Prólogo || Capítulo 1 || Capítulo 2
Capítulo 3 || Capítulo 4 || Capítulo 5
Capítulo 6 || Capítulo 7 || Capítulo 8
Capítulo 9 || Capítulo 10 || Capítulo 11
Capítulo
Tres. Luz
Blanca Mamoru
se sentó tranquilo y despreocupado en una banca del parque donde acordó
encontrarse con Usagi, quien le había llamado por teléfono la noche
anterior; eso lo había sorprendido un poco, ya que hasta donde él sabía,
Usagi y las otras chicas pasarían el fin de semana en la casa de campo
del padre de Rei; en cierta forma se sentía algo intrigado por el hecho
de que su novia hubiera regresado un día antes de lo previsto. Aún así,
Mamoru no se sentía alarmado, para nada. El joven miró a su reloj, aún
faltaban quince minutos para la hora en que él y Usagi habían fijado
para verse y Mamoru se volvió a preguntar por qué había sentido la
necesidad de llegar tan temprano a la cita. Cinco
minutos más tarde, Mamoru mataba el tiempo mirando a las pocas personas
que pasaban caminando frente a él, casi todas deprisa y sin molestarse
por los demás; fue entonces que algo llamó su atención, un ligero
resplandor verdoso en la orilla de la fuente que estaba a unos cuantos
pasos frente a él. Mamoru miró a quienes pasaban cerca de allí, pero
parecía que solo él percibía ese extraño brillo; decidido a saber
que era lo que veía, el joven miró fijamente hacia la fuente, hasta
que poco a poco se le reveló la imagen de una mujer joven, rodeada por
un débil halo de luz verde. Dicha mujer no parecía darse cuenta que él
la observaba. Intrigado por la extraña vestimenta medieval de la mujer,
el antifaz que usaba que le cubría casi todo el rostro y el brillo que
la rodeaba, Mamoru se acercó y se detuvo exactamente frente a ella, el
joven extendió su mano para intentar tocar a la desconocida, pero en
vez de hacer contacto con algo sólido, sus dedos atravesaron la imagen. Mamoru
retrocedió un par de pasos, los dedos de la mano con la que había
intentado tocar a la extraña mujer se le habían entumido, y un ligero
calambre le recorría el brazo hasta el hombro. “¿Deseas
algo?”
Escuchó dentro de su cabeza; el joven miró de nuevo a la mujer que
solo él veía y se encontró con que ella lo miraba también, y no
parecía estar de muy buen humor. “Yo
sé quién eres.”
Dijo la mujer, nuevamente hablando directamente dentro de la mente de
Mamoru, “Tú eres un protector de la tierra. Incluso hay quienes te
consideran príncipe de este planeta.” “Pero...”
Murmuró el joven, “¿Cómo sabes eso?” “He
vivido mucho tiempo.”
Respondió la mujer, “Ese ha sido mi castigo, y también mi misión.” “¿Y quién eres tú?” Preguntó Mamoru, “¿Qué
es lo que buscas?” La
mujer intentó contestar, pero su cuerpo se desvaneció por unos
segundos, y por la expresión de su rostro, Mamoru detectó que era víctima
de un fuerte dolor. “Lo
que yo busque no es algo que deba importarte.” Respondió fríamente la mujer, “Y aún si te
importara, no podrías hacer nada para ayudarme.” “Eso no es cierto, yo puedo ayudar, ¡sé que
puedo!” Respondió Mamoru. “No,
no puedes. Y en el raro caso de que pudieras, no lo aceptaría.”
Contestó la extraña, que en los últimos minutos se había puesto
aparentemente muy nerviosa. “¿Qué
es lo que sucede?” “Será
mejor que te alejes de aquí muchacho.” Advirtió la mujer, “Si los parásitos te infectan, las cosas podrían
ponerse muy feas.” Mamoru no se movió, “Déjame ayudarte.” Ofreció
él nuevamente. “No
te conviene meterte con los parásitos, te comerían vivo.” Sentenció la mujer,“Hazme caso y lárgate.” Mamoru se mantuvo firme es su sitio, no habría forma
en que la mujer lo convenciera de marcharse. A su alrededor, varias
personas que pasaban lo miraban con curiosidad, pues pensaban que era
una especie de actor o un poeta callejero que hablaba solo; un hombre
incluso le arrojó un par de monedas, pero Mamoru no se inmutó y no
prestaba atención a las personas que aún lo miraban. “Ah,
¿no te vas?”
Dijo la extraña mujer, “Pues entonces yo tendré que irme, lo último
que necesito es que a un protector de la tierra le incuben un parásito.”
Y dicho esto, la mujer se levantó, caminó unos pasos y en medio de una
suave brisa que desarregló el peinado de varias de las personas que se
habían reunido alrededor de Mamoru, ella se desvaneció. Justo
en el momento en que Mamoru estaba a punto de lanzarse en la dirección
en que la desconocida se había desvanecido, un par de suaves brazos se
cerraron alrededor de su pecho. “Sé
que no luzco bien por las mañanas, pero no es tan malo como para que
trates de escapar de mí.” Dijo Usagi, abrazando a Mamoru por la
espalda. El
joven se zafó del abrazo de su novia y caminó unos cuantos pasos al
frente, abriéndose paso entre la multitud que se había reunido a su
alrededor y que ya comenzaba a dispersarse, mientras lo hacía, volteaba
de izquierda a derecha, pero no logró encontrar a nadie. Finalmente,
retrocedió y besó a Usagi, disculpándose por no saludarla antes. “¿Algún
problema?” Preguntó Usagi, “¿Por qué te estaba mirando tan raro
toda la gente?” “¿No
la viste?” “¿A
quién?” “A
una mujer; era algo así como un fantasma.” Usagi
miró fijamente a su novio. “¿No
me crees?” “Sí
te creo, pero no vi nada.” Respondió Usagi, “¿Esa es la razón por
la que actuabas tan extraño?” “Será
mejor que te diga qué sucedió.” Dijo Mamoru y se sentó junto a
Usagi al borde de la fuente, dispuesto a contarle lo que había pasado
antes de que ella llegara. “...Y
eso fue lo que pasó.” Dijo Mamoru cuando terminó su corto relato. Usagi
respiró profundamente, “Creo que la mujer que viste podría estar
relacionada con lo que nos pasó a mí y a las chicas ayer en Hakone.”
