voz baja, “Pero no sé donde vive.”

“¿Y no hay forma de que puedas llamarlo?” Preguntó Ami.

“Sí. Claro que la hay.” Contestó Rei, “Pero me tomará un poco de tiempo.”

“Supongo que eso cambia nuestros planes.” Dijo Usagi mirando a Ami, “Creo que será mejor esperar a que Rei consiga la dirección de Keigo antes de que salgamos a buscar la llave, ¿te parece bien Ami?”

“Estoy de acuerdo.” Aceptó la joven Mizuno, “Además, esto podría ser más importante.”

“¿Qué harás Rei?” Preguntó Luna al notar que Rei se levantaba.

“Iré a conseguir la dirección. Me tomará un par de minutos, regreso en un rato.” Una vez explicado esto, Rei salió del centro de comando.

“Rei no parecía muy dispuesta a hablar sobre ese tal Keigo Hikazan.” Comentó Usagi, luego de varios minutos de una conversación no muy interesante entre ella, Ami y Luna.

“Yo sé quién es él.” Respondió Ami.

“¿De veras?” Preguntó Usagi, su interés en la conversación aumentando rápidamente.

“Bueno, no estoy segura al cien por ciento.” Corrigió Ami, “Igual y podría ser otra persona con el mismo nombre.”

“¿Pero de quién estás hablando?”

“Verás, recuerdo haber leído un artículo en una revista de economía para una tarea de la escuela. Hablaba de la familia Hikazan. El jefe de la familia es el dueño del banco industrial y su hijo se llama igual que el muchacho que Rei mencionó.” Explicó Ami.

“Hmm... en caso de que sea el mismo, ¿Cómo lo habrá conocido?” Se preguntó Usagi.

“No olvides que Rei es hija de un político muy importante.” Dijo Luna, “Seguramente es por eso que ha tenido trato con él.” La gata se mantuvo pensativa, “Apuesto a que ese muchacho es de los que siempre molestan a Rei por unos días luego de que la han visto por primera vez. Quizás por eso no quería hablar con él.”

“Pues si así están las cosas...” Comentó Usagi, “Espero que conseguir su dirección no le cause problemas.”

Ami estaba por agregar algo a la conversación, pero el comunicador de Usagi comenzó a sonar. “¿Hola?” Respondió Usagi, “¡Hola Minako!..Ahora estamos en el centro de comando...Si, claro que sí.” Dicho esto, Usagi apagó el comunicador.

“¿Qué sucede?” Preguntó Luna.

“Minako y Makoto vienen para acá, dijo que tenía información importante que compartir con nosotras. No creo que tarden mucho, Minako dijo que estaban cerca de aquí.”

Minako y Makoto no tardaron mucho en llegar al centro de comando, entusiasmadas por compartir la información de los guardianes que tenían; bajaron al centro de comando sin detenerse, por lo que no vieron a Rei, ocupada en la caseta de teléfonos. “¡No creerán lo que tenemos que contarles!” Anunció Minako cuando ella y Makoto se sentaron junto a sus amigas, “¡Esto es extremadamente importante!”

“Bueno, entonces dinos ya.” Pidió Usagi, “¿Qué es tan importante?”

“Makoto y yo encontramos a dos de los guardianes ayer por la noche” Dijo Minako al fin.

“¿Entonces sí existen?” Se preguntó Usagi, “¿Cómo son?”

“Pues...” Comenzó Makoto que entonces procedió a describir su encuentro con las guardianes, ya que ella había conseguido mirarlas más de cerca y por más tiempo que Minako, “...Pero lo más importante es que las dos llevaban un guante justo como Luna dijo en su historia.”

“Los guantes de Teloth.” Indicó Luna, “¿Y estos guardianes, dijeron qué buscaban?”

“En realidad no.” Comentó Minako algo apenada, “Lo único que hicieron fue llevarse al amigo de Makoto, pero lo dejaron ir luego de un par de horas.”

“¿Por qué harían eso?” Dijo Ami extrañada, “No tiene sentido.”

“Fue para quitarle a Carlos un cristal que tenía desde que era niño.” Explicó Makoto, “Me dijo que lo dejaron ir cuando tuvieron ese cristal en sus manos.”

Luna se mostró en extremo pensativa, “Esto es muy importante.” Dijo luego de unos momentos, “Los guantes de Teloth funcionan con cristales. Si tu amigo tenía un cristal especial, no tendrían que tomarlo, más bien eso significaría que...”

“¿Qué?” Preguntaron las chicas.

“Que el novio de Makoto es un guardián.” Respondió la gata, “¿Estás segura que a tu amigo le quitaron el cristal que tenía?” Preguntó dirigiéndose a Makoto.

“Carlos no me mentiría.” Aseguró Makoto, “Además él no estaba diferente cuando lo vi hoy por la mañana.”

Luna sabía que Makoto decía la verdad, así que hizo la idea de que Carlos fuera un guardián a un lado, al menos por el momento, “Quizás le darán esa gema a alguien más. Seguramente Carlos la tenía sólo por accidente.”

La conversación fue interrumpida en ese momento; pues Rei regresó al centro de comando y anunció que ya tenía la dirección que necesitaban.

“Excelente.” Dijo Usagi, “¿Nos vamos ya?”

“Lo lamento, pero será mejor si sólo Usagi y Ami vienen conmigo.”

“Pero, ¿por que?” Preguntó la joven Tsukino, “¿Por qué no podemos ir todas?”

“La madre de Keigo me pidió como un favor no llevar a mucha gente.” Explicó Rei, “Y yo también pienso que será lo más prudente; sé que Keigo no está de mucho humor para visitas.” Dijo la joven Hino dirigiéndose a Minako y a Makoto.

Minako se acomodó en el asiento, “Bueno. No es la gran cosa. De todos modos tengo que ir a la escuela de talento para preguntar sobre los cursos avanzados. Pero no olviden llamarme si necesitan ayuda.”

“¿Luna sí puede venir?” Preguntó Ami.

Rei lo pensó por un momento y no le pareció buena idea llevar a Luna a la casa de los Hikazan. Después de todo, Keigo acababa de perder a su mascota, y ver a alguien más con una seguramente no le ayudaría mucho. “No lo sé, el perro de Keigo murió hace poco, y...”

“No le haría bien tener a una persona junto con su mascota como invitada.” Dijo Luna, que aunque no le agradaba mucho ser considerada mascota por otras personas, ya se había acostumbrado, “Lo entiendo Rei, yo puedo esperar aquí.”

“Por qué no vienes conmigo?” Intervino Makoto, “Iré a visitar a Carlos, será una buena oportunidad de que lo conozcas, así no estarás sola y te convencerás de que me dijo la verdad.”

“Será un placer conocerlo.” Respondió Luna, feliz de tener la oportunidad de estudiar a Carlos de cerca y ver si sus sospechas tenían o no fundamento.

Una vez que las chicas arreglaron qué era lo que harían, salieron del centro de comando y se separaron; Usagi, Rei y Ami se dirigieron a la estación del metro; Minako fue hacia la escuela de talento y Makoto se llevó a Luna con ella hacia la casa de la familia Gokai.

