Prólogo || Capítulo 1 || Capítulo 2

  Capítulo 3 || Capítulo 4 || Capítulo 5  

Capítulo 6 || Capítulo 7 || Capítulo 8

Capítulo 9 || Capítulo 10 || Capítulo 11

Capítulo 12 || Capítulo 13

 

Capítulo Cinco

La sombra más allá del desierto.

Setsuna Meioh estaba decepcionada; acababa de volver de la puerta del tiempo y a pesar de poner todo su empeño en su tarea, no fue capaz de encontrar nada que le fuera útil. Sentándose en uno de los amplios sofás de la sala, Setsuna se hundió en su asiento; no era seguro que la Luz blanca fuera un factor definitivo en el problema que le habían comentado Rei y Makoto un par de días antes.

*BEEP~~~BEEP!!*

El teléfono. Y Setsuna no esperaba ninguna llamada.

“¿Diga?”

¿Setsuna? no tengo mucho tiempo para hablar...” Era Haruka, y su voz sonaba ligeramente alarmada.

“¿Qué sucede?” Quiso saber Setsuna.

Necesito que vengas a Australia.” Pidió Haruka, “Ya llamé a Michiru y le pedí lo mismo que a ti. Ella ya viene en camino.

“¿Pero qué sucede?” Preguntó Setsuna por segunda vez, “Aún si me preparo para salir hoy, llegaré hasta mañana. Al menos dime qué es tan importante.”

“...No hay tiempo para eso, sólo puedo decirte que Hotaru ‘encontró’ algo y creo que será mejor que tu y Michiru lo vean en persona.” Dijo Haruka, “Casi estoy segura de que es algo grande.

“En ese caso me daré aún más prisa.” Contestó Setsuna, “¿Cómo te localizo cuando llegue allá?”

Toma un taxi y ve al hotel Hallmark de Sidney. Mi habitación es la 314. Nos veremos en cuanto llegues al hotel.” Le instruyó Haruka y sin decir nada más; cortó la comunicación.

“Eso fue más misterioso de lo normal.” Murmuró Setsuna mientras llamaba al aeropuerto, cruzando los dedos en espera de poder conseguir un asiento en el primer vuelo del día con destino a Australia.

+++

Mientras, en otro lado...

“¿Crees que a Mamoru le guste esto?” Preguntó una linda joven de largo cabello rubio.

“Honestamente no lo sé.” Respondió una muchacha alta de cabello castaño, “Pero si no dejas de pensar en tu novio no vas a aprender a cocinar el Yakiniku a mi estilo.”

“Lo que pasa es que quiero que él lo pruebe.” Contestó Usagi, tomando una cazuela y acercándola a la estufa.

“No Usagi, la salsa para preparar el Yakiniku no se pone al fuego aún.” Dijo Makoto mientras tomaba el recipiente que su alumna intentaba colocar sobre la lumbre y lo ponía a salvo en la mesa de la cocina.

“Pero dijiste que debía calentarla antes de agregar la carne.” Se quejó Usagi.

“Sí, pero la carne aún no está preparada. Si calientas la salsa ahora, lo que tendrás al momento de usarla es un engrudo agridulce.” Explicó Makoto mientras le pasaba a Usagi dos piezas de filete, “Parte esto en trozos chicos, Usagi.”

“Muy bien.” Contestó la chica de cabello dorado, que comenzó a hacer lo que su amiga le pidió con gran entusiasmo, “¿Están bien de este tamaño?”

Makoto asintió, “El tamaño está bien, pero trata de que tus cortes sean más parejos, así la carne se cocinará más rápido.”

“¡Entendido, maestra!” Dijo Usagi riendo. Esta era su tercera clase de cocina con Makoto, y bajo la tutela de su amiga, Usagi se había dado cuenta que cocinar podía ser bastante interesante y en momentos verdaderamente divertido.

Aún así, Usagi había notado que su amiga tenía la mente en otra parte, “Oye Makoto, ¿te pasa algo? Te noto un poco distinta.” Le preguntó una vez que la carne ya se estaba cocinando junto con la salsa.

Al escuchar esto, Makoto dejó de partir las legumbres para el Tempura, que era el siguiente platillo que pensaba enseñar a Usagi, “¿Se nota tanto?” Preguntó ella, “Bueno, en realidad si sucedió algo.”

El tono de voz de Makoto no indicaba que lo que había pasado fuera algo malo, así que para Usagi no fue difícil deducir la siguiente opción, “¡Ajá! ¡Entonces conociste a alguien!” Dijo ella emocionada.

“Bueno...” Comenzó Makoto y le relató a Usagi su encuentro con Carlos.

“Parece un chico agradable.” Dijo Usagi cuando Makoto terminó de contarle, “¿Crees que te invite a salir?”

“No creo.” Contestó Makoto, “No hablé mucho con él. Pero su mamá me trató muy bien.”

 “¿Su.... madre? ¿No es un poco rápido para que hayas hablado con su mamá?”

“Bueno; ella fue quien me recibió cuando fui a devolver la chamarra.”

“...¿Y qué tal tu futura suegra?” Preguntó Usagi tratando de sonar lo más seria posible.

“¡Oye!” Exclamó Makoto, que al descuidarse vació las verduras dentro de la sartén con el Yakiniku, “¡Mira lo que me hiciste hacer!”

“¡Creo que hemos inventado un nuevo platillo!”, Dijo Usagi y comenzó a reír, después de un momento, Makoto terminó uniéndosele.

+++

El vuelo a Australia fue aceptablemente rápido, pero debido a los horarios de vuelo y al terrible clima, Setsuna llegó al aeropuerto internacional de Sidney a las tres de la mañana. Y aunque le hubiera gustado tener un poco de tiempo extra para recorrer el lugar; tenía otras cosas más importantes que hacer. Entre ellas conseguir un triste taxi; ¿acaso los taxistas estaban de huelga? Setsuna había recorrido ya la salida del aeropuerto varias veces y ningún taxi se había dignado a aparecer por ningún lado. Casi al borde de un colapso de desesperación, durante su quinto recorrido por la salida del edificio, Setsuna al fin encontró transporte. A la joven mujer le tomó sólo unos segundos el acomodar su única maleta en el asiento trasero del auto y después sentarse en el asiento del pasajero junto al chofer, pidiéndole que la llevara al hotel que Haruka le había dicho.

“¿Están ustedes en huelga?” Preguntó Setsuna.

“Por supuesto que no, señorita.” Respondió el chofer, “Pero en estos días, casi ninguno de nosotros trabaja de noche.”

“¿Algún problema?”

“¡Claro que sí!” Respondió el taxista, “Muchos compañeros han desaparecido en la última semana, y la situación es peor en los ranchos, señorita; mucho peor. Tal vez el gobierno mantenga calladas las cosas, pero toda la gente sabe la verdad. ¿Sabía usted que hemos tenido este clima lluvioso por casi dos meses?”

“La verdad no.”

“Pues es cierto.” Dijo el hombre, “Y fue por ese entonces que la gente comenzó a desaparecer. Primero fue la gente de los ranchos más alejados. Y cuando alguien investigaba, no encontraba nada. Hasta ahora han desaparecido casi cincuenta familias,  y si le agregamos a algunos compañeros y algunos policías; en total unas cuatrocientas personas se han desaparecido sin dejar rastro. ¡Y los asquerosos políticos no hacen nada!”

“Y usted, ¿qué cree que ha causado las desapariciones?” Preguntó Setsuna, bastante interesada en la conversación.

“¿Yo? Si se lo digo, seguramente pensará que estoy loco.”

“Le aseguro que no.” Dijo Setsuna, su tono de voz y la seriedad que marcaba su rostro convencieron al taxista de continuar.

“Muy bien, pero recuerde que se lo advertí.” Dijo él. “Muchos compañeros y yo creemos que son esos malditos diablos del gran desierto Arenoso.”

“¿Diablos?” Definitivamente Setsuna tenía que escuchar el resto de la explicación.

“Exacto. Esas cosas, las vieron por primera vez hace unos tres o cuatro meses.” Comenzó el taxista, al tiempo que activaba el limpiaparabrisas para lidiar con la llovizna que había comenzado a caer, “Al principio creíamos que era una nueva historia que habían inventado los granjeros. Muchos son muy supersticiosos y les encanta inventar cosas. Pero ahora nadie que yo conozca cree que sea un cuento; ellos saben que los diablos están por allí y que ya no se conforman con comerse a la gente de los ranchos.”

Setsuna estaba segura de que Haruka había escuchado esto antes y lo había tomado como una historia de las que a la gente le encanta contar a los turistas. Pero seguramente algo que Hotaru había visto la hizo tomarlo más en serio. “Y estos diablos, ¿Cómo son?”

“Pues... algunos granjeros, que ya no son granjeros señorita, dicen que son unos enanos negros con ojos blancos y brillantes que se mueven entre las sombras y que no tienen ni nariz, ni boca ni orejas; lo único que tienen en la cabeza además de esos ojos blancos, son un par de largos y retorcidos cuernos tan negros como ellos mismos. Es por eso que les llaman diablos. Da miedo, ¿verdad señorita?”

Setsuna asintió y guardó silencio el resto del trayecto pensando en qué debía hacer. Su silencio claro, no impidió que el taxista siguiera hablando de todas las historias sobre desapariciones que había escuchado.

Una hora más tarde, Setsuna llegó al hotel donde se hospedaba Haruka. La joven mujer decidió pagar por una habitación para ella sola, y luego se dirigió a los elevadores. Después de instalarse en su cuarto, el número 228, Setsuna tocaba en la puerta de la habitación 314. para su sorpresa, fue Hotaru quien la recibió.

“¡Setsuna, sí viniste!” Exclamó Hotaru.

“Por supuesto que sí.” Respondió ella, “¿Y Haruka? ¿No te habrá dejado sola?” Preguntó mientras entraba en la habitación.