“¿Qué
fue lo que les pasó?” “Peleamos
contra una cosa horrible.” Dijo Usagi, “Afortunadamente, Rei la
destruyó, pero el monstruo sólo parecía interesado en hacerle algo
extraño a varias personas; quizás se relacione con los parásitos que
mencionaste, además, también mencionó algo a lo que llamó Luz
Blanca. ¿Te suena familiar?” “No.”
Dijo Mamoru, “¿Crees que debamos investigar esto? Tal vez Setsuna
sepa algo.” “Yo
ya me encargué de eso.” Respondió alegremente Usagi. “Makoto y Rei
ya deben estar hablando con Setsuna en este momento; y por la tarde, nos
reuniremos en el centro de comando para ver que han descubierto.” “Has
pensado rápido.” Dijo Mamoru. “Después
de todo lo que nos ha pasado he aprendido a no confiarme.” Contestó
Usagi mientras miraba su anillo de compromiso, “Y ahora que nuestra
boda ya es casi una realidad, no voy a dejar que nada nos lo eche a
perder.” “Yo
no dejaría que nada lo echara a perder.” Aseguró Mamoru abrazando a
su novia. “Ni
yo tampoco.” Dijo Usagi, “Mamoru...” “¿Sí?” “¿Quieres
ir a desayunar?” Preguntó Usagi, “Yo todavía no como nada y...” “Tienes
suerte de que yo también me brinqué el desayuno.” Respondió Mamoru,
“Vamos, a ver... ¿Qué te parece ir al café que está a dos
cuadras?” “Me
parecería perfecto.” Dijo Usagi levantándose y, tomando la mano de
Mamoru, lo forzó a levantarse, “¡Vamos!” Mamoru
se limitó a abrazar a Usagi y a caminar junto a ella. El joven parecía
calmado, pero sabía que había fuerzas extrañas trabajando y que la
paz no duraría mucho, él estaba consciente de que Usagi pensaba lo
mismo; pero verla sonreír mientras caminaban juntos le daba fuerza, si
ella no se dejaba vencer por la incertidumbre, él tampoco lo haría.
Era en ocasiones como estas; que Mamoru se sentía el hombre más
afortunado del mundo. En
otra parte, Rei y Makoto miraban el edificio donde Haruka, Michiru,
Hotaru y Setsuna vivían; las dos amigas no se decidían a entrar o
esperar a que alguna de las personas que buscaban saliera a la calle. “Deberíamos
entrar.” Dijo Rei, “Estar aquí paradas no nos servirá de nada.” “¿Crees
que ya se hayan levantado?” Preguntó Makoto, “No me gustaría
despertar a Haruka; podría molestarse con nosotras.” “Eso
no importa.” Dijo Rei, “Lo que venimos a decirles no es cualquier
cosa.” “¿Entonces
entramos?” “Es
mejor que quedarnos aquí toda la mañana.” Respondió Rei. “Vamos
entonces.” Dijo Makoto, avanzando hacia la entrada del edificio. Al
caminar por la recepción del condominio hacia los elevadores, Rei notó
que no había casi personas, lo que le pareció extraño; aún para ser
domingo. “¿Ya
te fijaste?” Le preguntó a Makoto. “¿En
qué?” Dijo Makoto, al tiempo que presionaba el botón para pedir el
ascensor, “¿En la poca gente que hay aquí? Ya lo había notado.” “¿No
crees que es raro?” “No,
no me parece extraño.” Dijo Makoto. “Pues
a mí sí.” Contestó Rei, “No es tan temprano, ya debería haber más
gente.” Makoto
se limitó a encogerse de hombros, “Podría ser cualquier cosa.” Rei
iba a contestar, pero en ese momento el elevador abrió sus puertas y
por lo menos doce personas salieron de su interior. “¿Lo
ves?” Dijo Makoto mientras entraba al elevador, “No pasa nada.” Rei
decidió no contestar y siguió a su compañera. Minutos
más tarde, Rei y Makoto estaban de pie frente a la puerta del Penthouse
que Haruka, Michiru y Setsuna habitaban. Sin perder tiempo, Makoto tocó
el timbre, y casi de inmediato, Setsuna les abrió la puerta. “Buenos
días.” Dijeron Rei y Makoto a coro. “¡Vaya
una sorpresa!” Exclamó Setsuna, “¿Qué las trae por aquí?” “¿Podemos
pasar, Setsuna?” Preguntó Rei. “Por
supuesto.” Contestó ella, guiando a las dos chicas hacia la sala, “¿Quieren
algo de tomar?, ¿Tal vez un poco de café? Creo que tengo un poco de
jugo también.” “Por
ahora no, gracias.” Contestó Rei para el desencanto de Makoto, que sí
tenía algo de sed, “Setsuna, tenemos algo que preguntarte.” “Entiendo.”