+++

Naru tomó un sorbo de su té y esperó a que Sara y Carlos se sentaran frente a ella, los tres estaban en la oficina de la dueña de la escuela de talento. Ella y Sara habían llamado a Carlos para avisarle que otro guardián estaba por despertar. Naru era la responsable de haber conseguido la información por medio de su guante y Sara, que había tomado a Naru como su discípula, estaba bastante orgullosa por ese progreso y esperaba que Naru pudiera mejorar aún más al usar su guante de poder. Era esencial que aprendiera a usarlo al máximo antes de que enfrentaran al Gran Necromante.

Carlos estaba algo incómodo, había acordado verse con Makoto un poco más tarde y no quería hacerla esperar. Pero esto era más importante y debía hacerse. “¿En dónde despertara el cuarto guardián?” Preguntó él, “¿Alguna idea?”

“Al otro lado de la ciudad.” Dijo Naru, “No estoy muy segura, pero es lo mejor que puedo hacer. Aunque las lecturas son más fuertes que cuando te buscábamos a ti.”

“¿Entonces tendremos que ir a encontrarlo?”  Preguntó Carlos.

“No. El siguiente guardián no necesitará de nosotros.” Explicó Sara, levantando su mano y mostrando cómo brillaba la gema en su guante, “Según mi gema, él saldrá a buscarnos.”

“Al menos será más fácil.” Dijo Naru confundida al enterarse de que Sara también podía rastrear al nuevo guardián con su guante.

“Exacto, y como las lecturas son muy fuertes, cuando el siguiente guardián despierte sabrá todo sin que se lo digamos. Por eso no hay necesidad de salir en su busca.”

“¿Estás segura que no necesitará ayuda?” Preguntó Carlos.

“Bastante.” Contestó ella, “Podríamos evitar su despertar si lo ayudamos.”

“Entonces tendremos que encargarnos de que sepa en dónde buscarnos.” Dijo Naru, “¿Qué tal si los tres lo esperamos aquí esta noche, les parece bien?”

“No es mala idea.” Dijo la maestra, “Nos encontrará más fácilmente si estamos los tres en el mismo lugar.”

“Por mi está bien.” Aceptó Carlos más aliviado al saber que no tendría que posponer su encuentro con Makoto, “Las veré aquí. Ahora, si me disculpan, tengo que irme” Dijo mientras se levantaba y, luego de despedirse, salió de la oficina.

“¿Sabes, Naru? Si no fuera porque Carlos ya recordó como usar al máximo su guante, me preocuparía mucho.” Dijo la maestra Sara, “Su relación con esa muchacha le impide concentrarse como debería.”

“Bueno, ya no puede pedirle que rompa con ella. No después de que le ayudó a pensar en una excusa para seguir viéndola, ¿o sí?” Dijo Naru, “Además, Makoto es muy agradable.”

“Sí, tienes razón.” Sara respiró profundamente, “Sólo espero que esa chica no nos cause problemas. No quisiera que los parásitos la usaran en nuestra contra.”

Cuando Carlos cerró la puerta tras de sí, se encontró con que una rubia muy bonita se acercaba. La había visto de reojo la noche anterior; era la amiga de Makoto. No parecía herida ni nada, extraño considerando lo que sucedió en el club Techno Spider. Seguramente la Sailor Scout la había salvado. Minako se sorprendió al encontrarse con Carlos en la escuela de Talento. Pero recordó que Makoto le contó que él tocaba la guitarra y componía de vez en cuando, quizás por eso estaba aquí, para preguntar sobre las clases. Lástima que no admitieran alumnos varones.

“Hola.” Saludó él cuando se cruzó con ella, “¿Me recuerdas?”

“Eres Carlos, el novio de Makoto.” Contestó Minako, “Nos diste un buen susto ayer.”

“Supongo que sí. Perdón por preocuparlas. Pero todo terminó bien.” Dijo él, “Gracias a la Sailor Scout que llegó al club, tu y Makoto están a salvo.”

“Sí, ¡Sailor Venus es impresionante!” Dijo Minako sin ocultar su orgullo, “¿No lo crees?”

“Ciertamente lo es.” Admitió el joven, que entonces revisó su reloj, “Disculpa, pero tengo que verme con Makoto y ya voy algo tarde.”

“Adelante.” Dijo Minako dejándole pasar, “Creo que nos veremos después.”

“Por supuesto. Hasta luego...”

“Aino Minako.” Dijo ella.

“Bien, entonces hasta pronto, Minako.” Carlos se despidió y salió apresurado de la escuela.

Minako miró a Carlos salir del instituto y se alegró de no haberle preguntado sobre los guardianes, en especial porque estaba segura de que Makoto lo haría más tarde. Concentrándose en el presente, la joven entró a la ofician de la maestra Sara, en donde pasó las siguientes dos horas hablando con Naru y la maestra.

+++

Eran casi las cinco de la tarde, Usagi, Rei y Ami habían acordado comer algo antes de ir a visitar a la familia Hikazan. Ahora, sentadas en el tren que las llevaría a ese lugar, las tres chicas se entretenían mirando por la ventana. Rei no hablaba mucho, al parecer estaba sumida en sus pensamientos y sólo respondía con monosílabos. Usagi y Ami asumieron que su amiga estaba molesta por tener que ver a Keigo de nuevo, así que terminaron por compartir el silencio de Rei y pensar en sus propios asuntos.

Usagi estaba confundida acerca del modo de operación de los parásitos, no lograba entender por qué no había aparecido una nueva colmena como la que mencionaron Haruka y Michiru en algún otro lugar del mundo. La incertidumbre sobre cuál sería el siguiente movimiento importante de los parásitos la había mantenido al borde de un ataque de nervios por ya varios días, y sólo gracias a Mamoru y a sus amigas era que Usagi podía convencerse de que al final podrían detener a esta nueva amenaza que no terminaba de mostrarse. Lo único que de momento la intrigaba demasiado, era la actitud de Luna hacia el final de la conversación que todas sostuvieron, nuevamente había actuado como si no quisiera compartir lo que pensaba, y eso era bastante misterioso.

Ami, por su parte, intentaba organizar sus pensamientos lo mejor posible. Por un lado tenía que enfrentar el hecho de que en alrededor de cuarenta y ocho horas tendría que asistir a una cena de gran importancia con su madre, por eso agradecía la oportunidad de investigar algo nuevo con sus amigas. Necesitaba urgentemente distraerse haciendo algo fuera de su rutina normal de trabajar en la biblioteca. Esta pequeña misión, y las nuevas implicaciones de la aparición de los guardianes eran lo que le hacía falta para ventilar sus pensamientos, y aunque fuera extraño, Ami prefería todo lo que había sucedido en estas pocas horas a lo que tendría que hacer en un par de días.

Rei, en cambio, no quería hablar de nada. Bastante tenía considerando que la madre de Keigo pareció muy interesada en verla cuando hablaron por teléfono; claro, ella era la prometida de su hijo así que Rei no podría esperar otra cosa. Pero lo que la mantenía pensativa era que Usagi y a Ami pronto sabrían sobre su compromiso. Rei lo había ocultado, pues pensaba que podía terminarlo sin ningún problema; pero las cosas se habían complicado y ella y Keigo terminaron posponiendo su separación. Y ahora Usagi y Ami sabrían lo que su padre había hecho y ella no podía evitarlo. Se sentía incómoda al saber que sus amigas sabrían sobre su posible matrimonio arreglado.

Esto pensaban las tres amigas cuando el tren llegó a la estación a la que se dirigían; el tiempo se les había pasado sin sentir. “La casa a donde vamos está cerca de aquí.” Anunció Rei una vez que ella y sus amigas estuvieron en la calle.

