Prólogo || Capítulo 1 || Capítulo 2
Capítulo 3 || Capítulo 4 || Capítulo 5
Capítulo 6 || Capítulo 7 || Capítulo 8
Capítulo 9 || Capítulo 10 || Capítulo 11
Capítulo
Cinco La
sombra más allá del desierto. Setsuna
Meioh estaba decepcionada; acababa de volver de la puerta del tiempo y a
pesar de poner todo su empeño en su tarea, no fue capaz de encontrar
nada que le fuera útil. Sentándose en uno de los amplios sofás de la
sala, Setsuna se hundió en su asiento; no era seguro que la Luz blanca
fuera un factor definitivo en el problema que le habían comentado Rei y
Makoto un par de días antes. *BEEP~~~BEEP!!*
El
teléfono. Y Setsuna no esperaba ninguna llamada. “¿Diga?” “¿Setsuna?
no tengo mucho tiempo para hablar...” Era Haruka, y su voz sonaba
ligeramente alarmada. “¿Qué
sucede?” Quiso saber Setsuna. “Necesito
que vengas a Australia.” Pidió Haruka, “Ya llamé a Michiru
y le pedí lo mismo que a ti. Ella ya viene en camino.” “¿Pero
qué sucede?” Preguntó Setsuna por segunda vez, “Aún si me preparo
para salir hoy, llegaré hasta mañana. Al menos dime qué es tan
importante.” “...No
hay tiempo para eso, sólo puedo decirte que Hotaru ‘encontró’ algo
y creo que será mejor que tu y Michiru lo vean en persona.” Dijo
Haruka, “Casi estoy segura de que es algo grande.” “En
ese caso me daré aún más prisa.” Contestó Setsuna, “¿Cómo te
localizo cuando llegue allá?” “Toma
un taxi y ve al hotel Hallmark de Sidney. Mi habitación es la 314. Nos
veremos en cuanto llegues al hotel.” Le instruyó Haruka y sin
decir nada más; cortó la comunicación. “Eso
fue más misterioso de lo normal.” Murmuró Setsuna mientras llamaba
al aeropuerto, cruzando los dedos en espera de poder conseguir un
asiento en el primer vuelo del día con destino a Australia. +++ Mientras,
en otro lado... “¿Crees
que a Mamoru le guste esto?” Preguntó una linda joven de largo
cabello rubio. “Honestamente
no lo sé.” Respondió una muchacha alta de cabello castaño, “Pero
si no dejas de pensar en tu novio no vas a aprender a cocinar el
Yakiniku a mi estilo.” “Lo
que pasa es que quiero que él lo pruebe.” Contestó Usagi, tomando
una cazuela y acercándola a la estufa. “No
Usagi, la salsa para preparar el Yakiniku no se pone al fuego aún.”
Dijo Makoto mientras tomaba el recipiente que su alumna intentaba
colocar sobre la lumbre y lo ponía a salvo
en la mesa de la cocina. “Pero
dijiste que debía calentarla antes de agregar la carne.” Se quejó
Usagi. “Sí,
pero la carne aún no está preparada. Si calientas la salsa ahora, lo
que tendrás al momento de usarla es un engrudo agridulce.” Explicó
Makoto mientras le pasaba a Usagi dos piezas de filete, “Parte esto en
trozos chicos, Usagi.” “Muy
bien.” Contestó la chica de cabello dorado, que comenzó a hacer lo
que su amiga le pidió con gran entusiasmo, “¿Están bien de este
tamaño?” Makoto
asintió, “El tamaño está bien, pero trata de que tus cortes sean más
parejos, así la carne se cocinará más rápido.” “¡Entendido,
maestra!” Dijo Usagi riendo. Esta era su tercera clase de cocina con
Makoto, y bajo la tutela de su amiga, Usagi se había dado cuenta que
cocinar podía ser bastante interesante y en momentos verdaderamente
divertido. Aún
así, Usagi había notado que su amiga tenía la mente en otra parte,
“Oye Makoto, ¿te pasa algo? Te noto un poco distinta.” Le preguntó
una vez que la carne ya se estaba cocinando junto con la salsa. Al
escuchar esto, Makoto dejó de partir las legumbres para el Tempura, que
era el siguiente platillo que pensaba enseñar a Usagi, “¿Se nota
tanto?” Preguntó ella, “Bueno, en realidad si sucedió algo.” El
tono de voz de Makoto no indicaba que lo que había pasado fuera algo
malo, así que para Usagi no fue difícil deducir la siguiente opción,
“¡Ajá! ¡Entonces conociste a alguien!” Dijo ella emocionada. “Bueno...”
Comenzó Makoto y le relató a Usagi su encuentro con Carlos. “Parece
un chico agradable.” Dijo Usagi cuando Makoto terminó de contarle,
“¿Crees que te invite a salir?” “No
creo.” Contestó Makoto, “No hablé mucho con él. Pero su mamá me
trató muy bien.” “¿Su....
madre? ¿No es un poco rápido para que hayas hablado con su mamá?” “Bueno;
ella fue quien me recibió cuando fui a devolver la chamarra.” “...¿Y
qué tal tu futura suegra?” Preguntó Usagi tratando de sonar lo más
seria posible. “¡Oye!”