Contestó la mujer, sentándose frente a Makoto y Rei, “¿Y esa
pregunta es?” “Antes
que nada, ¿dónde están las demás?” Preguntó Makoto, “No veo a
Haruka ni a Michiru por ningún lado, ni siquiera a Hotaru.” “Michiru
está dando una serie de conciertos en Francia.” Contestó Setsuna,
“Haruka está en Australia, compitiendo en una carrera, Hotaru está
con ella.” “Entonces
no estarán aquí en los próximos días.” Dijo Makoto. “No,
estarán fuera al menos una semana.” Dijo Setsuna, “Bien, ¿cuál es
la pregunta?” “Setsuna,
¿has alguna vez escuchado hablar de la Luz Blanca? Preguntó Rei. Setsuna
no respondió y su cara mostró una ligera sombra de preocupación, pero
esa sombra desapareció casi de inmediato, pero no tan rápido como para
que Rei no se diera cuenta. “¿Pasa
algo?” Quiso saber Rei. “No,
no pasa nada.” Respondió Setsuna, “Es que no esperaba esa
pregunta.” “Pero
sí sabes de que estamos hablando, ¿no?” Dijo Makoto. “Desafortunadamente,
sí.” Dijo Setsuna, “Y el hecho de que ustedes me pregunten acerca
de la luz blanca no me tranquiliza.” Makoto
y Rei dudaron un poco, al fin, la primera habló, “Setsuna, dinos qué
es la luz blanca, Usagi necesita saberlo.” “La
verdad es que yo... no sé muy bien qué es.” Respondió Setsuna,
“Dudo que exista alguien vivo que lo sepa. Pero...” “¿Entonces?”
Exclamó Rei durante la pausa de Setsuna. “Pero
conozco una teoría que explica mucho sobre eso. Supongo que esa
información es mejor que nada.” Dijo Setsuna mientras se acomodaba en
el sofá; y después de organizar sus ideas, la mujer comenzó su
explicación. “La
primera vez que escuché hablar sobre la Luz blanca fue antes de que la
reina Serenidad me encargara el cuidado de la puerta del tiempo. En aquél
entonces, ninguna de ustedes había aún sido enviada al palacio de la
reina y yo todavía no era una Sailor Scout. Bien, uno de mis
pasatiempos favoritos era el pasear por el palacio; me ayudaba a no
pensar mucho en mis padres, que aún vivían en el castillo de Plutón,
al que se suponía yo debería volver cuando terminara mis estudios con
la reina. “Pero
un día, durante uno de mis paseos, llegué al jardín y decidí
sentarme a descansar un poco a la sombra de un gran árbol; creo que me
dormí, pero el caso es que poco después me despertó la voz de la
reina, por la forma en que hablaba, me di cuenta de dos cosas; la
primera era que no me había visto, y la segunda, que tenía una
conversación importante con el rey.” “¿El
rey?” Exclamó Makoto, “¿Tú lo conociste?” Setsuna
asintió, “De todas las Sailor Scout de este sistema, yo soy la única
que tuvo la oportunidad de conocerlo.” “¿Cómo
era él?” Preguntó Rei, que no pudo dominar su curiosidad. “Bastante
viejo, pero extrañamente, no lo parecía, se movía con tal vitalidad y
energía que hacía que los jóvenes le tuvieran envidia; también era
muy noble y amable con los demás y nunca lo vi molestarse con nadie.”
Respondió Setsuna, “La gente decía que el rey tenía más de diez
mil años y que era el único sobreviviente de un reino muy lejano; pero
el rey nunca hablaba de eso y se reía cuando alguien creía en esos
rumores.” “Apuesto
que a Usagi le encantaría saber eso.” Dijo Makoto. “Sí.
Ella no sabe nada de su padre en el Milenio de Plata, y...” Comenzó a
decir Rei. “Ustedes
no le dirán nada.” Les interrumpió Setsuna, “La reina ordenó que
nadie le hablara a la princesa de ese asunto; si les he comentado esto,
es sólo porque sé que podrán guardar el secreto y porque se relaciona
con lo que me preguntaron.” El
tono autoritario de esas palabras hizo que Makoto y Rei se hundieran en
sus asientos y sólo asintieran sin decir palabra. “Bien.”
Dijo Setsuna, “Creo que será mejor que termine de decirles lo que sé
sobre la Luz blanca; y confío en que no mencionarán al rey para nada,
¿entendido?” De
nuevo, Rei y Makoto sólo asintieron. “Perfecto.”