No pasó mucho para que las tres jóvenes alcanzaran la casa de la familia Hikazan. La casa, a diferencia de muchas alrededor, sólo contaba con dos pisos, aunque podía apreciarse que era bastante amplia y estaba rodeada por un extenso jardín protegido por un muro. Usagi, Rei y Ami estaban de pie frente a la entrada principal y Rei no parecía tener muchos ánimos de llamar por el intercomunicador para solicitar que abrieran las puertas.

“¿Rei?” Llamó Usagi luego de que la joven Hino permaneciera mirando el interruptor por unos segundos sin tocarlo, “¿Te pasa algo?”

“Supongo que tendría que decirles tarde o temprano.” Admitió Rei con un suspiro.

“¿De qué hablas?” Preguntó Usagi. Detrás de ella, Ami observaba en silencio, presentía que lo que Rei tenía que decir era importante.

“Debí decirles antes, pero...” Comenzó Rei, “...Lo que sucede es que...debido a un arreglo que hizo mi padre...Keigo Hikazan y yo...estamos comprometidos.”

Usagi no podía negar que estaba confundida y lo primero que dijo fue: “Cómo pasó?”

Con un suspiro, Rei les relató todo acerca de la visita que le hizo su padre cuando le explicó su compromiso. Ami se acercó y apoyó su mano sobre el hombro de Rei, “Si puedes anularlo como dijiste, estoy segura de que no es tan malo.”

“Es verdad.” Dijo Usagi, “No deberías deprimirte, tienes suerte de que no es un compromiso permanente.”

“Sí...aunque...” Comenzó a decir Rei, pero fue interrumpida por una voz que surgía de la bocina colocada sobre el timbre.

*¿Qué es lo que desea?*

Rei suspiró y se dirigió a la bocina, “Buenas tardes, quisiera ver a Keigo, mi nombre es Rei Hino; La señora Hikazan sabe que lo visitaría hoy.”

*Espere un momento por favor.*  Pidió la voz y segundos después, anunció, *Pueden pasar, la puerta se abrirá...Ahora.* Inmediatamente, la puerta se abrió, dejando el paso libre a las tres amigas.

“Entremos ya.” Dijo Rei mientras se dirigía a la casa, más animada que momentos antes pues se había quitado el peso de los hombros que representaba el mantener un secreto a sus amigas.

Rei, Usagi y Ami fueron admitidas en la casa de la familia Hikazan sin ninguna ceremonia. Luego de que las tres dejaran sus zapatos en la entrada, el ama de llaves, una mujer ya entrada en años, quizá alrededor de sesenta; las llevó a la sala principal y les pidió que esperaran mientras la señora Hikazan bajaba a recibirlas. Rei no se sentía cómoda, una sensación de familiaridad con la casa la había invadido desde que entró en ella y no podía hacerla a un lado; era casi como si hubiera estado allí antes, mucho tiempo atrás. “Ya me imaginaba que nos harían esperar.” Dijo ella, sólo por decir algo. “Oye Ami, ¿qué marca tu computadora; algún rastro de la energía residual que encontraste antes?”

Ami, aprovechando que no había nadie cerca, hizo una prueba, “Hmm... No, nada que valga la pena mencionar, sólo un ligero rastro que no va a ningún lado.”

Usagi, que hasta entonces se había contentado con tomar algo del té y probar las pastas dulces que la ama de llaves les había dejado, dijo, “¿Cómo es la señora Hikazan, Rei?”

“No lo sé.” Respondió Rei, “Aunque sé que era amiga de mi madre.. Tal vez la vi cuando era niña, pero seguramente era muy pequeña porque no la recuerdo.”

Durante alrededor de diez minutos, las tres amigas hablaron sobre el siguiente periodo escolar que estaba por comenzar; Ami, por supuesto, era la más animada del grupo.

“Veo que están entusiasmadas por regresar a la escuela.” Indicó una voz de mujer, “Eso es algo bastante difícil de encontrar estos días.”

Las tres amigas se giraron y se encontraron con una mujer de poco más de cuarenta años y que aún mantenía mucha de la hermosura de su juventud; la mujer llevaba su cabello recogido y se envolvía en un elegante kimono blanco y azul. “Buenas tardes jovencitas. Disculpen mi descortesía al hacerlas esperar. ¿Las han atendido bien?”

“Sí.” Respondió Rei, “No puedo quejarme.”

“Bastante bien.” Agregó Usagi.

“Todo ha estado perfecto.” Aseguró Ami.

La mujer sonrió, “Me alegra escuchar eso. Soy Naomi Hikazan, la señora de esta casa y es un placer recibir su visita. Especialmente la tuya, Rei, No te había visto desde que tenías cuatro años.” La sonrisa de la mujer creció, “En verdad que eres la viva imagen de tu madre. Pero dime, ¿Quiénes son tus dos amigas?”

Usagi y Ami se presentaron y hablaron un poco con la señora Hikazan, hasta que la mujer, al parecer satisfecha con las tres chicas, se levantó, “Recuerdo que el motivo de su visita es hablar con mi hijo, ¿verdad?” La mujer se levantó, “Olvidé avisarle que estaban aquí, así que supongo que aún está en el estudio. Vengan, las llevaré con él.”

Usagi, Ami y Rei seguían a la señora Hikazan, atravesando un largo pasillo que cruzaba gran parte de la casa. Rei y la señora de la casa caminaban lado a lado, y Usagi y Ami iban detrás. “Keigo me contó que lo ayudaste a sepultar a Samo luego del accidente.”

Rei parpadeó sorprendida, “Ah, el accidente...Sí; lamento lo que pasó, de veras.”

“Samo ya era bastante viejo, había cumplido dieciséis años hace un par de meses.” Dijo la señora Hikazan, “A pesar de la vitalidad del perro, Keigo esperaba que muriera pronto. Supongo que por eso no le ha pesado tanto como pensé.”

Eso sorprendió a Rei, “¿No ha estado triste entonces?”

“Sí. Pero lo ha aceptado muy bien. Dice que tu lo apoyaste mucho.”

Rei sabía que Keigo sólo pudo haberse referido a cuando Sailor Mars encendió a Kernath en llamas y lo obligó a saltar por el barranco, “Me alegra saber que pude ayudarlo.”

“Espero que podamos conversar en privado pronto.” Le comentó en voz baja la señora Hikazan a Rei justo en el momento en que se detenía junto a una puerta. “Bien, aquí es el estudio; las dejaré para que puedan hablar con más calma.”

“Muchas gracias.” Respondieron las tres amigas.

“Sobre lo que me pidió...” Dijo Rei antes de que la señora Hikazan se fuera, “Me aseguraré de hacerlo en cuanto pueda, hay algunas cosas que quisiera preguntarle.”

La mujer sonrió, asintió y desapareció por el pasillo. Una vez solas, Rei tocó la puerta.

“Adelante.” Respondió Keigo.

“¿Sería mucho pedir si me dejaran hablar con él a solas un momento?” Pidió Rei.

“No, por mi está bien.” Respondió Usagi.

“Sí, no hay problema.” Aseguró Ami.

“Gracias.” Agradeció Rei, deslizándose dentro de la habitación.