“Claro que no.” Respondió Haruka desde el balcón, junto a ella estaba Michiru.

“Veo que tú llegaste primero Michiru.” Observó Setsuna después de intercambiar saludos con sus compañeras.

“A mí me llamaron antes que a ti.” Respondió Michiru sentándose en uno de los cómodos sillones color azul que había en la habitación, “Afortunadamente, no tuve que cancelar mis conciertos.”

“Eso es bueno. Pero a me gustaría saber más sobre lo que mencionaste por teléfono Haruka.” Pidió Setsuna sentándose frente a Michiru. “¿Imagino que tiene que ver con los diablos del desierto?”

Hotaru fue la que contestó, “En realidad sí. Hace un par de días hice un, digamos, descubrimiento, durante la vez que visitamos el gran desierto Arenoso con otros turistas.” La niña hizo una pausa cuando Haruka afirmó que Hotaru había desaparecido por un par de horas ese día, y luego continuó, “Después de haber caminado sin rumbo por un largo rato, llegué a un lugar bastante extraño.

 “No sé por qué decidí alejarme por mi cuenta, ni en qué dirección había caminado cuando vi aquél montón de bloques descubiertos por el viento del desierto. Desde que las miré, supe que había algo completamente fuera de lo normal con esas piedras; pero no pude verlo hasta que en vez de mirar bloque por bloque, permití que mi mirada se posará en varios a la vez. Entonces entendí que me encontraba frente a una forma definida. Luego, trepé con gran dificultad sobre el bloque más alto y al mirar al frente comprendí lo que veía, era un marco enorme que se extendía sobre el suelo, de unos diez metros de ancho y otros tantos de largo, formado por bloques octagonales. Una línea horizontal que surcaba la mitad de la enorme y plana loza medio cubierta por la arena que estaba dentro del marco me hizo darme cuenta de que en realidad era la señal de una puerta que se abría hacia abajo.

Hotaru hizo otra pausa y miró a Setsuna con atención antes de continuar, la siguiente parte era la más extraña de su historia y no quería quedar como tonta frente a ella. Finalmente, Hotaru continuó.

“Me atreví a caminar sobre esa enorme loza y hasta llegué a hincarme sobre la línea que la dividía en dos, y al apoyar mi mano sobre esa línea, pude sentir una débil corriente de aire frío que surgía del interior de la tierra. Esa corriente de aire sólo significaba una cosa: que una cueva oculta de gran tamaño se encontraba debajo de la loza sobre la que me hincaba. Lo primero que pensé fue en las historias de los granjeros desaparecidos y sobre los diablos del desierto. Pero yo deseaba entrar a esa cueva y no dejé de intentarlo; me tardé bastante rato, pero fui capaz de abrir un pequeño agujero entre la loza y una de las esquinas del marco; pero la terrible peste que surgió del agujero y que inundó el aire me obligó a detenerme; eso y aparte me pareció ver un par de ojos blancos observándome desde lo profundo del pequeño agujero que había escarbado.

“Después de eso ya no pude estar en ese lugar.” Terminó Hotaru, “Así que me las arreglé para volver con Haruka y le conté esto que acabo de decirles. Lo siguiente fue que ella les llamó y les pidió que vinieran con nosotras.”

“Muy interesante.” Dijo Setsuna apoyando su barbilla en la palma de su mano derecha, “El viaje no fue en vano después de todo.”

“¿Y cómo está todo en Japón?” Preguntó Michiru.

“No muy bien.” Respondió Setsuna, “Hace poco, Rei y Makoto fueron a visitarme, y lo que me dijeron fue...”

“Por lo visto nuestro descanso terminó.” Dijo Haruka cuando Setsuna terminó de relatarles los hechos de los últimos días en Tokio.

“Sugiero que nos encarguemos del problema inmediato primero.” Aconsejó Michiru.

“Estoy de acuerdo.” Respondió Setsuna, “¿Alguna sugerencia’”

“Bueno, como la carrera en la que iba competir se suspendió por el mal clima...” Comenzó Haruka, “Pensaba que podríamos visitar el lugar que encontró Hotaru.”

“Eso sería lo más lógico.” Dijo Michiru apoyando la sugerencia de Haruka.

“Si, estoy de acuerdo con ustedes.” Respondió Setsuna mientras se dirigía a la puerta, “Ahora, si me disculpan, creo que será mejor dormir un poco. En unas horas tendremos las manos llenas y no podremos hacer nada si no estamos descansadas.”

+++

Luna y Artemis no podían ponerse de acuerdo. Justo unos minutos antes las muchachas y Mamoru habían estado en el centro de comando para la reunión que habían acordado, pero debido a la falta de eventos de importancia, la junta terminó rápido y todas las chicas, menos Ami que estaba revisando algo en la computadora central, se habían marchado ya. Lo único de importancia que pudieron discutir en la reunión fue que Setsuna no aparecía por ningún lado, Rei y Minako habían ido a buscarla y no la encontraron, y cuando las dos chicas preguntaron por ella al portero del edificio, sólo les había contado que Setsuna había salido en un ‘viaje de negocios’ y que no sabía cuando regresaría. Por otra parte, Makoto parecía que tenía prisa por ir a algún lugar en particular y fue la primera en salir cuando la reunión terminó. Rei por su parte se las arregló para poder acompañar a Usagi y a Mamoru al cine, muy para el desencanto de Usagi, y Minako explicó que ella y Naru habían acordado ensayar juntas por el resto de la tarde. Lo que ahora nos lleva a la conversación que tenían los gatos.

“¡Te digo que sí hay algo raro con ella!”  Insistió Artemis.

“Pues yo insisto en que no hay nada malo con Naru.” Respondió la gata, “Ella fue a devolverle a Usagi unas revistas ayer por la noche y yo no sentí nada raro cuando me tocó.”

“¡Pues entonces el problema es aún más grave!” Dijo el gato.

“¿Estás insinuando que yo tengo problemas?” Gruñó Luna enojada, más por la inútil discusión, que por la actitud del gato blanco.

“¡Claro que no!” Respondió Artemis alarmado, “Pero yo no te diría mentiras; estoy seguro que cuando Naru me tocó, sentí una corriente de energía muy fuerte.”

“Mira Artemis, he conocido a Naru más tiempo que tú y puedo decirte que ella no tiene ningún tipo de habilidad especial, y la única manera en que te hubiera causado el efecto que dices es si estuviera poseída por el enemigo, lo cual es imposible porque yo acabo de verla y no sentí nada.”

“¿Entonces crees que estoy mintiendo?”

“No, pero tampoco creo que Naru esté metida en este asunto.” Dijo Luna, “Más bien, yo creo que la escuela de talento es la responsable, ¿No crees que lo que sentiste fue causado por algo dentro de esa escuela?”

“Podría ser, pero, ¿Qué hay con el toque de Naru?”

“Estoy casi segura de que no fue más que una coincidencia.” Dijo la gata, “Lo más seguro es que Naru te acarició al mismo tiempo en que sentiste aquél escalofrío. ¿No crees entonces que pudo haber venido del interior de la escuela?”

Artemis meditó la sugerencia de Luna, podía ser que eso había pasado. Además, ahora ya no estaba seguro de si aquella extraña sensación comenzó justo en el momento en que Naru lo tocó, o antes o después; y menos estaba seguro de cuando había terminado. Sin embargo, tenía que admitir algo, esa mañana, cuando Artemis había acompañado a Minako a sus clases, nuevamente le había llegado esa sensación, sólo que no había sido tan fuerte. “Bueno, tal vez sea como dices Luna, pero si en realidad el problema está en la escuela, ¿qué haremos?”

“Minako asiste a clases allí, ¿No es cierto?”

“Sí.”

“Pues pídele que investigue si hay algo extraño.” Dijo la gata, “Sólo de esa forma podremos saber si hay algún peligro en la escuela de talento o no.”

“Está bien, hablaré con Minako y le diré que haga eso.” Aseguró el gato.

“Me parece que he encontrado algo que había pasado por alto.” Anunció Ami, sacando a los gatos de su conversación.

“¿Y qué es?” Preguntó Luna, saltando desde el suelo hasta el brazo de la silla donde se sentaba Ami para tener una mejor visión de la pantalla.

“Es sobre la leyenda que nos contaste Luna; hasta ahora pensaba que era una historia sin mucho fundamento, pero revisando las notas de la reunión anterior, me encontré con que Setsuna les contó a Rei y a Makoto algo sobre una ventana del tiempo en la que un hombre llamado Nagari es mencionado una vez.”

“Muy cierto.” Dijo Luna pensativa, “¿Tienes alguna idea de cómo usar esa información?”

“Sí. De acuerdo a lo que dijeron Rei y Minako sobre Kernath; ese monstruo las confundió con los guardianes. Estoy segura de que los guardianes de la leyenda que nos contaste y los guardianes a los que Kernath parecía tenerles miedo son los mismos.” Explicó Ami.

“Pero entonces eso significa que el planeta en el que los guardianes pelearon por ultima vez no es otro sino el nuestro, ¡la Tierra!” Comentó asombrado Artemis.

“Exacto.” Dijo Ami, “Y eso demuestra que la leyenda que la Reina Serenidad estudiaba con tanta insistencia es mucho más vieja de lo que creíamos; y que Kernath es uno de esos... seres, ¿cómo dijiste que se llamaban Luna? ¿Antiguos?”

“Sí, los antiguos.” Respondió la gata. “Pero entonces, ¿los antiguos no son una leyenda?”

“Difícil de aceptar.” Agregó Artemis.

“Hay algo más.” Dijo Ami, “Si los antiguos aún viven, lo más seguro es que son los parásitos. ¿Recuerdan lo que dijo Mamoru?”

“Es cierto.” Respondió Luna, “¡Y un parásito necesita un huésped para incubarse!”