Dijo Setsuna y continuó su relato. “Como
les decía, la reina estaba hablando con el rey, y parecía muy
preocupada por algo que su esposo planeaba hacer. Durante esa conversación,
el rey mencionó la importancia de estudiar la Luz blanca; eso lo
recuerdo muy bien. La reina se oponía fuertemente a esto, y por un
momento, pensé que el rey cambiaría de idea; pero no fue así, y lo último
que dijo antes de retirarse fue que si tenía éxito, podría tener
acceso a todos los secretos de la vida y la muerte, del pasado, del
presente y del futuro. Poco después, la reina también se fue, y yo no
me moví de mi escondite accidental hasta horas después. “La
segunda ocasión que escuché sobre la Luz blanca, fue ya como guardiana
de la Puerta del Tiempo; como saben, la Puerta está en medio de varias
fuerzas temporales y es una zona muy peligrosa, pero en el momento en
que esto sucedió, yo todavía era inexperta en el cuidado que debía
tener en aquel lugar, y a pesar de que desobedecía, abandoné mi puesto
para investigar una ligera anomalía en el flujo del tiempo. Fue
entonces que supe qué era esa anomalía; era una ‘ventana’ a
eventos del pasado, y no pude evitar ver lo que allí se mostraba. “La
‘ventana’ mostraba a un hombre que no pude reconocer pues llevaba
una capucha que cubría su rostro; el hombre llamó a otra persona, un
hombre joven, y le informó que su investigación sobre la luz blanca
había tenido éxito; aparentemente, la luz blanca es la energía base
de la vida; más allá de las semillas estelares o de la energía
producida por el organismo de cualquier forma de vida, la Luz blanca es
lo que le permite a los seres vivos existir; lo que les permite alcanzar
conciencia de su existencia, por pequeña que esta sea. El encapuchado
explicó que al morir, la luz blanca se liberaba, pero que aún no tenía
idea de lo que sucedía después; por lo que necesitaba más tiempo para
experimentar. El joven le recordó al hombre encapuchado, al que llamó
maestro Nagari, que el trabajo que le había encargado su rey aún no
estaba terminado. Ignoro a qué rey se referían, pero mientras miraba
el laboratorio, supe que no estaban en la época del milenio de plata.
Lo último que logré ver y escuchar, antes de que la ‘ventana’ se
cerrara, fue al encapuchado, bastante molesto, diciendo que la Luz
blanca ahora era más importante que las gemas. “Y
eso es todo lo que sé, la ‘ventana’ se cerró en ese momento y
desde entonces, no se volvió a abrir en ese periodo de tiempo; hubo
otras ‘ventanas’, cierto, pero ninguna me mostró otra cosa sobre la
Luz blanca.” Terminó Setsuna. Rei
y Makoto tardaron varios minutos en digerir la información que acababan
de recibir. “Tal
parece que esa Luz ha causado sólo problemas.” Dijo al fin Makoto. “Lo
mismo pienso yo.” Contestó Setsuna, “Por alguna razón, siempre he
relacionado la Luz blanca con el desastre; el rey murió poco después
de que comenzó a investigarla, y el extraño encapuchado que pude
observar en la ‘ventana’ del flujo del tiempo, él se veía muy
enfermo también.” “Si
lo que creo es cierto.” Dijo Rei, “Existe la posibilidad de que
estemos en peligro.” “¿Por
qué lo dices?” Interrogó Setsuna. Rei
y Makoto le contaron a Setsuna de su encuentro con Kernath y de lo que
el monstruo había dicho sobre recolectar Luz blanca. “¿Qué
crees que pasaría si alguien comenzara a reunir Luz blanca?” Preguntó
Rei. “¿Como
esa bestia Kernath lo estaba haciendo?” Dijo Setsuna, “Honestamente
no lo sé.” “Tal
vez Kernath pensaba revivir a alguien.” Ofreció Makoto. “¿Revivir
a alguien? ¿De dónde sacaste esa idea?” Quiso saber Rei. “Fácil.
Si la Luz blanca permite que existan los seres vivos como nos dijo
Setsuna, yo creo que podría usarse para traer de vuelta a la vida a los
muertos.” Explicó Makoto. “El
cristal de Plata puede hacer eso.” Dijo Rei, “Y no creo que utilice
Luz blanca para funcionar.” “El
cristal de plata puede revivir a los muertos porque su energía, entre
otras cosas, es capaz de distorsionar el tiempo y la realidad hasta
cierto punto.” Interrumpió Setsuna, “Por eso el cristal puede hacer
que el tiempo regrese para una persona y permitir que esta vuelva a
vivir; pero si un grupo que no tiene un poder como el del cristal de
plata intentara revivir a alguien, y no sólo traerlo de otra galaxia o
lugar como a Pharaoh 90; la idea de usar Luz blanca no suena tan
descabellada.” “¿En
serio?” Exclamó Makoto sorprendida y orgullosa de que su idea fuera
tan buena. “Sí,
tal vez hayas encontrado la respuesta al objetivo de ese Kernath,
Makoto.” Le felicitó Setsuna, “Lo mejor por ahora será que yo
busque información en el flujo del tiempo, tal vez tenga suerte y
alguna ‘ventana’ me muestre más sobre lo que necesitamos saber.” “Y
mientras haces eso.” Dijo Rei, “¿Qué nos aconsejas, Setsuna?” “Manténganse
en guardia y cuiden a la Princesa; no creo que el monstruo que
combatieron regrese, pero pudo tener aliados; recuerden que el mal nuca
se presenta solo.” Aconsejó Setsuna, “Y hagan lo que hagan, NO
mencionen al rey.” “De
acuerdo.” Contestó Rei, “Nosotras haremos eso.” “Y
no diremos nada del rey.” Prometió Makoto. Varias
horas más tarde, Usagi y Mamoru entraron al centro de comando, en donde
los esperaban el resto de las chicas y los gatos. “¡Qué
tal muchachas!” Saludó Usagi, “¿Algún avance? ¡Porque Mamoru les
tiene un dato bastante importante!” “Pues
Makoto y yo aprendimos mucho sobre la Luz Blanca.” Dijo Rei. “Es
mejor que nos sentemos a examinar la información que se ha reunido.”