Rei encontró a Keigo ocupado revisando papeles que parecían ser importantes. El joven vestía un haori gris y pantalones hakama color negro.  Pero, Rei no encontró a Keigo en tan mal estado como pensaba. Sí, se veía triste, pero no tanto como esperaba en un principio. Justo como había dicho su madre.

“Hola Rei.” Saludó, “No esperaba que me visitaras; ¿puedo ayudarte en algo? Si deseas romper el compromiso, tendré que llamar a mi madre para que esté de testigo; creo que sólo viéndolo con sus propios ojos lo aceptaría.”

“¿Qué? ¡Ah, sí... ro-romper el compromiso!” Rei se alisó la falda, ¿por qué diablos se ponía nerviosa? Usagi y Ami ya le habían dado su apoyo en la situación. Respirando profundamente, la joven logró al fin controlarse, “No he venido por eso. Podemos hablarlo después, si quieres.”

“¿Entonces?”

 “Yo...estaba preocupada por ti. Keigo...quiero decir que...bueno..yo quiero decirte que lamento mucho lo que pasó... es....mi culpa que estés pasando por todo esto. Entiendo si lo único que quieres ahora es romper el compromiso, pero yo...necesito pedirte algo...” Rei había bajado la mirada mientras hablaba nerviosamente, y no se dio cuenta que Keigo se había levantado y sólo lo notó cuando estuvo frente a ella.

“Por favor, cálmate, estás temblando.” Dijo él, “Rei, yo jamás podría culparte por nada.”

“Pero no pude evitar que Samo...”

Keigo pasó sus dedos entre el cabello de Rei y le sonrió cuando ella levantó la mirada, “No te culpes por eso. Sé que hiciste todo lo que pudiste y aún más. Y te lo agradezco mucho, sin ti allí, yo habría muerto, ¿sabes?”

“Es que...”

“Vamos, deja ya de pensar así. Además, el verdadero culpable ya fue castigado.”

“Ojalá pudiera pensar como tú.” Dijo Rei un poco más tranquila, “Lo más probable es que ese maldito monstruo aún esté vivo en algún lado.”

Keigo se estremeció al escuchar eso, más por rabia hacia Kernath, que por cualquier otra razón, “No importa, tarde o temprano recibirá lo que merece.”

Rei asintió.

“¿Querías pedirme algo?” Preguntó Keigo.

“Sí, pero puede esperar...” Dijo ella sin saber por qué, “Digo, parecías algo ocupado y...”

“Siempre tengo tiempo para los amigos.” Respondió Keigo, “Además, no creo poder negarle nada a la persona que salvó mi vida.”

“Gracias Keigo.” Dijo ella, sonriéndole. “Entonces... le diré a mis amigas que pueden pasar.” Rei sintió algo que no pudo ni quiso intentar identificar cuando su momento de intimidad con Keigo terminó. Pero no podía pensar mucho en eso, tenía trabajo que hacer y Usagi y Ami esperaban.

Mientras Rei abría la puerta y hacía pasar a sus amigas, Keigo se acercó al escritorio y recogió un cristal rojo que cualquiera habría confundido con un rubí y comenzó a deslizarlo entre sus dedos. Cuando las amigas de su prometida entraron, el joven Hikazan guardó el cristal en la bolsa interior de su haori y se preparó para atender a sus huéspedes.

“Ellas son mis amigas: Usagi Tsukino...” Dijo Rei, presentando primero a Usagi.

“Hola, gusto en conocerte.” Saludó Usagi con su mejor sonrisa.

“...Y Ami Mizuno.” Terminó.

“Mucho gusto.” Dijo Ami, “Es un placer conocerte.”

“El placer es mío.” Dijo Keigo, saludándolas con una sonrisa sincera, “¿No preferirían tomar asiento?” Ofreció él, señalando un amplio sillón.

“Sí, gracias.” Respondió Rei.

Keigo, se sentó en un silla frente a las tres chicas, “¿Qué puedo hacer por ustedes?”

“Podríamos hacerte unas preguntas?” Dijo Usagi, “No  te quitaremos mucho tiempo.”

“Puedo dedicarles el tiempo que deseen.” Dijo Keigo, sonriendo otra vez, “Hagan sus preguntas, si puedo contestarlas lo haré con mucho gusto.”

“Muy bien.” Comenzó Ami, “La primer pregunta es...”

+++

Sentada en la cama de su habitación, la señora Hikazan sonreía al mirar la fotografía que había sacado de una caja en donde guardaba sus recuerdos. La foto en cuestión había sido tomada trece años atrás y aún estaba en perfecto estado. En la fotografía, podía verse en un primer plano a una niña pequeña que reía mientras jugaba con un cachorro. La niña no era otra que Rei Hino; a su lado, ligeramente atrás, estaba un niño algo mayor, que parecía no muy contento de que su perro jugara con alguien más. El niño era Keigo Hikazan. Detrás de los niños, sentadas y mirando con una sonrisa la escena estaban la señora Hikazan y la madre de Rei.  Ese había sido un día feliz y la señora Hikazan lo recordaba con cariño. La razón por la que había buscado esa fotografía era para entregársela a Rei, pues la señora Hikazan estaba segura de que la joven Hino no tenía muchas fotografías de su madre cuando aún era una mujer saludable.

“Disculpe, señora.”

La señora Hikazan guardó la fotografía de nuevo en la caja y la dejó en la mesita junto a su cama. Alisando su kimono, se levantó para atender a su ama de llaves, “¿Qué sucede señora Muranaka?”

“Me temo que hay una emergencia en el jardín que debe de atender de inmediato y en persona.” Respondió la otra mujer con un tono grave.

“¿Qué emergencia?”

“Es sobre el joven Keigo y las jovencitas que han venido a visitarlo, parece que se han quedado atrapados en el cobertizo del jardín.”

“Bueno, usa la llave maestra y sácalos de allí.” Dijo la señora Hikazan.

“Lo haría, pero el joven Keigo me pidió que la llamara.”

“Vaya con este muchacho, causar problemas justo el día de hoy.” Se quejó la mujer y caminó junto a su ama de llaves, “Vamos entonces.”

Las dos mujeres no tardaron en llegar al cobertizo, y la señora Hikazan lo abrió sin ningún problema, pero al entrar no se encontró con Keigo. Lo que la esperaba en el cobertizo era el ser que había estrado siguiendo a Rei durante todo el día. La señora Hikazan fue capaz de mirar hacia atrás, esperando recibir ayuda de su ama de llaves, y entonces cayó a la oscuridad.

+++

“Bueno, eso fue todo.” Anunció Ami, “¿A menos que quieras agregar algo?”

“No lo creo. No hay más que agregar.” Dijo Keigo, algo desconcertado por las preguntas de la señorita Mizuno. En especial aquellas respecto a los lugares que había visitado últimamente y a las cosas con las que había tenido contacto. Afortunadamente, no habían preguntado mucho acerca de su vida privada, por lo que dejó de pensar que esto era una idea de Rei para conseguir más información sobre él. De todos modos, no podía entender para qué querrían saber ese tipo de cosas. También había comenzado a sentirse con algo de fiebre, y su mano derecha le picaba un poco.

Ami frunció el ceño ligeramente mientras leía los resultados de su análisis. Las preguntas en sí no tenían nada que ver con lo que había estado haciendo, sólo cumplían la función de distraer y mantener relajado a Keigo y claro, permitirle a Usagi y a Rei obtener información. Pero de cualquier modo, esto era muy raro: Las escalas de medición de energía que Ami utilizaba no registraban nada cuando intentaba medir los niveles presentes en Keigo; ni siquiera aparecían los niveles de energía de un humano normal. ¿Acaso su computadora estaba mal? Pero mientras Ami intentaba entender qué pasaba, Rei y Usagi seguían hablando con Keigo.