“En ese caso, tendremos que investigar en todos los lugares en los que esos parásitos podrían infectar a las personas.” Exclamó Artemis, “Lugares como... ¡Maldición!”

Luna miró a Artemis con preocupación, “La escuela de talento.”

“Tendré que asegurarme que Minako no se meta en problemas cuando investiguemos ese lugar.”

+++

“¿Segura que sabes cómo volar esto?” Le preguntó Setsuna a Haruka mientras subía a la pequeña avioneta que ella y sus amigas acababan de rentar; les había tomado un par de días, pero al fin habían conseguido permiso para volar el pequeño avión.

“Por supuesto.” Respondió Haruka desde el asiento del piloto mientras se ajustaba sus gafas de lentes amarillos.

“Además yo ya he volado con Haruka y lo sabe hacer muy bien.” Aseguró Michiru desde el asiento delantero.

“¿Listas?” Preguntó Haruka encendiendo el pequeño aeroplano y enfilándose a la pista de despegue.

“¡Claro que sí!” Exclamó Hotaru, emocionándose cada vez que la máquina aumentaba su velocidad, “¡Quiero ver qué se siente volar en una avioneta como ésta!”

“¡Pues allá vamos!” Dijo Haruka y con un súbito y rápido movimiento, comenzó a elevar el pequeño avión.

Sobrevolar el gran desierto arenoso y sus 360,000 Kilómetros cuadrados de extensión en busca de un lugar en específico que no está marcado en un mapa puede ser una tarea muy frustrante cuando la reserva de combustible está limitada a sólo dos recargas, como lo descubrieron Haruka, Michiru, Setsuna y Hotaru. Ya habían pasado varias horas desde que habían comenzado a buscar la extraña construcción que Hotaru había encontrado y aún tenían que ver algo que no fuera arena, la situación era peor aún pues el anochecer estaba cerca y ninguna de las cuatro mujeres que viajaban en el pequeño aeroplano deseaba pasar la noche en el desierto.

 “Parece imposible que en un día nublado pueda hacer tanto calor.” Se quejó Hotaru.

“El problema no es el calor.” Dijo Haruka, “El problema es que ya sólo tenemos suficiente combustible para dar una vuelta más y regresar a Sydney. Oye Hotaru, ¿No ves nada que te sea familiar?”

Hotaru simplemente miró con más atención al horizonte, esperando encontrar algo que le recordara la ubicación del lugar que estaban buscando.

“Haruka, por favor cambia la dirección al este.” Pidió Hotaru, “Por allá hay algo que me parece haber visto antes.”

“Sí, definitivamente estamos cerca.” Dijo Hotaru observando con atención el área debajo de ella, “¿Podemos ir más al este?”

“Seguro, creo que aún queda suficiente gasolina.” Respondió Haruka.

La avioneta se enfiló aún más hacia el este, volando lo más bajo posible para evitar que el reflejo del poco sol que aún relucía sobre la arena con brillantes tonos anaranjados les cegara demasiado.

“Oye Hotaru...” Llamó Michiru, “¿Esas piedras de por allá no son las que viste antes?”

Setsuna y Hotaru voltearon de inmediato a la ventana del lado de Michiru, por donde se podía ver una formación rectangular hecha por varias rocas irregulares.

“¡Sí! ¡Ese lugar está muy cerca de la puerta!”  Exclamó Hotaru.

“¿Entonces no es allí?” Preguntó Michiru.

“No, pero si volamos directo hacia esas piedras y continuamos en esa dirección, llegaremos pronto.” Explicó la niña.

“Muy bien, entonces allá iremos.” Dijo Haruka virando hacia la izquierda y disminuyendo un poco más la altitud. Efectivamente, pocos minutos después, una nueva formación hecha de piedras, mucho más grande que la que Michiru había visto poco antes, se extendía ante ellas.

“Es bastante impresionante.” Admitió Michiru.

“Entrar allí probablemente será difícil.” Mencionó Setsuna sin dirigirse a nadie en particular.

“Pensaremos en eso cuando aterricemos.”  Dijo Haruka, “Así que por favor acomódense bien en sus asientos que ya vamos a bajar.”

El aterrizaje de Haruka fue excelente, y como una precaución extra, las cuatro amigas acordaron dejar la avioneta un centenar de metros más allá de los bloques de piedra, escondida detrás de una enorme duna.

“¿No hay posibilidad de que la duna se deshaga con el viento?” Preguntó Michiru.

“Ya es tarde para preocuparse por eso.” Respondió Haruka, caminando decidida hacia las enormes piedras octagonales, “Tendremos que dejarlo a la suerte, aunque no me guste.”

“Es más fácil subir por este lado.” Sugirió Hotaru guiando a las demás hacia una serie de hendiduras en uno de los bloques.

“Espera.” Dijo Setsuna y detuvo a Hotaru antes de que pudiera saltar al interior del marco de piedras, “Hay algo mal aquí.”

“Setsuna tiene razón.” Agregó Michiru mirando dentro del marco, a esa enorme loza que Hotaru había descrito anteriormente.

“¡Miren!” Exclamó Haruka, “¡La puerta está abriéndose!” 

No bien había Haruka terminado su frase, un coro de gritos inhumanos se alzó a través de la roca sólida; la loza, que antes había parecido inmovible, se abrió liberando un tornado de miasmas que estuvieron a punto de ahogar a las cuatro mujeres. Poco a poco, Setsuna y Haruka se acercaron a la orilla del pozo que ahora se abría ante ellas, soportando la terrible peste que quemaba sus pulmones. Haruka fue la primera en mirar dentro de la oscuridad que se extendía hacia el interior de la tierra, sólo para echarse para atrás y derribar a Setsuna junto a ella, pues en ese momento, una masa de humo negro casi sólido se disparó hacia el cielo. De la enorme columna de humo salían agudas voces y gritos que ensordecían a las cuatro compañeras; Michiru y Hotaru, que se habían quedado más atrás, notaron algo que les heló la sangre, dentro del remolino de humo negro, había cosas moviéndose, intercalándose entre sí, horribles formas negras de ojos blancos y brillantes que se desplazaban a través del humo y gritaban y se retorcían como si fueran víctimas de un intenso dolor. Finalmente, la impura mezcla de humo y criaturas se elevó por los aires y se diluyó por todas direcciones, cubriendo el cielo con oscuros nubarrones que poco a poco se disolvieron, sólo entonces los gritos y las voces dejaron de escucharse.

“¿Están bien ustedes dos?” Preguntó Michiru acercándose a Haruka Y Setsuna, que aún no se ponían de pie.

“Sí, parece que no nos pasó nada.” Respondió Haruka sacudiendo la cabeza, “¿Qué fue todo eso?”

“Creo que fueron los diablos del desierto.” Intervino Setsuna levantándose.

“¿Todavía piensan entrar allí?” Preguntó Hotaru, que se había agachado junto a la orilla del pozo y miraba insistentemente a su interior, “Parece que el lugar está vacío”

“Tanto mejor para nosotras.” Respondió Michiru, “Para cuando esos diablos vuelvan, ya habremos descubierto qué hay aquí.”

“Entremos ya.” Indicó Haruka, encendiendo su linterna y deslizándose dentro del pozo. Michiru, Setsuna y Hotaru la siguieron de inmediato.

El oscuro túnel que las cuatro Sailor exteriores recorrían parecía no tener fin, descendía y descendía cada vez más hacia las entrañas de la tierra y hasta ahora, bajo la luz de sus linternas, las cuatro mujeres no habían encontrado nada.

“Parece que el habernos transformado no fue necesario.” Dijo Sailor Uranus deteniéndose un momento mientras alumbraba el techo del túnel con su lámpara, “No hemos encontrado oposición en nuestro descenso.”

“Pero no podemos confiarnos.” Respondió Neptune “Si los diablos regresan y no estamos preparadas para enfrentarlos quedaríamos en desventaja.”

“¡Hey!” Llamó Saturn,  que se había adelantado un poco,“¡Encontré algo por aquí!”

“¿Qué es?” Preguntaron al mismo tiempo Pluto, Uranus y Neptune.

“Una especie de barrera, pero está cerrada y no parece posible moverla.”

“No hay problema.” Anunció Uranus, “Yo me encargo de esto. Todas detrás de mi.”

“¿Acaso vas a hacer lo que creo que vas a hacer?” Preguntó Sailor Pluto, “¿Qué tal si se nos cae todo encima?”

“No pasará nada.” Respondió Uranus levantando su puño, “Y ahora...World Shaking!!!”

*BroooMMM!!!!*

“Bueno, esa es una forma de abrir esa puerta.” Suspiró Pluto observando los escombros que poco antes habían sido una pesada barrera de roca.

“Una forma efectiva.” Corrigió Uranus, “Bien, ¿seguimos adelante?”

“No veo por qué no.” Respondió Pluto adentrándose en el nuevo túnel que se abría ante ella, las otras Sailor pronto la siguieron.

Mientras, en una cámara oculta en lo más profundo de la cueva, una figura alta y elegante se entretenía observando un enorme cristal que iluminaba la habitación con su blanco y magnífico resplandor; debajo del cristal, sin embargo, se movía un complejo sistema de engranes y poleas que llenaban la cámara con un suave murmullo metálico. Pero la silenciosa meditación de la figura estaba destinada a terminar.

“¡Maestro Sarnath!” Llamó una voz rasposa y grave, “¡Hay intrusos en el primer sector de la colmena!”

“Los intrusos no son mi problema, general Reptylet.” Respondió el primer ser. “Además, si hay intrusos es porque usted seguramente cometió otro estúpido error.”

“Pero...maestro Sarnath...¿qué error he cometido?”