Aconsejó Ami, “De esa forma, podremos desarrollar una línea de acción
efectiva.” Siguiendo
el consejo de Ami, las chicas y Mamoru se sentaron en sus respectivos
lugares y esperaron a que alguien tomara la palabra, como casi siempre,
Luna habló primero. “Muy
bien, Rei y Makoto consiguieron que Setsuna les explicara todo lo que
ella sabía de la Luz blanca, y tal parece que Mamoru tiene algo que
compartir también; en mi opinión será mejor dejar que Mamoru hable
primero.” Luna
esperó alguna opinión, pero todas las chicas asintieron, por lo que se
dirigió a Mamoru, “Puedes comenzar.” Le dijo. El
joven Chiba relató de nuevo y lo mejor que pudo su encuentro con la
extraña dama fantasma; pero omitió mencionar que su brazo se entumió
cuando intentó tocarla. “¿Parásitos?”
Preguntó Minako, “¿Serán los aliados de Kernath?” “Quizás.” Dijo Makoto, “Setsuna nos dijo que el mal
nunca aparecía solo.” “Hablando
de Setsuna.” Interrumpió Artemis, “Rei, Makoto, ¿podrían decirnos
lo que ella les explicó?” Rei
y Makoto se miraron entre sí, sabían que no podían decir todo lo que
Setsuna les había contado, afortunadamente para ambas, ya tenían una
versión destilada que podían contar sin meterse en problemas con
Setsuna y, probablemente, el resto de las Sailor exteriores. “Bueno,
creo que será mejor que yo empiece.” Dijo Rei; “Makoto les contará
después lo que ella descubrió por accidente.” “No
fue precisamente por accidente.” Se quejó Makoto. Rei
no hizo mucho caso del comentario de Makoto y comenzó su parte del
relato; casi media hora más tarde, Makoto tomó el lugar de Rei y
terminó de explicar la conversación que ambas habían tenido con
Setsuna. “Eso
sólo me ha dejado más confundida.” Admitió Minako, “No le veo
pies ni cabeza a este asunto.” “Lo
que yo quisiera saber es si estamos en peligro de que alguien nos
ataque.” Dijo Usagi. “¿Tú
qué dices Ami?” Le preguntó Artemis. “...Bueno,
con los nuevos datos que acabamos de recibir...” Dijo Ami mientras
terminaba de introducir los datos en la computadora, “...Acabo de
obtener ciertos datos en mi simulador y...” Les explicó apuntando a
la pantalla principal de la computadora del centro de comando, que
mostraba una gráfica llena de variantes, “...Creo que puedo responder
a la pregunta de Usagi. Miren las gráficas.” “¿Qué
significa?” Preguntó Minako. “Yo
entiendo un poco la gráfica.” Intervino Mamoru, “Me parece que la
primera variable quiere decir es que hay un 35 por ciento de
probabilidades de que el monstruo con el que ustedes pelearon en Hakone
estuviera interesado en atacar a Usagi.” “Eso
es correcto.” Dijo Ami, notando que Usagi se impresionó por lo que
había dicho, pero también notó que se tranquilizó cuando Mamoru la
abrazó. “La
segunda variable es la que marca la probabilidad de que la mujer
fantasma que vio Mamoru sea un enemigo que quería acercarse a él por
alguna razón.” Empezó Luna. “Y
la probabilidad es de un 40 por ciento.” Terminó Artemis. “Eso
también es correcto.” Contestó Ami. “¿Y
qué hay de las otras dos?” Preguntó Rei, “¿Qué es lo que
indican?” “Bueno,
hay que admitir que ninguna de las variables está basada en datos
definitivos y por lo tanto, no son muy confiables.” Contestó Ami. “¿Pero
qué significan?” Le preguntó Minako. Ami
respiró profundamente, “Bueno, la tercer variable básicamente
muestra que existe una posibilidad del 30 por ciento de que más seres
como Kernath estén por algún lado, pero no puedo determinar en donde,
tan podrían estar aquí en Japón como podrían estar en Cuba o en
Alaska.” “Eso
no es muy alentador.” Dijo Makoto, “Pero al menos es un buen
comienzo; ¿qué mas?” “Bueno,
la última es la menos confiable de las cuatro. “Admitió Ami, “Y
dice que la probabilidad de que Kernath trataba de revivir a alguna
entidad más poderosa es de un 75 por ciento.” “En
pocas palabras, tal vez pronto tendremos trabajo por hacer.” Dijo
Minako. “Quizás.”
Respondió Ami, “También hay que considerar que existe la posibilidad
de que no suceda nada; hay posibilidad de que el ataque de Hakone y la
mujer fantasma que habló con Mamoru sean hechos aislados.” “Claro,
pero no hay que olvidar que esa extraña mujer hablaba como si los parásitos
ya estuvieran aquí.” Les recordó Mamoru, “Y también me ordenó
que no me mezclara en sus asuntos.” “Eso
es cierto.” Dijo Usagi, “¿No has pensado que Kernath pudo ser uno
de esos? ¿Y si los parásitos están buscando a Mamoru?” “En
ese caso no hubiéramos tenido esa pelea en Hakone.” Contestó Rei. “A
como yo lo veo todo se reduce a una cosa.” Dijo Makoto. “La Luz
blanca.” “Que
no sabemos cómo es y cuál es la verdadera utilidad pueda tener para el
enemigo, si es que hay alguno.” Indicó Minako, “No sé ustedes,
pero yo pienso que no estamos yendo a ningún lado.” “Tienes
razón.” Dijo Ami sentándose de nuevo en su sitio, “Con la
información que tengo no puedo hacer una estimación confiable de lo
que pueda pasar.” “Yo
tengo una duda.” Dijo Usagi mirando a Rei y a Makoto. Rei
se acomodó en su asiento y estiró ligeramente los brazos, “¿Qué
quieres saber, Usagi?” “Bueno,
primero que nada, ustedes dijeron que al parecer la Luz blanca que todos
los seres poseen permite que estén vivos, pues lo que quiero saber es:
¿qué pasaría si a alguien le quitan toda su Luz blanca?” “Probablemente
moriría.” Contestó Rei. “Me
lo imaginaba.” Dijo Usagi, “Pero las personas que salvamos en Hakone
estaban vivas; muy débiles, pero vivas.” “Lo
más seguro es que llegamos antes de que les robaran toda su luz
blanca.” Respondió Makoto. “Miren
chicas.” Dijo Luna, “Por el momento, no tenemos nada sólido para
decidir qué hacer; ni tampoco sabemos que tanto peligro es real y
cuanto no.” “¿Entonces?”