“No creo que sea buena idea hablar de eso en este momento.” Dijo Rei luego de que el compromiso apareciera en la conversación.

“Estoy de acuerdo.” Agregó Keigo.

Usagi no alcanzó a decir nada, pues el teléfono comenzó a sonar y Keigo fue a contestar.

“Lo lamento, algo sucedió y tendré que dejarlas solas.” Dijo Keigo al colgar, “¿Estarán bien aquí?”

“Sí, no hay problema.” Le aseguró Rei, “¿Pero qué ha pasado, necesitas ayuda?”

 “El ama de llaves me llamó desde el cobertizo en el jardín, parece que ella y mi madre se han quedado atrapadas dentro. Iré a sacarlas, no tardaré mucho.” Explicó él mientras salía.

“Eso no me huele bien.” Dijo Rei cuando estuvieron solas, “¿Qué hacemos?”

Usagi se levantó y miró por la ventana hacia el jardín, no vio nada extraño, pero no podía ver el cobertizo desde allí, “¿Ami, detectas algo en tu computadora?” Preguntó.

Ami amplió el rango de su computadora para cubrir todo el espacio de la casa, “Bueno... Keigo sigue sin aparecer en la pantalla, pero definitivamente hay algo muy raro en el cobertizo. No creo que sea amigable por lo que he registrado aquí.”

“¿Usagi?” Preguntó Rei.

“Vamos allá, será mejor que se transformen antes de salir del cuarto.” Dijo Usagi ahora con un semblante serio, “Saldremos por la ventana para ahorrar camino.”

Mientras las chicas decidían qué hacer, Keigo avanzaba hacia el cobertizo, girando el llavero entre sus dedos y tarareando una canción que le gustaba. Se había sentido mejor en cuanto dejó atrás la habitación, y la sensación de fiebre ya casi no lo molestaba, aún le picaba la mano, desafortunadamente. El joven se calzó sus sandalias y atravesó el jardín, y no tardó en llegar a la puerta del cobertizo. Llamó a su madre, para decirle que abriría la puerta, pero no hubo respuesta. El joven abrió la puerta, “¿Madre?¿Señora Muranaka? ¿Están bien?” Preguntó desde el umbral. Iba a dar un paso hacia adentro, cuando una fuerza enorme lo lanzó de un golpe hacia atrás. Keigo cayó sobre una vieja caja de madera llena de herramientas de jardín y sólo por un milagro no quedó atravesado por las grandes y filosas tijeras para podar que allí había guardado el jardinero.

“Sé que hay tres de las brujas Scout aquí. Llámalas.” Dijo el ser que había golpeado a Keigo y que no era otro que Kernath. La bestia, Kernath era algo distinto, su brazo derecho ahora era una larga y viscosa monstruosidad azul que terminaba en tres dedos nudosos y horribles. Keigo tembló de rabia y miedo cuando vio que su madre, inconsciente, estaba en esa horrible mano, y que Kernath podría aplastarla en cualquier momento. El joven Hikazan volvió a sentirse con fiebre, su mano comenzó a arder y pronto sentía que su cuerpo se quemaba de adentro hacia fuera, pero no podía hacer nada. Enfermo no tenía oportunidad de sobrevivir a esta situación desesperada.

Dentro del cobertizo, la señora Muranaka caía de rodillas, no podía creer que había hecho esto; ella no tenía hijos, pues nunca se casó, pero había cuidado a la señora Hikazan desde que era niña y adoraba a Keigo como si fuera su nieto. La mente de la pobre mujer estaba recuperando el control; el parásito que Kernath usó para obligarla a obedecer estaba perdiendo fuerza. Al final, con un gemido, la mujer vomitó al parásito, que una vez fuera, intentó arrastrarse lejos. Comprendiendo la causa de su traición, la señora Muranaka tomó una pala y con sus últimas fuerzas aplastó a la criatura y después cayó rendida al suelo. No despertaría hasta mucho después.

Pero afuera, sin embargo, la situación seguía igual. Keigo se había puesto de pie, pero no tenía fuerzas para hacer nada; ¿qué no era el, a fin de cuentas un humano normal? No podía salvarse, ni siquiera podía salvar a su madre. No, al menos a ella tendría que ayudarla, “Deja a mi madre.” Exigió Keigo, “Yo fui quien ayudó a la Sailor Scout a hacerte daño. Tú me quieres a mí. No la necesitas a ella para vencer a la Sailor Scout, me necesitas a mi.”

Kernath miró a Keigo y luego a la mujer que sostenía, entonces dijo, “Yo haré todo lo necesario para ganar. Además, lo más delicioso de todo esto es poder mirar el sufrimiento en los rostros de aquellos que me desafían. Ahora sufres tú, y pronto te usaré para que esas Sailor Scout sientan lo mismo.”

“Entonces eres sólo un cobarde que necesita un rehén para sentirse seguro.” Le refutó Keigo, escupiendo las palabras lentamente. Contaba con poder distraer un poco más al monstruo, sólo un poco, para que Rei pudiera ayudarlo, ésa era su única esperanza.

“¡Cómo te atreves mocoso imbécil!” Gritó Kernath, “¡He aplastado insolentes como tú desde antes que tu estúpida raza se arrastrara de debajo de las piedras!”

Keigo comenzó a sentirse más enfermo, y una serie de imágenes se le deslizaba en la mente, como viejos recuerdos que regresaban cuando uno no los deseaba. La fiebre lo hacía sudar, y ahora todo su brazo derecho le ardía, pero algo era diferente; había comenzado a entender algunas cosas gracias a esos ‘recuerdos’ que llenaban parte de sus pensamientos. De pronto supo que había algo más. Sólo tenía que saber qué era y cómo usarlo. ¿Dónde estaba Rei?

En ese momento, una columna de fuego se lanzó hacia Kernath que casi no logró esquivarla. “¡Oye feo!” Interrumpió Sailor Mars, junto a ella estaban Sailor Moon y Sailor Mercury, “Será mejor que dejes a esa gente en paz.”

Kernath estaba furioso, y miró a Keigo con desprecio, “Sólo me distraías.” Dijo, “No importa, ahora podré encargarme de estas tres brujas.” Y entonces lanzó a la señora Hikazan por los aires, para luego atacar a las tres Sailor Scout.

La treta funcionó. Las Sailor Scout se distrajeron y Kernath fue capaz de barrerlas y derribarlas de un golpe. El ser se volvió, no quería perderse cómo la mujer caía al suelo y se rompía los huesos. Pero eso nunca pasó, Keigo logró atrapar a su madre y evitó que la caída la matara. La mujer, afortunadamente, no despertó. Ahora fue Kernath quien estaba distraído y las chicas aprovecharon eso.

“Mars Snake Fire!”

Kernath se volvió y levantó su brazo derecho, la serpiente de llamas de Sailor Mars se impactó allí y fue absorbido sin causarle daño. “Este nuevo brazo resiste al fuego, y también cualquier cosa que puedan usar en mi contra, niña. ¿Sorprendida?”

“No, aunque seas inmune a mis ataques, aún recibirás tu castigo.” Le amenazó Sailor Mars.