“¡Silencio Reptylet!” Gritó Sarnath, “¡El primer y más grave error fue dejar salir a los parásitos cuando ya no era necesario! ¡El cristal que usamos como batería para acumular la Luz Blanca ya está lleno al máximo! Ya no necesitamos más victimas, sólo teníamos que enviar la energía a la fortaleza; pero no, usted tenía que dejar salir a los parásitos.”

“No pensé que causara problemas, su tiempo de vida estaba por terminar de todas formas.” Dijo Reptylet, “Usted sabe que los parásitos no viven por más de unas pocas semanas; pensé que dejarlos divertirse no causaría problemas.”

“Eso no importa, y supongo que su error tampoco importa ya.” Dijo Sarnath resignado mientras seguía a Reptylet al cuarto de control, una vez dentro; Reptylet encendió cuatro antorchas, y en cada una de las flamas apareció una de las Sailor exteriores.

“Increíble.” Musitó Sarnath admirado ante las imágenes, “Ellas cuatro concuerdan con la descripción que hizo Kernath de las mujeres que lo apalearon hace unos días.”

“¿Ellas son las que lastimaron al maestro Kernath?” Preguntó Reptylet, “Deben ser muy peligrosas.”

“Kernath es un soldado, fuera del campo de batalla no sabe manejarse. Seguramente por eso lo vencieron esas cuatro.” Explicó Sarnath mientras miraba una de las imágenes con gran atención y, presa de un impulso que ni él pudo comprender, extendió su mano para deslizar sus dedos por el contorno del rostro de la mujer que aparecía dentro de una de las llamas.

“Aunque Kernath nunca mencionó lo hermosa que era una de sus atacantes.” Murmuró Sarnath.

“¿Maestro Sarnath? ¿Está usted bien?”  Preguntó Reptylet alarmado por el rostro que mostraba su superior.

“Estoy muy bien.” Respondió Sarnath, “Reptylet, yo me encargaré de ellas. Tú ve y comienza a transmitir la luz blanca a la fortaleza.”

“¿Y los parásitos y nuestros rehenes?”  Preguntó el general de la colmena.

“Ya no me sirven. Deja que mueran todos.” Ordenó Sarnath al salir del cuarto de control.

El nuevo pasillo que Uranus había descubierto, llevó a las Sailor exteriores aún más profundo dentro de la cueva, hasta que después de lo que pareció una eternidad, las cuatro llegaron a un enorme salón que no podía ser alumbrado completamente por sus linternas. Algo que alarmó a las cuatro mujeres fue que la pestilencia en esta habitación era mucho más fuerte que por los corredores que habían atravesado antes.

“Bien, al menos llegamos a alguna parte.” Dijo Sailor Neptune tratando inútilmente de iluminar el otro extremo de la enorme habitación, “Ya me había cansado de caminar por ese pasillo apretado sin llegar a ningún lado.”

“No eres la única.” Agregó Pluto, “Y más si consideramos que afuera ya debe estar amaneciendo.”

“Esperen un momento.” Pidió Sailor Saturn, “¿No escuchan algo extraño?”

Las demás guardaron silencio, “Sí, es un gemido.” Anunció Uranus.

“Viene de por allá.” Indicó Neptune alumbrando hacia su izquierda con su linterna y caminando en esa dirección; unos pasos después, el haz de luz de la linterna de Neptune se sacudió nerviosamente durante un instante, pero la Sailor Scout pronto recuperó su sangre fría, “Esto es...¡Horrible!”

Pluto y Uranus se quedaron sin palabras al contemplar lo que Neptune había encontrado; por el suelo se contaban cientos de cadáveres en diversos estados de descomposición; algunos ya mostraban huesos entre el tejido descompuesto. Finalmente, las Sailor exteriores habían descubierto la fuente del hedor que inundaba todo el complejo subterráneo.

“El que hizo esto es un loco.” Murmuró Pluto, “Nunca imaginé ver algo así.”

Uranus y Neptune no hicieron ningún comentario y se limitaron a caminar siguiendo la hilera de cadáveres; como los gemidos aún se escuchaban esperaban encontrar a algún sobreviviente.

Quedándose atrás en silencio, Saturn se arrodilló junto una pila de cuerpos; eran los cuerpos inertes de niños y bebés “Murieron primero.” Dijo ella sin poder contener las lágrimas.

“Lo que sea que le hicieron a esta gente, ellos no lo resistieron tanto como los adultos.” Dijo Pluto, arrodillándose junto a Saturn y abrazándola, “Lo único bueno es que no sufrieron por mucho tiempo.”

“Voy a hacer pagar al responsable.” Murmuró Saturn secando sus lágrimas y poniéndose de pie. “Lo juro.”

“Y yo.” Contestó Pluto, “Nadie tiene derecho a hacer esto.”

“¡Vengan!” Llamó Uranus, “¡Aquí hay sobrevivientes!”

Pluto y Satrun respondieron al llamado y alcanzaron a sus dos compañeras, pronto se encontraron frente a un muro al que estaban atadas varias personas, todas ellas estaban tremendamente flacas y de sus cráneos afeitados, brazos y estómagos salían varios cables que se introducían a la pared; esos cables de cuando en cuando succionaban una energía blanca y brillante de los cuerpos de los pobres desgraciados que sólo podían gemir al carecer de la fuerza necesaria para articular palabras.

“Les están quitando su Luz blanca.” Informó Pluto, “Por eso los niños murieron antes y estas personas están tan mal.”

“Hay que sacarlos de aquí.” Dijo Neptune tomando los cables que salían del torso de una mujer y jaló de ellos con fuerza, sólo para recibir una fuerte descarga que la hizo retroceder varios pasos.

“Eso no parece funcionar.” Uranus se acercó a otra persona y llamando a su arma, el sable de Urano, descargó un potente golpe sobre los malditos cables; pero no pasó nada. “¿De qué están hechos estos tubos?” Preguntó molesta.

“Tendremos que dejar aquí a esta gente.” Indicó Pluto mientras seguía los cables, que había descubierto, resurgían en el piso y se enredaban hacia el centro de la habitación.

“¿Pero por qué?” Preguntó Neptune.

“Si el sable de Urano no pudo cortar esos cables, es muy probable que nada que hagamos los rompa, y si los arrancamos lastimaremos a esa gente.” Explicó Pluto señalando a los tubos que seguía, “Lo único que nos queda por hacer es destruir el mecanismo al que se dirigen estos cables, tal vez así logremos que estas personas queden libres.”

Siguiendo los cables, las cuatro Sailor exteriores llegaron al centro del salón, cada uno de los tubos se introducía por las orillas de un enorme lente circular que se extendía en el suelo.

“¿Y esto?” Preguntó Saturn.

“Debe ser parte de la máquina que buscamos.” Explicó Pluto, “Probablemente el resto de la maquinaria está debajo.”

“El vidrio es muy opaco para ver que hay abajo.” Dijo Neptune.

“Quizá podamos levantarlo” Sugirió Saturn al notar varias agarraderas en las orillas de la lente.

Aceptando la sugerencia de la Sailor más joven de su grupo, las otras tres Sailor exteriores se prepararon para intentar mover la inmensa placa de vidrio.

“Esperen un momento.” Pidió Neptune, “¿No notan algo raro en el ambiente?”

“Tienes razón...” Contestó Uranus, “...el olor se ha ido.”

“Y ahora el aire se siente cargado de energía.” Dijo Saturn mirando a ambos lados, “Como si estuviéramos cerca de una generador o de una enorme batería.”

“Esto no me parece una buena señal.” Agregó Pluto, “Podría ser que...”

Un rugido que surgía del piso forzó a Sailor Pluto a guardar silencio, el sonido comenzó a aumentar de intensidad hasta que era casi imposible escuchar otra cosa.

“¿Qué está sucediendo?” Preguntó Saturn, que tuvo que gritar para lograr que sus compañeras la escucharan.

“¡No lo sé!” Respondió Neptune, “¡Tal vez los diablos ya volvieron!”

“EEEEEEEEAAAAAAAAAAAAHHHHHHHH!!!!!” 

Pluto, Neptune y Saturn se volvieron asustadas, nunca habían escuchado gritar así a Sailor Uranus, y el hecho de que algo pudiera hacerle eso a la más ruda de su grupo era bastante alarmante. La escena que las tres Sailor exteriores presenciaron les dejó sin aliento; una especie de espeso líquido negro se deslizaba sobre el cuerpo de Uranus y al hacerlo, la jalaba poco a poco dentro del piso.

“¡Debemos ayudarla!” Gritó Neptune pero en cuanto dio un paso hacia Uranus, su pierna izquierda se atoró en algo muy caliente que le arrancó un grito de dolor; Sailor Pluto logró tomar a Neptune de la mano antes de que la misma sustancia negra se envolviera sobre sus piernas; causándole una agonía increíble en cuanto tocó su piel. Sailor Saturn era la única libre de esa  baba negra que devoraba a sus amigas, y no estaba segura de qué hacer; si se acercaba, lo más seguro era que esa cosa la atraparía también, y si intentaba usar uno de sus ataques especiales, podría terminar matando a sus compañeras. ¡Pero ella debía hacer algo! Uranus ya casi había desaparecido, sólo su cabeza asomaba del suelo y continuaba descendiendo, Neptune y Pluto se habían hundido ya hasta el pecho y no podían mover los brazos, ¿qué podía hacer?

“¡Maldición!” Murmuró Sailor Saturn lanzándose hacia Neptune, la joven se movió con suficiente rapidez como para tomar a la otra Sailor Scout de los hombros y tratar de jalarla fuera de la cosa que la absorbía, pero su esfuerzo fue en vano; pues la sustancia pronto la envolvió a ella también. Saturn trató de resistirse como lo hacían las otras, pero no consiguió nada; cada vez se hundía más, lo último que Sailor Saturn pudo ver antes de ser totalmente consumida por el ardiente lodo negro fue una silueta que se erguía frente a ella.