Preguntó Ami. “Lo
único que queda por hacer es esperar a que pase algo.” Explicó Luna,
“No me agrada, pero por ahora es la única opción que tenemos.” “En
otras palabras, es hora de terminar la reunión.” Dijo Minako. Luna
sonrió ligeramente apenada, “Sí, eso es lo que traté de decir.” “Me
parece bien.” Comentó Rei levantándose de su silla, “Además, ya
se está haciendo tarde.” Usagi
miró al reloj del centro de comando, “Sí, son casi las doce de la
noche.” “¿Tan
tarde?” Preguntó Ami preocupada, “¡Pero yo mañana tengo que estar
temprano en la biblioteca!” “Yo
tengo que ir a inscribirme a la escuela de talento.” Recordó Minako,
“¡Ya me había olvidado!” “¡Y
yo tengo que ir al banco antes de las nueve de la mañana!” Agregó
Makoto. “Al
menos yo no tendré que levantarme temprano.” Dijo Rei de una forma
algo sarcástica. “Pues
yo sí.” Comentó Mamoru, “Mañana comienzan los cursos en la
universidad y yo voy a trabajar como asesor.” “Bien,
entonces casi todos tenemos que irnos ya.” Dijo Ami, “Pero antes de
eso, ¿cuándo volveremos a reunirnos?” Todas
voltearon a ver a Luna y Artemis, excepto Mamoru, que se encontraba ya
de pie junto las escaleras de salida del centro de comando, esperando a
que Usagi terminara con sus asuntos. “¿Qué
tal el miércoles por la tarde?” Sugirió Artemis, “Como ustedes ya
se ven todos los días, no creo que sea necesario hacer una reunión
como esta de nuevo a menos de que algo importante suceda.” “Yo
estoy de acuerdo con él.” Aceptó Luna. ¿Y ustedes?” Todas
las chicas asintieron. “Bien,
entonces está arreglado.” Dijo Makoto caminando hacia la salida, “¿Nos
vamos ya?” No
mucho tiempo después, Mamoru y Usagi compartían un momento juntos
afuera de la casa de ella; Usagi se contentaba con ser abrazada por
Mamoru, quien a su vez, se maravillaba con la suavidad de su cabello, su
conversación no era la más interesante, ni siquiera habían comentado
lo que se había hablado en el centro de comando, los dos enamorados
simplemente planeaban su próxima cita. Luna, que los había dejado
solos desde que llegaron a la casa, los observaba desde la azotea, no es
que la gata fuera entrometida, pero su trabajo era vigilar a la
princesa, y eso era básicamente lo que estaba haciendo. Abajo,
en la sala de la casa, el papá de Usagi miraba la escena discretamente
desde la ventana, la verdad le parecía excelente el novio de su hija,
era responsable, no era vicioso y lo mejor de todo, el muchacho parecía
muy inteligente; probablemente llegaría a un alto puesto en cualquier
empresa o lugar al que entrara a trabajar, y eso le complacía bastante;
ya que aseguraba un buen futuro para su hija, y como ya había un anillo
de compromiso de por medio, el buen hombre no podía ser más feliz: el
futuro de su hija estaba garantizado y lucía bastante prometedor; algo
que muchos de sus compañeros de oficina aún no conseguían. Decidiendo
que los tórtolos se merecían un rato sin que nadie los espiara, el
padre de Usagi se alejó de la ventana y subió a dormir con su esposa;
la vida le parecía maravillosa, sí señor. “¿No
puedes quedarte un poco más?” Preguntó Usagi. “Aunque
quisiera, no puedo.” Contestó Mamoru, “Ya sabes que tengo cosas que
hacer mañana temprano.” “Lo
entiendo, ¿te podré ver mañana en la tarde?” “Claro
que sí.” Respondió Mamoru mientras acariciaba el rostro de Usagi,
“Es mas, en cuanto termine mi trabajo en la universidad, el resto del
día lo pasaremos juntos.” “Eso
sería fantástico.” Dijo Usagi. Mamoru
se acercó a Usagi y la besó, suave y lentamente, como a ella le
agradaba; para él, esto era lo más cercano al cielo en la tierra, y
aunque no deseaba que terminara, tenía que irse. Con un último
movimiento de sus labios, Mamoru terminó el beso, “Ya debo irme.” Usagi
se separó de él, “Está bien, pero no olvides llamarme mañana.”