Kernath no respondió y saltó, apuntando a la que podía percibir como la más fuerte de las tres Scout: Sailor Moon.

“¡Sailor Moon Hazte a un lado!” Gritó Mercury, interponiéndose entre Moon y el monstruo, “Tu turno no llega aún, ya sé cómo vencer a esta criatura.” Y era verdad, Mercury había realizado un análisis rápido sobre Kernath y tenía una buena idea de cómo acabar con él. En el último momento, poco antes de que la bestia cayera sobre ellas, Sailor Mercury se preparó, “Shine Aqua Illusion!”

Kernath fue alcanzado por el ataque de Mercury directo en los ojos, no le causó mucho daño, pero no podía ver, y cayó al suelo en muy mala forma. La bestia se incorporó de inmediato, sacudiendo su brazo derecho salvajemente a los lados, esperando golpear a alguna de las Sailor Scout. Pero las chicas se mantenían a una distancia prudente.

“¿Qué hacemos ahora?” Preguntó Sailor Moon, “Dijiste que todavía no era mi turno.”

“Ya lo es.” Dijo Mercury en voz baja,  “Usa tu tiara para golpearlo en el hombro derecho, si logramos herirlo allí, Mars podrá atacarlo con fuego en ese punto y eso acabará con él.”

“Bien.” Moon se adelantó un par de pasos, “Moon Twilight Flash!”

La gema en la tiara lunar de Sailor Moon envió un rayo de luz sólida que se estrelló con un resplandor en lo que parecía ser el hombro de Kernath, pero cuando la gema dejó de brillar, las chicas descubrieron que Kernath había rebotado el ataque con el codo y que sus ojos ya se habían recuperado. “No estuvo mal, mocosa, ¿De qué otro sabor tienes?” Se burló.

“Esto está mal.” Murmuró Mercury, “Ahora será más difícil derrotarlo.”

Kernath parecía tener ganada la pelea; no le permitió a las chicas recuperarse, y ahora las atacaba con rapidez, sin darles tiempo a hacer nada más que esquivarlo y tratar de defenderse de algún modo. Pero entonces, el monstruo tuvo suerte y capturó en su horrible garra a Sailor Mars, apretándola con tal fuerza que le arrancó un grito de dolor.

“Sailor Mars!” Gritó Moon.

“¡Quietas!” Ordenó Kernath, “Muévanse y su amiguita se muere en este momento.”

Moon y Mercury obedecieron, ambas pensando qué hacer.

Keigo Hikazan, había aprovechado que Kernath no le prestaba atención para asegurarse de que su madre estaba bien y dejarla en un lugar un poco más seguro. Cuando puso atención de nuevo a lo que hacían las Sailor Scout, se encontró con que Mars estaba en las garras de la bestia, y que sus amigas no podían hacer nada aún para salvarla. ¡Eso era demasiado! ¡Esa bestia no sólo había matado a su perro, maltratado a su madre y a la señora Muranaka, sino también a Rei! Keigo no pudo soportarlo más, Rei le había salvado la vida antes y verla así fue lo que desencadenó todo. El dolor en Keigo desapareció junto a la fiebre; y entonces entendió. Si se hubiera mirado la mano derecha habría visto un cambio, pero no necesitaba hacerlo para saber qué le había pasado ni que la gema que había ocultado en la bolsa interior de su haori ya no estaba allí. Keigo entendió también que no podía dejar que las Sailor Scout descubrieran lo que él era, pero no por eso dejaría de ayudarlas. Miró a su alrededor y recogió unas largas tijeras de podar del suelo, el guante en su mano desapareció bajo su piel mientras lo hacía. Había logrado escuchar algo del plan de las Sailor Scout, y creía que tal vez podría serles útil sin revelarles nada.

Kernath se deleitaba mirando la frustración en el rostro de las dos Sailor Scout, así como también lo hacía al apretar cada vez más fuerte el cuerpo de la Scout que tenía cautiva. Eso lo distrajo tanto que decidió ignorar la sensación de un aumento de energía detrás de él, pues pensó que cualquier cosa que fuera, podría enfrentarlo sin problemas. Eso fue un grave error. Justo cuando el ser estaba a punto de romperle un par de costillas a Mars, algo se enterró profundamente entre la unión de su brazo derecho y su hombro. El monstruo dejó escapar un terrible alarido y se retorció, soltando a Sailor Mars. Keigo cayó de espaldas, las tijeras húmedas con la negra sangre de Kernath aún en la mano. Furioso, el ser se volvió hacia el joven Hikazan, decidido a sacarle las tripas igual que había hecho con su perro.

“¿Qué esperan?” Le preguntó Keigo a Moon y a Mercury, “Ya está herido en el hombro como querían, ¡hagan algo!”  

Mars no estaba en condición de ayudarles, pues se había quedado sin aliento y le costaba respirar. Lo cual dejaba sólo a Sailor Moon, quien actuó de inmediato.

“Moon Princess Halation!” Gritó Moon, liberando una descarga de energía de su cetro que golpeó directamente a Kernath. Ya una vez Moon había usado esa técnica en contra del monstruo y no había resultado muy efectiva. Pero esta vez, Kernath recibió el ataque justo en donde estaba herido, la fuerza liberada por Sailor Moon entró por debajo de su dura piel, y su cuerpo comenzó a consumirse por dentro.

“¡Si crees que es el fin, estás equivocada!” Gimió Kernath, mientras se disolvía  formando una mancha oscura en el suelo.

“No lo dejes hacer eso!” Dijo Sailor Mars haciendo un esfuerzo, “¡Escapará si logra disolverse por completo!”

“Shine Snow Illusion!”

El frío ataque de Mercury tuvo un efecto inmediato en el cuerpo de Kernath, congelándolo cuando la mitad de su cuerpo ya se había vuelto un líquido negro y pegajoso. El general del ejército de los parásitos era ahora nada más que una estatua de hielo que recordaba vagamente a un esqueleto humano que salía del suelo de la cintura para arriba.

“¡Sailor Moon, es todo tuyo!” Anunció Sailor Mercury.

Moon asintió y elevó su cetro, “Rainbow Moon Heart Ache!” Esta vez, el poder de Sailor Moon hizo más que debilitar a Kernath. El ser, al ser bañado por la energía del Rainbow Heart Ache, lanzó un último alarido que heló la sangre de las tres Scout; entonces, el monstruo se cuarteó, y sus pedazos se convirtieron en un polvo que se elevó por el aire hasta perderse de vista. La hierba nunca creció de nuevo en el lugar en que el monstruo fue destruido.

“No estaba segura de que mi Shine Snow Illusion funcionara contra él.” Admitió Sailor Mercury, limpiando el sudor que le bajaba por la frente, “¿Ese fue el monstruo que las atacó en Hakone? Era más fuerte que Cyprine y Ptilol de acuerdo a mis datos.”

“Eso explica por qué no había podido vencerlo.” Dijo Sailor Mars, levantándose con ayuda de Keigo, “Pero me extraña que siendo tan fuerte fuera tan cobarde. Siempre que lo enfrentamos utilizaba algún truco para ponernos en desventaja.”

“Ya no importa.” Dijo Sailor Moon, “Ya no molestará más. Sin embargo, el enemigo aún no está acabado. Sarnath aún puede atacarnos, y puedo asegurar que él es más fuerte de lo que Kernath era.” La joven princesa suspiró, “Y ellos son sólo  que sirvientes de alguien que aún no se ha revelado.”