+++

A Minako le encantaban sus clases de verano; ya habían pasado varios días desde que se había inscrito en la escuela de talento y ya se había convertido en la alumna estrella del instituto. Y es que Minako había demostrado tener enormes aptitudes para el canto y el baile, y su inagotable energía le hacían darse a notar por sobre las demás estudiantes. Esto probablemente le habría ganado el repudio de las demás alumnas a cualquier otra jovencita, pero no a Minako; a ella todas sus compañeras la seguían con admiración y todos los maestros le felicitaban por la dedicación que mostraba en cada una de las clases.

“¿Sabes Minako?” Llamó Artemis unos pasos atrás de su amiga mientras ambos caminaban a la plaza comercial, “Me asombra el empeño que le has puesto a todo este asunto de la escuela de talento.”

“No debería asombrarte.” Dijo ella, “¡Al fin estoy haciendo algo que en realidad quiero hacer!”

Artemis suspiró un poco preocupado, “Sólo no te olvides que debes investigar si algo extraño está sucediendo allí.”

Minako le respondió levantando el pulgar de su mano derecha, “No te preocupes, ya tengo experiencia con ese tipo de misiones. Pero la verdad dudo que algo malo se oculte allí.”

“Allá hay un policía; creo que lo conoces.” Dijo el gato deteniéndose de repente.

Los ojos de Minako escudriñaron el área, pero no veía nadie con uniforme; no fue sino hasta que su mirada se detuvo en un joven que llevaba un suéter rojo, que identificó al policía. Le había costado trabajo reconocerlo, pues se veía diez años más joven; MInako no esperaba volver a verlo

“¡Wakagi!, ¿Qué diablos está haciendo él aquí?” Murmuró Mina.

“Tal vez la jefa de la estación de policía tiene problemas.” Dijo Artemis, “¿Cuál era su nombre? ¿Sakura Natsumi?”

“Sakurada Natsuna.” Corrigió Minako, “Tiene mucho que no la veo.”

“¿Qué vas a hacer?” Preguntó Artemis. “¿Hablarás con él?”

La chica lo pensó mientras observaba cómo el joven que había reconocido como Wakagi caminaba de un lugar a otro de la plaza, poniendo mucha atención en las jovencitas que entraban en la escuela de talento.

“No parece que haya forma de evitarlo.” Dijo Mina al fin.

Con paso decidido, Minako se acercó a la escuela, siendo rápidamente abordada por el hombre del suéter rojo.

“Hola.” Saludó él, “¿De casualidad su nombre es Aino Minako?”

Minako parpadeó extrañada un par de veces, hasta donde ella recordaba, Wakagi la conocía; vaya ¡si él incluso sabía de su doble identidad!

“Le pregunté si usted era la señorita Aino...”

“Oh, perdón.” Interrumpió Minako, “Me distraje. Sí, yo soy Aino Minako, ¿qué sucede?”

Wakagi la tomó del hombro y le susurró al oído, “Soy detective, me gustaría hablar con usted por unos minutos.”

Minako miró a la escuela, “¡Pero llegaré tarde a mi clase!” Se quejó.

“No hay problema, yo hablaré con sus maestros. Sólo le pido que conteste unas cuantas de mis preguntas.” “Está bien.” Respondió Minako y se alejó unos pasos para hablar a solas con el detective.

“¿Qué sucede Wakagi?” Preguntó ella, “¿Por qué estás jugando al hombre misterioso?”

“Acaso insinúa usted que me conoce?” Preguntó él.

“¿Estás de broma?” Dijo Minako algo molesta, “Mira que no tengo tiempo para esto.”

“No, señorita Aino. Mi problema es que no puedo recordar mucho de los últimos seis años.”

Mina miró al hombre con curiosidad, “¿Es en serio? ¿Cómo pasó eso?”

Wakagi se sentó en una banca y Minako hizo lo mismo, esperando su explicación, “Fue durante un caso que estaba investigando hace unos meses. La evidencia me llevó hasta las bodegas de los muelles del siguiente distrito y... algo me sucedió allí.”

“¿Pero qué fue lo que te pasó?”

“No lo sé.” Respondió él, “Cuando desperté me encontraba en el sótano de una bodega, estaba tirado cerca de una coladera y no podía recordar casi nada.”

Minako asintió y Wakagi continuó.

“Sólo recordaba que era policía y el número de estación en la que trabajaba. Cuando volví allí, mi superiora se burló de mí y me echó a la calle.”

“¿Sakurada hizo eso?” Exclamó incrédula Minako, “¡Pero yo creía que tu y ella ya estarían casados!”

“¿En serio? Yo no puedo recordar nada sobre una relación con ella.” Dijo él, “Además, todos los otros policías también se burlaron de mí. Me vi forzado a trabajar como detective por mi cuenta pero no he podido recordar cual fue el caso que investigaba, ni por qué perdí la memoria ¡y mucho menos por qué me veo diez años más joven que en la foto de mi placa de policía!”

“¿Y yo qué tengo que ver con todo eso?” Quiso saber Minako.

“Hace unos cuantos días recordé su nombre y su cara, señorita Aino, y sé que usted sabe como contactar a Sailor V.” Explicó Wakagi, “Así que comencé a buscarla para pedirle que contacte a Sailor V y le diga que necesito su ayuda.”

“¿Sólo eso?”

Wakagi le entregó a Mina un sobre, “Por favor, entréguele esto a Sailor V, es el lugar en donde puede localizarme.”

“Seguro.” Respondió Minako, “Yo se lo daré cuando la vea.”

“Se lo agradezco.” Respondió él y se alejó del lugar.

“¿Qué quería tu amigo policía?” Preguntó Artemis luego de acercarse lo suficiente.

“Creo que el lugar que debemos investigar son los muelles y no mi escuela.” Le respondió ella, “Lo que le pasó a Wakagi sólo pudo haber sido causado por el enemigo.”

“Iré a decirle a Luna.” Dijo Artemis, “Oye, ¿te pasa algo? Preguntó el gato al notar que Minako no se movía.

“¡Claro que me pasa algo!” Exclamó Minako, “¡Ese tramposo no fue a hablar con mis maestros! ¡Me pondrán retardo!”

+++

Haruka abrió los ojos con lentitud, y cuando sus ojos se acostumbraron a la penumbra, se dio cuenta de dos cosas: primero, estaba en el suelo de una habitación rectangular en la que la única pieza de mobiliario era un espejo de piso a techo; y segundo, ella estaba en su forma de Sailor Uranus. Levantándose y apoyando una mano en la pared, Uranus recordó lo que había sucedido y cómo pensó que moriría devorada por ese lodo hirviente que la había atacado. Mirando sus brazos y piernas en espera de encontrar marcas de quemaduras, Uranus se asombró al notar que su piel estaba en perfecto estado y que no sentía nada de dolor. Concentrando nuevamente su atención en su celda; Uranus no tardó en descubrir que no había ninguna salida visible, a no ser que... La joven mujer se acercó al espejo e intentó moverlo a un lado, lo cual le fue imposible.

“Yo no haría eso en su lugar.” Le advirtió una elegante voz que salía del espejo.

“Y yo no mantendría a alguien como yo encerrado en un lugar como éste.” Respondió Uranus parándose frente al espejo, “Déjame salir.”

“Déjame salir.” Contestó su reflejo, y poco a poco, su imagen comenzó a salir del espejo; pronto, Sailor Uranus tenía frente a ella a una copia perfecta de sí misma. Coincidentemente, el espejo había desaparecido.

“Esto no está nada bien.” Murmuró la Sailor Scout.

“Esto no está nada bien.” Murmuró a su vez la copia, levantando su puño y preparándose para usar el World Shaking.

Lo primero que hizo Sailor Neptune luego de despertar fue observarse detenidamente en el espejo de la celda en la que estaba cautiva; afortunadamente, esa horrorosa sustancia no le había dejado ningún tipo de marcas en la piel. Ahora el problema era encontrar una salida del lugar en donde estaba; Neptune se dio cuenta, igual que Uranus lo había hecho, que si el lugar tenía una salida, probablemente sería el espejo; después de todo, era la única cosa en la celda. Cuidadosamente, Sailor Neptune extendió su mano hacia el espejo y tocó su superficie.

“Parece un espejo común.” Dijo ella, “¿Quizás la puerta está detrás?”

“Me temo que si su intención es mover el espejo, tendrá que desistir.” Indicó una elegante voz.

“¿Qué?” Preguntó Neptune mirando de nuevo al espejo, “¿Quién eres tú?”

“¿Quién eres tú?” Respondió su reflejo saliendo del espejo y adoptando una posición que Neptune conocía muy bien, su reflejo estaba a punto de atacarla con el Deep Submerge. Mirando detrás de su doble, Neptune notó que el espejo ya no estaba.

“Imposible” Dijo ella.

“Imposible.” Respondió la copia.

Sailor Pluto no estaba muy feliz con la situación actual, se había despertado en una celda de aproximadamente cinco metros cuadrados, vacío a excepción de un espejo de piso a techo que le daba escalofríos al mirarlo. Pero lo que en realidad le preocupaba era que no había una salida visible de ese cuarto, y si había una, probablemente tendría que ver con el extraño espejo a sus espaldas.

“Al menos no tengo ningún tipo de marcas o heridas.” Musitó la Sailor Scout examinando la piel de sus brazos.

Poniéndose de pie, Sailor Pluto se acercó al espejo y golpeó su superficie un par de veces con su bastón, no teniendo la menor intención de arriesgarse a tocarlo; y se permitió una ligera sonrisa al notar que nada malo sucedía. Acercándose más al espejo, Sailor Pluto deslizó uno de sus dedos sobre su lisa superficie preguntándose cómo podría encontrar la manera de salir de la pequeña celda.

“Tal vez si rompo el espejo...” Dijo Pluto pensativa.