Dijo ella mientras caminaba hacia la puerta. “Nada me lo impediría.” Contestó él, mientras esperaba a que Usagi entrara a su casa, “Que duermas bien.” Mientras
atravesaba las solitarias calles, Mamoru decidió caminar por la avenida
principal, la noche era fría, y después de lo que le sucedió por la
mañana, no tenía ganas de andar por callejones oscuros; como esperaba,
en la avenida, aún podían verse autos de cuando en cuando, y un par de
policías caminaban casi a su ritmo y en la misma dirección por la
acera de enfrente. Unos pasos más adelante, Mamoru notó que los dos
policías se detenían a conversar con un hombre vestido con un elegante
traje rojo, “Probablemente algún ejecutivo en líos.” Pensó el
joven encogiéndose de hombros y continuando con su camino, ya estaba
cerca de su apartamento; en menos de diez minutos estaría en su cama
descansando. Detrás
de Mamoru, sobre la azotea de uno de los locales comerciales, una sombra
observaba al joven con mucha atención; sus finos sentidos le indicaban
que dicho joven poseía una enorme cantidad de Luz blanca; la sombra no
había sentido nada parecido en mucho tiempo. Complacido por haber
descubierto una presa tan importante, la sombra se deslizó por la
azotea hasta el borde y brincó hasta la siguiente, había decidido
seguir a su objetivo hasta que llegara a su hogar, en donde sería más
fácil atacarlo sin ser molestado. De
haber visto a la sombra, Usagi o Rei la habrían reconocido como
Kernath, ahora completamente reestablecido de su batalla con las Sailor
Scouts, incluso su brazo se había regenerado, el monstruo había
intentado convencer a su amo de dejarlo cazar a las niñas que lo
lastimaron, pero desafortunadamente para él, su amo le ordenó regresar
a su misión. Antes, Kernath se había molestado, él era un cazador y
necesitaba vengarse, pero ahora que había localizado a esta excelente
presa a la que estaba a punto de cazar; se había convencido de que la
venganza podía esperar... un poco. Kernath,
de pie sobre la orilla del techo de un pequeño restaurante, se alegró
cuando su objetivo entró dentro de un edificio, el cazador temía que
el joven siguiera caminando y lo alejara del área en la que estaban, ya
que pronto amanecería, y mantenerse oculto y cazar en una ciudad le sería
muy difícil durante el día; al ser no le preocupaba no poder ver más
a su presa, sus agudos sentidos le permitían enfocarse sobre la luz
blanca de su víctima y así localizarlo sin ningún problema. Kernath
esperó a que el joven al que había seguido se detuviera en un solo
lugar, juzgando por sus movimientos, parecía que el muchacho tenía la
intención de dormir; bueno, Kernath se aseguraría que durmiera
bastante bien, quizás para siempre. Entonces sucedió; una fuerte ráfaga
de viento lo elevó y lo arrojó a la calle, dos pisos más abajo. Antes
de que la bestia se recuperara del golpe, otra fuerte ráfaga lo alcanzó
y lo lanzó aún más lejos del edificio al que se había dispuesto a
entrar; Kernath estaba furioso, ¿quién demonios lo interrumpía?
Levantándose y plantando firmemente sus pies en el suelo, el ser
resistió el continuo asalto del viento lo mejor que pudo, logrando
evitar ser arrastrado aún más lejos, eventualmente, el viento se
debilitó hasta desaparecer; y allí, frente a él, estaba uno de ellos.
La que había sido una cobarde. La que abandonó a los otros en el último
momento. Delicioso, no esperaba volverla a ver. “Hola,
cobarde.” Saludó Kernath. “Quizás
lo fui una vez.” Respondió una mujer, vestida con ropas medievales y
rodeada por un débil halo de luz verde, “¡Pero ya no lo soy!” “¿En
serio?” Se burlo la bestia, “Aún si lo fueras no estás del todo
bien, tus ataques debieron haberme lastimado mucho más, lo único que
conseguiste fue refrescarme un poco; al parecer, el mantener un cuerpo físico
te ha debilitado bastante.” “¡Voy
a hacer más que refrescarte!” Grito la mujer lanzando una nueva ráfaga
de viento, pero, había miedo en su voz y su enemigo se dio cuenta. Kernath
simplemente saltó sobre la ráfaga y cayó sobre la mujer, derribándola,
ella trató de liberarse, y ambos adversarios rodaron varias veces por
el suelo, hasta que de pronto... *THUNK!!!* Kernath
lanzó una carcajada al ver como su mano se hundía en el vientre de su
oponente, que estaba bajo él, la sangre de le joven mujer se
desparramaba en un enorme charco debajo de ella, la herida que la bestia
le había causado era de muerte. Kernath sacó sus garras del estómago
de la valiente mujer; aún riendo, el ser llevó sus garras hasta el
cuello de la joven, preparándose para acabar con su vida. “¡NO!”