“¿No me digas que estás perdiendo ánimos?” Preguntó Mars, “¡Oye! ¿Qué nosotras estamos pintadas? ¡Siempre hemos salido adelante juntas y esta vez no será la excepción!””

“Ella tiene razón, estando juntas podemos enfrentar lo que sea.” Aseguró Mercury.

Sailor Moon miró a sus dos compañeras, y su alma se llenó de nuevo de entusiasmo y esperanza. Sí, con sus amigas sería capaz de resistir a esta nueva tormenta cuando se desatara por completo. Moon sonrió, hubiera deseado que las demás estuvieran allí en ese momento, pero entendía perfectamente lo que Mercury y Mars trataban de decir, “Gracias amigas... no sé que haría sin ustedes.”

+++

Keigo salió de la habitación de la señora Muranaka, había estado hablando con el ama de llaves, que no recordaba nada después de haber recibido a Rei y a sus amigas. El joven Hikazan había logrado convencer a la mujer de que sólo había estado durmiendo. La señora Muranaka, que era muy responsable, no creyó con facilidad que había dejado a las tres huéspedes desatendidas; pero Keigo se las arregló para que la mujer aceptara esa versión. Tranquilo al saber que su nana no recordaba haber sido controlada por un parásito, Keigo se permitió un respiro profundo que le permitió relajarse un poco.

“¿Cómo está?” Preguntó Usagi, Ami de pie un poco atrás.

“En lo que cabe, bien.” Respondió él, caminando hacia el cuarto de su madre, a quien Rei hacía compañía, “La señora Muranaka no tardará en salir de su habitación y ocuparse en algo pero no está lastimada, gracias a ustedes.” Keigo ya había asimilado el que su prometida y sus amigas fueran Sailor Scouts, de hecho, luego de descubrir lo que él era, no le impresionaba demasiado.

“Rei llamó por el intercomunicador hace unos minutos.” Dijo Ami, “Nos avisó que tu madre ya despertó, ella tampoco recuerda nada y Rei logró convencerla de que la encontró durmiendo en su habitación. También dijo que volvería a entrar para hablar con ella un poco.”

“¿Y mi madre no preguntó por qué Rei entró sin permiso?” Quiso saber Keigo.

“Sí, pero cree que ella llamó a Rei antes de dormirse, así que no hay problema.” Dijo Ami.

“Muy bien. Iré a ver a mi madre entonces.” Dijo él, “¿Vienen?”

“Por supuesto.” Contestó Usagi, “Tenemos que avisarle a Rei que ya es tarde y tenemos otras cosas que hacer aún.”

Rei había estado conversando con la madre de Keigo y se encontró con que la señora Hikazan no le desagradaba en lo absoluto, pues era agradable y honesta con ella, además, la trataba bastante bien. “¿Cuándo fue que mi madre y usted se conocieron?” Preguntó ella.

“Nos conocimos cuando fui al templo Hikawa con algunas compañeras del colegio.” La señora Hikazan sonrió, “Yo no creía en esas cosas, pero sólo por diversión acepté que tu mamá hiciera una predicción para mí.”

“¿Qué predicción fue?” Preguntó Rei.

“Es un secreto. Pero tu madre acertó y tuve que regresar a darle las gracias. Luego de eso, comencé a frecuentarla cada vez más. Tiempo después, entramos a la misma preparatoria”

“¿Cómo era mi madre en la escuela?” Preguntó Rei, ansiosa de saber más.

“Bueno, siempre fue más inteligente que yo. Era muy querida por todos los que la conocían, pero nunca fue muy buena para los deportes.”

Rei ya sabía eso, su madre siempre tuvo una condición débil. Pero no se sintió ofendida.

“De cualquier modo, yo sí era buena para los deportes, y como era la capitana del equipo de atletismo, siempre conseguía que tu madre no tuviera que tomar clase de educación física. A cambio, tu mamá me ayudaba a estudiar y a pasar los exámenes finales.”

“Parecía que tenían un buen acuerdo.” Dijo Rei.

“En realidad sí.” Admitió Naomi, quien entonces le contó a Rei varias anécdotas acerca de su madre.

La señora Hikazan estaba contándole a Rei acerca de su boda cuando un par de golpes en la puerta la interrumpió, “¿Puedo pasar?” Era Keigo.

“Sí hijo, adelante.”

Keigo entró, seguido de Usagi y Ami, pronto, y a pesar de que las chicas en verdad tenían un poco de prisa, (en especial Ami) pronto comenzaron a conversar, dejando a Keigo fuera de la plática por casi la mayor parte. Pero el joven Hikazan no se molestó, estaba haciendo planes propios para esa noche. Quería encontrar a los otros guardianes, ya que estaba seguro que ellos estaban en Tokio, en alguna parte.

“La verdad quisiera quedarme un poco más.” Admitió Rei, “Pero tenemos algunas cosas que hacer y en realidad debemos irnos.”

“Lo entiendo.” Respondió Naomi Hikazan, que caminó con las chicas hasta la puerta de su habitación, para acompañarlas hasta la salida, entonces recordó algo y regresó, llamando a Rei para que la siguiera. Usagi y Ami esperaron afuera de la recámara.

“¿Sucede algo?” Preguntó la joven Hino.

Naomi buscó debajo de una cajita que estaba sobre su mesa de noche y tomó la fotografía que había puesto allí, “Creo que esta foto estará mejor contigo, Rei.”

Rei tomó la fotografía y la miró. La joven rió en voz baja al mirar la imagen y por fin supo porqué se había sentido tan familiar en esta casa, “Gracias, en verdad aprecio mucho este detalle.” Rei le mostró a Keigo la fotografía, “Creo que Samo no se olvidó de mi, a diferencia tuya.”

Keigo dejó escapar un suspiro, “Bueno, él no tenía otras cosas que hacer como tú y yo.”

Después de eso, la señora Hikazan y Keigo acompañaron a las tres chicas a la salida, y no regresaron dentro hasta que las tres amigas doblaron por la esquina.

+++

Mas tarde, a bordo de un vagón del tren eléctrico, Usagi y Rei mantenían una conversación. “¿Has pensado en que tal vez todo esto no es mala idea Rei?” Preguntó Usagi.

Rei la miró un poco confundida, “¿Qué no es mala idea?”

Usagi sonrió, “Tu compromiso con Keigo. Digo, el ya sabe quienes somos, no es tan mal tipo y parece que le agradas a toda su familia; sin mencionar que también él parece estar feliz contigo cerca.”

“¿Por qué dices eso?” Preguntó Rei, “No niego que Keigo es alguien en quien se pueda confiar, y su madre es muy agradable. Pero eso no quiere decir que sea buena idea seguir con el compromiso por esas razones nada más.”

“¿Cuándo lo cancelarás entonces?” Preguntó Usagi, quien estaba segura de que Rei no quería hacer eso o que al menos no estaba segura de hacerlo. En realidad, Usagi pensaba que Rei en verdad podría llegar a tener algo con él muchacho Hikazan y deseaba que su amiga al menos lo intentara.

“No lo sé.” Dijo Rei y miró por la ventana, “Cuando sea el momento oportuno, supongo.”