“Lamento decirle, mi muy poco estimada señorita, que no puedo permitirle hacer algo así.” Le respondió una voz elegante y muy masculina.

Sailor Pluto frunció el ceño, “No veo que puedas hacer algo para detenerme.”

“No veo que puedas hacer algo para detenerme.” Le respondió su imagen; que salió del espejo mientras terminaba la oración, al hacerlo, el espejo se desvaneció.

“Esto era lo único que no necesitaba.” Murmuró Sailor Pluto al darse cuenta que su doble pensaba usar el Dead Scream contra ella.

“Esto era lo único que no necesitaba.” Respondió la copia de Sailor Pluto.

La música se balanceaba en el aire, llenándolo de dulces notas que mecían con suavidad a la joven que aún en su sueño podía identificar la melodía.

“...Un vals...” Murmuró ella mientras la conciencia lentamente se abría paso. Hotaru Tomoe abrió los ojos y se encontró recostada en un exquisito sofá tapizado en rojo; a su alrededor se extendía un salón de baile de gran tamaño, el mármol negro del piso brillaba al reflejar la luz que se desprendía de varios exuberantes candelabros que alumbraban la habitación. Hotaru se puso de pie y al mirarse en un enorme espejo no pudo evitar dejar salir una exclamación de asombro: en lugar de su uniforme ahora llevaba puesto un hermoso vestido negro que dejaba ver su espalda y sus hombros; por el frente, un tímido escote era acentuado por una obsidiana tallada en forma octagonal y bordada a la tela. Su atuendo lo completaban guantes de seda negros, un par de zapatillas del mismo color, un juego de aretes presumiblemente de plata y una modesta gargantilla dorada.

“Debo admitir que tu belleza es aún más intoxicante cuando estás despierta.”

Hotaru se volvió y se encontró con que en el espejo aparecía la imagen difusa de una persona, “¿Quién eres tú? ¿Qué es lo que quieres?”

“Me llamo Sarnath.” Respondió la silueta mientras salía del espejo; cuando hubo salido, frente a Hotaru se erguía un hombre joven de piel morena y brillantes ojos amarillos, su cabello anaranjado fluía como cascada hasta un poco debajo de sus hombros. Su vestimenta consistía en un sencillo esmoquin blanco con zapatos del mismo color. Sarnath era, en realidad, un hombre bastante atractivo. “Y lo único que quiero en este momento es que hables conmigo.”

Hotaru estudió cuidadosamente al hombre frente a ella y por más que lo intentó no pudo leer sus intenciones; él simplemente le sonreía en espera de una respuesta, y su sonrisa se veía tan honesta y sus ojos eran tan profundos... y ella se sentía tan liviana al escuchar ese lento vals... ¡No! Hotaru cerró los ojos con fuerza hasta que recobró el control, y cuando los abrió de nuevo, Sarnath ya estaba de pie frente a ella, a no más de dos pasos de distancia.

“¿Y bien? ¿Hablarás conmigo? Puede ser de cualquier cosa que desees.”

Hotaru, ligeramente repuesta de cualquier cosa que le hubiera sucedido unos segundos antes, hizo la única pregunta en la que pudo pensar, “¿Dónde están mis amigas?”

“Tus tres compañeras están...” Comenzó Sarnath.

Sailor Uranus sonrió, no tenía idea de quién la tenía cautiva, pero el hacerla pelear con su doble era una gran estupidez; no había manera de que su copia la venciera. El doble, que imitaba todas las expresiones faciales del original, sonrió a su vez e impacto su puño en el suelo, liberando el ataque de Sailor Uranus esperando aplastarla con el mismo.

“Eso no servirá.” Dijo Sailor Uranus con calma y en el último instante antes de ser golpeada por el World Shaking, saltó directamente hacia su doble, efectivamente esquivando el ataque y quedando en una posición que le otorgaba la ventaja.

“Te lo dije.” Con una rapidez que impidió que su copia reaccionara, Sailor Uranus atravesó a su doble con su sable, y con un movimiento de su brazo, partió a la copia en dos.

“Te...Lo...Dije...” Murmuró la copia mientras se hacía pedazos, como un espejo roto. Justo en el momento en que el último trozo de la copia cayó al suelo, una abertura en la pared se abrió en medio de una fuerte ráfaga de viento, “¡Bien! Ahora salgamos de aquí.” Exclamó Uranus, saltando a través de la abertura.

Sailor Pluto no podía dejar de admirar la estrategia de la entidad que la había hecho prisionera; era bastante inteligente forzarla a enfrentar a una copia perfecta de su imagen; y es que muy pocas personas podrían atacarse a sí mismas sin remordimientos. Afortunadamente, Sailor Pluto podía adaptarse a las condiciones de batalla con gran rapidez. Así que, levantando su cetro, Pluto se preparó para defenderse. Justo en ese momento, su copia la atacó usando el Dead Scream. sin perder la calma, Sailor Pluto recibió el impacto directamente en su cetro, bloqueando completamente el ataque y quedando a salvo.

La copia, que hacía un momento estaba segura de que ganaría, se desconcertó momentáneamente ante el cambio de eventos; lo que la verdadera Sailor Pluto aprovechó para contraatacar.

“Una copia nunca será mejor que el original.” Dijo al levantar su cetro, “Y esto es la mejor prueba: ¡Dead Scream!” La copia intentó imitar el movimiento de la original y levantó su cetro para tratar de absorber la energía del ataque; pero falló miserablemente. El Dead Scream de la verdadera Sailor pluto deshizo a la copia en cuestión de segundos.

“El resultado fue justo el que esperaba.” Murmuró Pluto ante el portal que se abría frente a ella y por el que salió de su celda.

Sailor Neptune mantenía los ojos fijos sobre su copia; que a su vez la miraba fijamente a ella. Todo esto era bastante extraño; y no le agradaba para nada. Le desagradaba especialmente el tener que atacar a su reflejo, era casi como tener que destruirse a si misma; pero también comprendía que si quería salir de allí, tenía que destruir a su copia, por más desagradable que le pareciera. Neptune sabía que su copia usaría el Deep Submerge, que podía ser bastante destructivo, y no tenía ninguna intención de permitir que la golpearan, el problema consistía en como esquivar ese ataque en particular en un espacio tan pequeño. Considerando sus opciones lo más rápido que podía, Neptune llegó a una conclusión; era una idea extraña, pero tal vez funcionaría. La idea llegó justo a tiempo, pues en ese momento, la copia atacó usando el Deep Submerge. En el último instante, Sailor Neptune levantó su Aqua Mirror, colocándolo frente a ella y gritó, “¡Submarine reflections!”

Lo que sucedió después fue precisamente lo que Neptune había planeado. El Aqua Mirror, pudo rebotar el ataque que la copia había usado; y es que Sailor Neptune había deducido que la única manera de responder al ataque del reflejo era volviendo a reflejarlo. Mientras observaba cómo su copia se disolvía y cómo una apertura se abría frente a ella; Neptune supo que había tenido razón. “Ahora sólo debo encontrar a las otras.”

La pequeña habitación tenía cuatro entradas, tres de ellas venían de un nivel superior y la cuarta descendía; sobre cada entrada había una pequeña antorcha, lo cual mantenía el lugar bastante bien iluminado. El cuartito no tenía nada de especial, simplemente era un descanso para quienes deseaban bajar al último nivel de la colmena. Sailor Uranus llegó primero, miró en todas direcciones y trató de decidir en que dirección ir. En ese momento fue cuando Sailor Pluto y Sailor Neptune la alcanzaron.

“¿Dónde está Saturn?” Preguntó Pluto mientras Uranus y Neptune intercambiaban opiniones sobre lo que les había pasado.

“Eso es lo que nosotras estábamos pensando.” Respondieron Uranus y Neptune al mismo tiempo.

“Tendremos que buscarla.” Dijo Pluto, “Por lógica, sugiero que tomemos el camino que ninguna de nosotras ha recorrido.” Y señaló el corredor que descendía.

“De acuerdo.” Aceptó Uranus.

“Vamos ya.” Dijo Neptune.

“...Bastante bien. Te lo aseguro” Terminó él, su mirada fija en el rostro de la joven Tomoe, “¿Hay algo más que quieras saber?”

Hotaru tenía problemas resistiendo lo que fuera que la música estuviera haciendo con su mente, pero con un gran esfuerzo podía mantener sus pensamientos coherentes, “Sí, quiero saber quién es el responsable de la muerte de todos esos niños.”

“Oh, esos fueron los parásitos de Reptylet.” Respondió Sarnath, mientras colocaba sus manos sobre los hombros de Hotaru, “Yo soy simplemente un asistente aquí. Reptylet es quien maneja toda la operación. Pero no te preocupes, te prometo que mientras yo viva nada te hará daño.”

“¿Y quién es este Reptylet?”

“Es el general del ejército de los parásitos.” Explicó Sarnath, “Ahora es tu turno. Por favor, contesta al menos una de mis preguntas.”

Nuevamente, aquella sensación que hacía sentir a Hotaru tan liviana y en paz se hizo presente, y esta vez con más fuerza que antes, tanto que la joven casi no pudo resistirse, y la música era tan...relajante y...la hacía sentirse tan bien escucharla...

“Está bien.” Respondió Hotaru, “Pregúntame.”

“¿Cuál es tu nombre?” Le preguntó Sarnath, sus manos atrayéndola hacia él con lentitud, pero al mismo tiempo con firmeza; por una vez en más tiempo del que podía recordar, Sarnath no podía evitar querer tener a una mujer en sus brazos, “No el nombre que usas cuando estás en la forma en la que te traje aquí; quiero saber tu verdadero nombre.”

“...Hotaru Tomoe...”

“Bien, Hotaru Tomoe...” Dijo Sarnath, rodeando a la confundida joven con sus brazos lo más suavemente que podía, “...¿Me harías el honor de bailar conmigo?”