Gritó ella, y con fuerza surgida de la desesperación, creó un
terrible vendaval que arrojó a Kernath contra un generador, electrocutándolo
y dejándolo momentáneamente paralizado. Aprovechando esto, la mujer se
puso de pie y se alejó lo más rápido que pudo, tenía que hacer algo
si deseaba que su misión continuara. Kernath miró burlonamente a la mujer mientras se alejaba dejando tras de sí un rastro de sangre, podría seguirla, pero decidió dejarla ir; el último ataque de ella había hecho más que electrocutarlo, había conseguido que una pieza del metal del generador se le incrustara firmemente en la espalda y el monstruo no podía moverse muy bien; Kernath maldijo la situación, tendría que perder varios días mientras sanaba su herida y no podría intentar cazar de nuevo al joven que rebosaba de Luz blanca hasta entonces. Pero el día no había sido una pérdida total; había logrado herir de muerte al último de los guardianes, seguramente su amo estaría muy feliz por ello. Pensando esto, la bestia se levantó y arrancó la enorme y filosa pieza de metal que perforaba su espalda, para luego arrojarla al suelo y desaparecer entre las sombras. ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- La
historia continuará en el capítulo cuatro. Espero que este capítulo
también haya sido interesante. ¿Tienes
comentarios? Si es así, puedes enviarlos a este correo: Por cierto, hay todavía una escena más, es corta, pero es importante. +Interludio.+ Naru. Naru
Osaka despertó empapada en sudor, acababa de tener la pesadilla más
horrible de toda su vida; en su sueño, un monstruo la mataba clavándole
sus garras en el abdomen. Naru se levantó y caminó hasta el baño, el
susto que le causó la pesadilla le había dado ganas de orinar. Al salir
del baño, Naru se acercó a la ventana de la sala de su casa; miró el
reloj de pared y se dio cuenta de que casi eran las dos de la madrugada. “Mala
hora para tener una pesadilla.” Pensó, esto le molestaba, pues tenía
pensado ir a asomarse a la nueva escuela de talento y tal vez inscribirse
si le llamaba la atención lo suficiente, pero tenía que estar allí
temprano y por eso le desagradaba el desvelarse. “Ayúdame.” Naru
saltó del sillón, “¿Quién habló?” Murmuró la asustada joven. “Debes
ayudarme...” “Mira,
¡no estés de broma conmigo!” Contestó la joven acercándose al
interruptor de la luz, sin darse cuenta que la voz hablaba directamente en
su cabeza. “...Ven...debes
venir a ayudarme...” Insistió la extraña voz, “Sólo tú
puedes hacerlo.” Naru
encendió la luz de la sala y se encontró con que no había nadie, sólo
entonces se dio cuenta que la voz le hablaba dentro de su mente, “Debo
de seguir soñando.” Murmuró. “Por
favor...ayúdame...”Rogó
la voz. Naru
se golpeó la cabeza levemente con ambas manos, “¡Sal de mi cabeza!”
Dijo ella recargándose en la pared, ahora, además de la voz, las imágenes
de su pesadilla habían regresado y se repetían una y otra vez, “¡Haré
lo que sea, pero deja de hacer esto!” “El
sótano...rápido...queda poco...tiempo...” “¡Está
bien, iré al sótano!” Respondió Naru, todavía asustada, pero no podía
negarse, cualquier cosa que estuviera en el sótano sería mejor que
soportar las imágenes de la pesadilla repitiéndose en su mente. Naru
bajó del ascensor, envuelta en una gruesa manta para protegerse de la
humedad del sótano del edificio asegurándose de encender la luz de la
enorme habitación antes de dar más de dos pasos, Naru escudriñó el
lugar en cuanto estuvo bañado en luz, pero no encontró nada relevante. “Por
aquí.”Llamó la voz. Naru
avanzó lentamente hacia el enorme calentador, la voz le había llamado
desde ese lugar, cuando estuvo frente a la máquina, la joven se deslizó
lentamente hasta llegar a su parte trasera, en donde encontró algo que
nunca olvidaría. Allí,
en el suelo, yacía una mujer vestida en harapos desgarrados y manchados
de sangre, con terribles heridas en su abdomen, justo como en su
pesadilla. Pero aún peor, cuando ella se quitó el antifaz que cubría su
cara y lo tiró a un lado, Naru no pudo detener un grito al ver ese
rostro, el rostro de esa mujer; ¡era igual al suyo! “No...
te asustes...” Dijo la extraña, mientras hacía un esfuerzo para
sentarse. “¡Pero
tú eres yo!” Volvió a gritar Naru. “...No...”
Respondió la mujer con dificultad, “Tú eres...familia....acércate...” Naru
se acercó un par de pasos. “Debes...tomar...mi
lugar...” “No
es cierto.” Lloró Naru hincándose junto a la extraña, “Esto no es
cierto.” “...Pero
lo...es...” Dijo ella, “No hay tiempo...para
explicarte....pero....debes...ayudarme...” “¿Cómo?”
Preguntó Naru. La
mujer hizo un nuevo esfuerzo y se quitó su guante, hecho de una tela
verde, suave como el terciopelo. En el dorso del guante, una placa de
metal plateado sostenía una gema rectangular que por su color verde Naru
pensó era una esmeralda. “Ten...póntelo...” Naru
tomó el guante y lo sostuvo entre sus manos, “¿Qué es esto?” La
mujer comenzó a desvanecerse, “Ponte...el guante....y...entenderás...todo...” “¡Espera!”
Gritó Naru, “¡No te puedes morir!” “...El
guante...yo he...fallado...tú no debes...” Dijo la desgraciada guardián
al tiempo que su cuerpo terminaba de desvanecerse con una suave brisa de
viento. La
mañana siguiente, Naru se despertó en su cama justo cuando sonó el
despertador a las siete en punto; la joven se frotó los ojos, el sueño
que había tenido la noche anterior se había pasado de raro; guantes mágicos
y fantasmas. Ridículo, pensó Naru mientras se levantaba; tenía cosas más
importantes en qué pensar, como visitar la escuela de talento, lo cual
ahora le parecía algo imperativo. Mientras Naru se arreglaba para
comenzar su día, ni siquiera notó la marca en forma rectangular que
aparecía en el dorso de su mano derecha, y aún si la hubiera notado; la
marca parecía una cicatriz casi desvanecida y ella no le habría dado la
menor importancia. |