Ami evitó comentar algo, pues estaba más preocupada por la cena a la que su madre la llevaría, en realidad no deseaba mucho asistir. Usagi y Rei siguieron conversando sobre lo que había sucedido ese día, y así siguieron hasta que se despidieron en la estación del metro.

----------------------------------------------------------------------------------------

La historia continuará en el capítulo Once.

Seguramente esto ya lo sabías, pero en todo caso aquí hay unos datos sobre este capítulo:

  1. El Haori y el Hakama: El haori es la chaqueta tradicional holgada de mangas amplias que utilizan los hombres (y también muchas mujeres) en Japón y el hakama son pantalones, también amplios, que se usan como complemento del haori . Una buena descripción serían las ropas que usa Rei cuando trabaja en el templo: estas ropas consisten de un haori blanco de mangas largas y un pantalón hakama de color rojo.

  2. El Shine Aqua Illusion, el Shine Snow Illusion y el Rainbow Heart Ache, son ataques que aparecen en el manga de Sailor Moon; y con excepción del Rainbow Heart Ache; no recuerdo haber visto a Sailor Mercury usar los otros dos.

  3. Cyprine y Ptilol son las miembros más fuertes de las Witches Five, y aparecen (hasta donde recuerdo) sólo en el manga. Las Sailor Scouts tuvieron bastantes problemas cuando las enfrentaron.

Si hay algún comentario que desees hacerme, escríbeme a: facer_dr@hotmail.com

Por cierto, aún falta otra escena, aunque me temo que es un poco corta.

 -----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

+Interludio 3+

Los guardianes.

Sara D’Neige esperaba con algo de impaciencia a que el nuevo miembro de su equipo se dignara a aparecerse. Estaba junto con los otros dos guardianes en el techo de la escuela de talento, y en realidad no entendía qué podría tomarle tanto tiempo al guardián que, si sus cálculos no habían fallado, tendría que aparecer esa noche.

“Dígame Maestra Sara...” Preguntó Naru, “¿Tiene usted novio?”

Sara miró extrañada a Naru y entonces se sacó de debajo del cuello de la camisa la cadena que siempre llevaba oculta, de esa cadena pendía un anillo de compromiso, “Sí, él vive en Francia, pero ya tenemos fecha para nuestra boda.”

Naru, que algo sabía de joyas, se sorprendió al notar que el anillo era más caro que toda la mercancía que su madre tenía en la joyería en ese momento, “¿Y qué hace él?”

“¿Has escuchado de los vinos Maese Peregrine?”

“Sí.” Respondió Naru, “Es una empresa muy importante en su ramo.”

“Mi novio es el heredero de esa compañía. Ahora se encarga de el área de exportaciones, pero pronto será Director General.”

“¿Cómo lo conoció?” Quiso saber Naru, aprovechando el hecho de que su maestra estuviera de humor para responderle.

“En un desfile de modas y...”

Detrás de las dos mujeres, Carlos ignoraba su conversación y en cambio, intentaba decidir si convenía decirle a Makoto su secreto. Al final, el joven no pudo decidirse y se puso a pensar en el uniforme de Sara y Naru era muy parecido, mostrando que eran maestra y alumna, pensó Carlos. Su uniforme era diferente, él se había contentado con sus fieles botas de obrero, un pantalón de mezclilla, una camisa blanca y una chamarra de piel gris para indicar cuál era su color como guardián. Estaba a punto de preguntarle a Sara si no sería mejor salir a buscar cuando él nuevo llegó: Era un hombre joven, vestido con pantalones negros y una camisa y chaleco rojos de distintos tonos. En su mano derecha llevaba un guante en el que una gema carmesí refulgía como el crepúsculo.

“Empezaba a pensar que no vendrías.” Dijo Sara, “Bienvenido.”

“¿Qué hay?” Saludó Carlos.

“Buenas noches.” Dijo Naru, “¿Cómo te llamas?”

“Keigo Hikazan, a su servicio.” Respondió el recién llegado, “Pero tú no eres la guardián verde que recuerdo, ¿Qué ha pasado? ¿Podrían también decirme cómo es que obtuvieron sus guantes de poder?”

“¿Las historias de cada uno de nosotros? Eso sería algo largo de contar.” Dijo Sara.

“Me gustan las historias largas.” Respondió Keigo, “Y creo que es mejor que sepa que sucedió; somos equipo y no deberíamos tener secretos entre nosotros. 

Sara comenzó, contándole cómo la primer guardián verde la había despertado en Francia un par de años antes. Después, Naru contó su historia sin omitir ningún detalle, de cómo había conocido a su bisabuela en el sótano, y cómo fue que obtuvo el guante y cómo había estado aprendiendo a usarlo. Luego, Carlos le narró lo sucedido en el club Techno Spider y cómo Sara y Naru lo habían despertado.

Keigo se mostró bastante interesado, “Leí sobre ese disturbio en el centro nocturno en el periódico, arrestaron a muchos criminales.” Dijo él y luego se dirigió a Naru, “Te agradará saber que Kernath está muerto; tu bisabuela ya ha sido vengada.”

“Esas son buenas noticias.” Dijo Sara, “Pero no tan buenas.”

“Lo sé. ¿Imagino que nuestro líder aún duerme?” Preguntó Keigo.

“¿Quién sabe?” Respondió Carlos, “Igual y podría estar muerto. Recuerda que fue él quien hundió la fortaleza de los antiguos, y su gema pudo haber sido destruida en el proceso.”

“Si eso sucedió, entonces no hay esperanzas de encontrarlo en esta época.” Agregó Sara.

“Sería un gran problema.” Dijo Keigo, “El jefe era el más fuerte de nosotros y sin él, dudo que podamos hacer algo; aunque...”

“¿Sí? Continúa.” Pidió Sara.

“Las Sailor Scout podrían ayudarnos.” Continuó Keigo, “Estoy seguro que ellas podrían ser el factor que nos daría la victoria. Justo hoy las vi vencer a Kernath.”

“Impresionante, pero no demasiado.” Dijo Sara, “¿Crees que podrían enfrentarse a un antiguo verdadero? Recuerda que Kernath era tan sólo un segundón.”

“Estoy seguro que podrían.” Dijo Keigo.

“Yo también.” Agregó Carlos.

“Y yo.” Finalizó Naru, “Las Sailor Scouts son la única alternativa que nos queda. ¿no cree que deberíamos pedirles ayuda de una vez, maestra Sara?”

Sara meditó por unos momentos, ella siempre había sido la segunda al mando y temía mucho equivocarse, “No les pediremos ayuda.” Dijo al fin, “Al menos aún no. Esperaremos un poco más, y si el jefe no aparece, entonces hablaremos con esas Sailor Scout y les explicaremos todo. No las conozco, pero si ustedes confían en que su ayuda sería valiosa, entonces aceptaré pedirles ayuda cuando llegue el momento de hacerlo. Pero aún no.”

“Me parece sensato.” Respondió Carlos, y así, los guardianes decidieron esperar un poco más.

Ninguno de los cuatro guardianes notaron que alguien más los miraba desde una azotea más alta, a espaldas de la escuela de talento. La figura los observaba con gran interés, vestía absolutamente de negro, y cuando se alejó del lugar, parecía que en lugar de ocultarse en las sombras, fuera una parte de ellas. Este oscuro personaje tenía mucho interés en las decisiones que tomaran los guardianes y por el momento, se sentía complacido con lo que había averiguado. Sin duda alguna, los cuatro guardianes habían tomado la mejor decisión posible.