“No puedo. Tengo que encontrar a mis amigas, ellas son muy importantes para mí.” Contestó Hotaru, sin darse cuenta que ella y Sarnath ya estaban bailando, siguiendo la invitante melodía, girando y flotando al son del bello vals.

“Eres tan perfecta que no puedo evitar amarte... Mi princesa del Silencio.” Murmuró Sarnath al oído de Hotaru y después acercó sus labios a los de ella, con la intención de besarla y poder sentir... 

“¿Qué haces?” Exclamó ella intentando soltarse del abrazo de Sarnath sin mucho éxito, las últimas palabras de él la habían despertado de su estupor, “¡Suéltame!”

“Está bien.” Dijo él, soltándola y observando con cuidado sus reacciones, “¿Acaso dije algo que no debía?”

“¡Claro que sí!” Le gritó Hotaru, “¡No sé que tratas de hacer, pero yo no soy tu Princesa del Silencio!” 

Sarnath sonrió, “Claro que lo eres, es sólo que no quieres aceptarlo.”

Hotaru no respondió, pero comenzó a alejarse de Sarnath.

“He visto un poco del poder que posees y he visto algo de tu alma. Y al hacerlo, pude entender por qué me atraes tanto.” Dijo él, acercándose de nuevo a ella con paso firme y su mano extendida, “En toda mi vida, nunca encontré a alguien que entendiera la belleza del silencio que viene con la muerte. Pero tú. Tú, mi princesa del silencio; tú si lo entiendes.”

“Yo no sé de qué me hablas...”

“Claro que lo sabes, Hotaru Tomoe. En lo más profundo de tu ser, lo sabes.” Sarnath seguía avanzando mientras hablaba. “Eres una esclava de tu propio temor; yo puedo liberarte, ayudarte a encontrar tu verdadero ser, a dejar atrás todas esas barreras que te impiden actuar con libertad.”

“¡Aléjate de mí!” Gritó Hotaru, “¡No trates de tocarme!”

“¡Pero yo no hice nada!” Se quejó Sarnath.

“¡Sí lo hiciste! ¡Me mantienes aquí alejada de mis amigas!” Le recriminó Hotaru, “¡Y no sé qué trataste de hacerme con esa música, ¡pero no funcionará!”

Sarnath suspiró con resignación, sus planes para la joven Tomoe deberían esperar, “Te aconsejo que te calmes, no me obligues a lastimarte.”

“No podrías hacerlo...” Murmuró Hotaru y gritó, “¡Saturn Crystal Power, Make-Up!” Pero nada sucedió.

Sarnath se cruzó de brazos y observó con una sonrisa el desconcierto en el rostro de la joven mujer, “Me tomé la libertad de bloquear tu poder por un par de horas; lamento si eso te molesta.”

Durante los avances de Sarnath hacia Hotaru; las otras tres Sailor exteriores han logrado descender hasta el último nivel de la colmena y están recorriendo un pasillo escarbado en obsidiana que se calienta más a cada paso y, cada vez más cerca, el zumbido de algún mecanismo puede escucharse.

“Es difícil respirar.” Dijo Uranus enfadada, “Estoy harta de este sitio; ojalá pronto encontremos a Saturn y a esa máquina para poder salir de aquí.”

“No desesperes.” Contestó Pluto que iba delante de las tres, “Creo que al menos ya estamos cerca de la máquina; ¿no la escuchan?”

“Sí, ese zumbido es más fuerte.” Aceptó Neptune, “Sólo espero que Saturn esté allí también.”

“Y si no está, la buscaremos cuando destruyamos esa máquina.” Respondió Sailor Uranus, “No será difícil.”

Al final del pasillo, las tres Sailor Scouts se encontraron con un angosto recodo que las obligó a avanzar pegadas a la pared, y al salir se encontraron con algo que las dejó sin aliento.

Allí estaba, la máquina que las tres habían estado buscando, una abominación hecha de acero y piedra; palancas, engranes, pistones y enormes poleas se unían para crear un enorme mecanismo que zumbaba y llenaba la habitación de un terrible calor; sobre la máquina estaba un cristal de varios metros de alto, brillante como un pequeño sol blanco.

“Ahora entiendo.” Murmuró Sailor Pluto, “Ese cristal debe ser en donde los diablos guardan la luz blanca que absorben de la gente que vimos antes.”

“Es enorme.” Dijo Neptune, “¿Creen que podremos destruirla sin dañar toda la caverna?”

“Probablemente no.” Respondió Sailor Uranus.

“¿Pero, y Hotaru? ¿Y las víctimas que están en el nivel superior?” Preguntó Neptune alarmada, “No podremos salvarlos.”

“¿Olvidas nuestro deber, Neptune?” Contestó Sailor Uranus, “No podemos permitir que esta amenaza se haga más fuerte; debemos detenerla sin importar el costo.”

“Uranus tiene razón.” Admitió Pluto, “Además, si esa cosa explota, no creo que ni siquiera nosotras podamos salir a tiempo.”

Reptylet, general de la primera colmena estaba furioso; Sarnath había dejado vivir a las intrusas, y no tenía duda de que lo había hecho para castigarlo; pero si Sarnath pensaba que tres mujeres lo asustaban estaba muy equivocado. Cierto, Reptylet había escuchado cómo Kernath fue hecho pulpa enfrentándolas, pero eso no le preocupaba mucho; Reptylet tenía talentos bastante adecuados para lidiar con problemas como estos, y si el maestro Kernath se había confiado, él no lo haría. Y justo ahora, Reptylet observaba, oculto junto al control maestro, cada movimiento de las tres intrusas, satisfecho de que ellas no pudieran verlo. Incluso cuando ellas pasaron junto a él y Reptylet se había quedado muy quieto, ellas no notaron su presencia. Perfecto. Ahora él le mostraría al gran Necromante, al amo, su valía; triunfaría donde ni Kernath ni Sarnath pudieron y sería promovido a un mayor rango. Silenciosamente, Reptylet activó el mecanismo que enviaría la luz blanca a la fortaleza del gran Necromante.

Las tres Sailor exteriores sintieron su piel vibrar cuando las piezas de la máquina aceleraron su movimiento, cargando el aire con estática. Con una mezcla de admiración y desconcierto, Sailor Pluto, Uranus y Neptune observaron cómo el techo de la cámara, que en su centro era una enorme lente circular se abría y el enorme cristal expulsaba toda su luz en esa dirección. De haber estado en el desierto, las tres mujeres habrían visto surgir de las arenas un enorme pilar de luz que cristalizó la arena en varios kilómetros a la redonda, dicha columna de luz se elevó al cielo en medio de un silencio sepulcral; perdiéndose en las alturas hasta desaparecer.

“¿Qué fue todo eso?” Preguntó Neptune mirando en todas direcciones, sin la luz del cristal, la habitación se había oscurecido bastante, pues sólo recibía la luz producida por una boca de fuego que se abría alrededor de la base de la máquina.

“La luz blanca fue expulsada.” Dijo Pluto, “Aunque no tengo idea del porqué.”

“La luz blanca ya había sido procesada, no tenía caso tenerla aquí. De cualquier modo, no les servirá de nada saber eso.” Les respondió la rasposa voz de Reptylet que ahora se presentaba ante las tres mujeres que invadían su colmena. La criatura, una especie de mezcla entre reptil y humano envuelto en armadura, movía sus desorbitados ojos de una a otra de las Sailor Scouts, mientras que sus manos balanceaban una lanza de un lado a otro, “¡No sé cómo fue que vencieron al maestro Kernath, pero de aquí no saldrán vivas! ¡Yo, Reptylet, lo juro!” Lanzando su amenaza, Reptylet se arrojó al ataque, golpeando con su lanza en todas direcciones y poniendo a las tres Sailor Scout a la defensiva.

“¡Uranus, Neptune! ¡No dejen que las arrincone!” Gritó Sailor Pluto, que había logrado colocarse detrás de Reptylet y se preparaba para ayudar a sus dos compañeras.

“¡No te preocupes! ¡Nosotras lo venceremos! ¡Tú asegúrate que tengamos por dónde salir!” Le respondió Neptune, saltando sobre la reptilesca figura y aterrizando a sus espaldas, mientras, Sailor Uranus simplemente se deslizó hacia la derecha para esquivar la punta del arma de su enemigo y dejarle campo libre a Sailor Neptune, “¡Está en posición!” Anunció Uranus, “¡Es tuyo!”

Neptune no necesitó más y lanzó su ataque, “¡Deep Submerge!”

Reptylet se volvió sobre sí mismo en un intento de detener la corriente que se dirigía contra él; pero fue inútil, el ataque de Sailor Neptune lo alcanzó directo en el abdomen y lo arrojó contra los engranes de la máquina. Reptylet, gruñendo y lanzando maldiciones, intentó detener el movimiento de la maquinaria, pero su fuerza no fue suficiente y los engranes lo aplastaron hasta hacerlo reventar como a un globo. Pero la muerte del general no fue una victoria; los engranes, al destrozar el cuerpo de Reptylet, se salieron de sus monturas y provocaron el colapso del gigantesco mecanismo; las enormes piezas de metal salían disparadas en todas direcciones, causando derrumbes y agrietamientos en el suelo cerca de su base.

“¡La máquina se está hundiendo!” Gritó Sailor Pluto, mirando cómo la cueva se derrumbaba a su alrededor mientras corría con sus compañeras hacia el corredor por el que habían entrado, “¡Debemos salir o nos arrastrará también!”

“¡Maldición!” Exclamó Sailor Uranus deteniéndose de repente, “¡La salida está bloqueada por un maldito engrane!”

“¿Podemos moverlo?” Preguntó Pluto cuando alcanzó a sus dos compañeras.

“No lo creo, se ve muy pesado.” Dijo Neptune.

“Y no podemos usar nuestros ataques especiales para quitarlo del camino; podríamos empeorar el derrumbe si hacemos eso.” Agregó Sailor Uranus.

“Estamos atrapadas.” Dijo Pluto.

“¡Debe de haber otra forma de salir!” Exclamó Neptune.

“¡Miren!” Gritó Sailor Pluto señalando hacia arriba, “¡El techo aún está abierto!”

“Y aún queda suficiente de la máquina en pie como para usarlo como escalera.” Anunció Sailor Uranus.

“¡Ya no perdamos más tiempo! ¡Escapemos por allí!” Ordenó Sailor Neptune mientras saltaba hacia la máquina, aprovechando los engranes y las palancas que aún no se caían para llegar hasta la abertura del techo, sus dos compañeras la seguían de cerca. En cinco saltos, las tres Sailor exteriores lograron escapar del cuarto de la máquina, pero sus problemas no habían terminado; pues como notaron, el resto de la cueva también se derrumbaba, y del cuarto que apenas habían dejado, comenzaron a salir vapores multicolores.

“¡Esto va a estallar!” Dijo Pluto.

“¡Pero estamos cerca de la salida!” Contestó Neptune señalando un extremo del salón circular al que habían llegado; allí, se veían los cadáveres que las tres mujeres encontraron antes, sólo que ahora estaban calcinados.

“¿Y las víctimas?” Preguntó Sailor Uranus, esperando poder salvar a algunos de los pobres granjeros que habían visto atrapados en ese cuarto.

“Están muertos.” Anunció Sailor Pluto que había caminado hacia la pared en donde las víctimas vivas estaban, sólo para encontrarlas sin vida, “La luz blanca expulsada por la máquina las quemó hasta matarlas.”

Una fuerte sacudida que cuarteó el suelo bajo los pies de las tres Sailor exteriores las regresó a la realidad.

“¡Y nosotras también moriremos si no salimos de aquí!” Exclamó Sailor Uranus, “¡Debemos irnos!”

“¿Y Hotaru?” Preguntó Sailor Neptune, “¿Vamos a dejarla aquí?”

Sailor Uranus bajó su cabeza y le dio la espalda a Sailor Neptune antes de contestar, “No tenemos tiempo de buscarla; con un poco de suerte, Hotaru ya salió de aquí.”

“Pero...” Comenzaron a decir Neptune y Pluto.

“¡No hay tiempo!” Gritó Uranus volteando al fin a ver a sus compañeras, abundantes lágrimas se deslizaban por su rostro, “¿Crees que quiero dejarla? ¡Pues no! ¡Pero estoy segura que Hotaru hubiera hecho lo mismo si yo estuviera en su lugar! ¡Y ahora vámonos! ¿O quieren morir ustedes también?”

Sailor Neptune y Pluto no respondieron, pero se apresuraron a tomar el camino que se dirigía a la superficie; unos pasos atrás, Haruka las seguía, pero se dio tiempo para mirar por una última vez a sus espaldas y deseó, al igual que Setsuna y Michiru, que Hotaru estuviera afuera de la cueva.

Sarnath seguía hablando, “Piénsalo, si quisiera matarte ya podría haberlo hecho, así que, ¿por qué no me dices qué puedo hacer para que te tranquilices y dejes de estar molesta conmigo?”

Hotaru se esforzó para calmarse, “Quiero ver a mis compañeras.”

“Me temo que eso no es posible, Reptylet ya debió matarlas y...”

*Borrrrrrroooooommmoommmm!!!!!!*

La explicación de Sarnath fue interrumpida por una terrible sacudida que desquebrajó las paredes y el suelo del salón de baile, derribándolo a él y a Hotaru.

“¿Por qué está pasando esto?” Preguntó Hotaru mientras intentaba levantarse.

“Tus compañeras destruyeron la máquina.” Dijo Sarnath ayudando a Hotaru a ponerse de pie, “Probablemente mataron a Reptylet también.”

A pesar de la situación, Hotaru no pudo reprimir una expresión de triunfo.

“Yo no estaría tan optimista.” La regañó Sarnath, “Ahora el lugar entero va a explotar.”

Una nueva sacudida derribó los candelabros y arrojó a Sarnath y a Hotaru a lados opuestos de la habitación, de las grietas del piso comenzaron a filtrarse gases de varios colores. Hotaru consiguió levantarse y trató de alcanzar una abertura que se había abierto en una pared; a sus espaldas, Sarnath aún estaba atontado por el fuerte golpe, pero ya comenzaba a moverse y mirando a Hotaru, no pudo creer lo que estaba a punto de hacer.

En ese momento, el gas, altamente inflamable, alcanzó las débiles flamas de los candelabros.

Entonces, todo se envolvió en un chispazo rojo.

***

Tres mujeres miraban con tristeza el enorme y humeante agujero en el suelo que antes había sido la guarida de los parásitos; el derrumbe había colapsado la caverna y ahora todo lo que quedaba era un cráter del que salía un denso humo azul; alrededor del cráter, los cadáveres de incontables diablos yacían esparcidos por aquí y por allá. Donde antes había arena, ahora solo había un duro suelo cristalizado, que reflejaba la débil luz del sol de mediodía que alcanzaba a filtrarse a través de la gruesa cortina de humo. Detrás de las mujeres, un pequeño avión, que milagrosamente sobrevivió intacto a la destrucción, las espera para llevarlas de vuelta a la civilización.

Minutos después y sin decir palabra, las tres mujeres dan la espalda al agujero, toda esperanza de que su compañera perdida regresara a ellas con vida se ha perdido; las tres están a punto de subir a la avioneta cuando un zumbido las hace voltear de nuevo hacia atrás. Allá, a lo lejos, un hombre que desconocen lleva en brazos a su querida Hotaru. La alegría llena los corazones de estas tres mujeres y gritando el nombre de la niña que ven como su hija, las tres corren hacia ella, listas a agradecer a quien sea que ha salvado a su pequeña, a Hotaru.

Hotaru no podía creer que estuviera con vida; lo último que recordaba era que todo había estallado en llamas a su alrededor; ¡pero vivía y estaba intacta!. Hotaru miró al hombre que la llevaba en brazos, él no había tenido tanta suerte, su frente tenía una herida profunda, y probablemente el resto de su cuerpo estaba en peor estado.

“¿Estás bien?” Preguntó ella cuando él la depositó suavemente en el tibio suelo cristalizado.

“Tus amigas se acercan.” Respondió él; ignorando la pregunta.

Hotaru sonrió al ver acercarse a sus amigas, a sus compañeras, a su familia.

“Creo que...están felices de verte...” Dijo él, y entonces se colapsó, cayendo de espaldas al suelo.

“¡Sarnath!” Gritó Hotaru arrodillándose junto a él.

“...no te preocupes... por mí...” Le pidió él, esforzándose por sonreír, “Yo no...valgo la...pena...”

“¿Entonces por qué me salvaste?” Preguntó Hotaru.

“Porque...te hice...una...promesa...¿recuerdas...?” Contestó él, su voz más débil.

Hotaru recordó las palabras de Sarnath ‘te prometo que mientras yo viva nada te hará daño’. La joven parpadeó y un par de lágrimas asomaron en sus ojos.

“...Por favor... mi Princesa... del Silencio... no llores... yo...” Logró decir Sarnath, y levantando su mano; acarició el rostro de Hotaru “... Cumplí con... mi promesa...”

Hotaru tomó la mano de Sarnath entre las suyas, pero en cuanto lo hizo, la mano se aflojó; Sarnath había muerto salvando a la mujer que despertó sentimientos de amor nuevamente en él.

“Sí, cumpliste tu promesa.” Respondió ella cerrándole los párpados, “La cumpliste bastante bien...”

Y Hotaru lloró. Lloró hasta que sus amigas la abrazaron y entre palabras de consuelo la llevaron hasta el avión; y después, lejos del lugar de los tristes sucesos.

***

Más arriba de las nubes, sobre un punto perdido en el océano pacífico, se encuentra flotando una enorme construcción de piedra negra que nadie normal podría soportar ver; dentro de las entrañas de esta fortaleza, se lleva a cabo una extraña conversación. “¿Sarnath se suicidó por una mujer?” Gritó una voz furiosa, “¿Cuándo se volvió sentimental ese estúpido?”

“Eso es lo que vi amo; Reptylet murió también.” Respondió una amalgama de mujer y murciélago que se arrodillaba frente a un altar cubierto con seda negra.

“Reptylet no importa. No podemos permitirnos perder a Sarnath. Es nuestro mejor estratega” Dijo al fin el amo. “Tarabat, regresa a esa colmena y tráeme lo que queda de Sarnath, ya me encargaré de arreglarlo para que no vuelva a cometer el mismo error.”

“Como ordene, Gran Necromante.” Contestó la mujer murciélago y se alejó a vuelo.

“Al menos Sarnath no falló en enviar la luz blanca de la primera batería.” Musitó el gran Necromante acomodándose en su asiento, “Sólo será cuestión de quitarle sus sentimientos y Sarnath volverá a ser tan efectivo como antes.”

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La historia continuará en el capítulo seis. Espero que hayan disfrutado de este nuevo capítulo de Ecos de otras vidas.

Notas:

Wakagi y Sakurada Natsuna son dos policías que aparecen en la serie de Sailor V. Minako estuvo enamorada perdidamente de Wakagi durante un tiempo, pero ella se hizo a un lado cuando pensó que él y Sakurada probablemente harían pareja.

Bueno, para el capítulo cinco quise darle un poco de atención a las Sailor Exteriores. Siempre me llamó la atención como ellas cuatro son más independientes de lo que haga Sailor Moon y pensé que sería interesante mostrar esa faceta en un capítulo. Además, necesitaba hacer algo muy importante y era mostrar por qué la dama verde que habló con Mamoru en el capítulo tres le temía a los parásitos.

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