Exclamó Makoto, que al descuidarse vació las verduras dentro de la
sartén con el Yakiniku, “¡Mira lo que me hiciste hacer!” “¡Creo
que hemos inventado un nuevo platillo!”, Dijo Usagi y comenzó a reír,
después de un momento, Makoto terminó uniéndosele. +++ El
vuelo a Australia fue aceptablemente rápido, pero debido a los horarios
de vuelo y al terrible clima, Setsuna llegó al aeropuerto internacional
de Sidney a las tres de la mañana. Y aunque le hubiera gustado tener un
poco de tiempo extra para recorrer el lugar; tenía otras cosas más
importantes que hacer. Entre ellas conseguir un triste taxi; ¿acaso los
taxistas estaban de huelga? Setsuna había recorrido ya la salida del
aeropuerto varias veces y ningún taxi se había dignado a aparecer por
ningún lado. Casi al borde de un colapso de desesperación, durante su
quinto recorrido por la salida del edificio, Setsuna al fin encontró
transporte. A la joven mujer le tomó sólo unos segundos el acomodar su
única maleta en el asiento trasero del auto y después sentarse en el
asiento del pasajero junto al chofer, pidiéndole que la llevara al
hotel que Haruka le había dicho. “¿Están
ustedes en huelga?” Preguntó Setsuna. “Por
supuesto que no, señorita.” Respondió el chofer, “Pero en estos días,
casi ninguno de nosotros trabaja de noche.” “¿Algún
problema?” “¡Claro
que sí!” Respondió el taxista, “Muchos compañeros han
desaparecido en la última semana, y la situación es peor en los
ranchos, señorita; mucho peor. Tal vez el gobierno mantenga calladas
las cosas, pero toda la gente sabe la verdad. ¿Sabía usted que hemos
tenido este clima lluvioso por casi dos meses?” “La
verdad no.” “Pues
es cierto.” Dijo el hombre, “Y fue por ese entonces que la gente
comenzó a desaparecer. Primero fue la gente de los ranchos más
alejados. Y cuando alguien investigaba, no encontraba nada. Hasta ahora
han desaparecido casi cincuenta familias,
y si le agregamos a algunos compañeros y algunos policías; en
total unas cuatrocientas personas se han desaparecido sin dejar rastro.
¡Y los asquerosos políticos no hacen nada!” “Y
usted, ¿qué cree que ha causado las desapariciones?” Preguntó
Setsuna, bastante interesada en la conversación. “¿Yo?
Si se lo digo, seguramente pensará que estoy loco.” “Le
aseguro que no.” Dijo Setsuna, su tono de voz y la seriedad que
marcaba su rostro convencieron al taxista de continuar. “Muy
bien, pero recuerde que se lo advertí.” Dijo él. “Muchos compañeros
y yo creemos que son esos malditos diablos del gran desierto Arenoso.” “¿Diablos?”
Definitivamente Setsuna tenía que escuchar el resto de la explicación. “Exacto.
Esas cosas, las vieron por primera vez hace unos tres o cuatro meses.”
Comenzó el taxista, al tiempo que activaba el limpiaparabrisas para
lidiar con la llovizna que había comenzado a caer, “Al principio creíamos
que era una nueva historia que habían inventado los granjeros. Muchos
son muy supersticiosos y les encanta inventar cosas. Pero ahora nadie
que yo conozca cree que sea un cuento; ellos saben que los diablos están
por allí y que ya no se conforman con comerse a la gente de los
ranchos.” Setsuna
estaba segura de que Haruka había escuchado esto antes y lo había
tomado como una historia de las que a la gente le encanta contar a los
turistas. Pero seguramente algo que Hotaru había visto la hizo tomarlo
más en serio. “Y estos diablos, ¿Cómo son?” “Pues...
algunos granjeros, que ya no son granjeros señorita, dicen que son unos
enanos negros con ojos blancos y brillantes que se mueven entre las
sombras y que no tienen ni nariz, ni boca ni orejas; lo único que
tienen en la cabeza además de esos ojos blancos, son un par de largos y
retorcidos cuernos tan negros como ellos mismos. Es por eso que les
llaman diablos. Da miedo, ¿verdad señorita?” Setsuna
asintió y guardó silencio el resto del trayecto pensando en qué debía
hacer. Su silencio claro, no impidió que el taxista siguiera hablando
de todas las historias sobre desapariciones que había escuchado. Una
hora más tarde, Setsuna llegó al hotel donde se hospedaba Haruka. La
joven mujer decidió pagar por una habitación para ella sola, y luego
se dirigió a los elevadores. Después de instalarse en su cuarto, el número
228, Setsuna tocaba en la puerta de la habitación 314. para su
sorpresa, fue Hotaru quien la recibió. “¡Setsuna,
sí viniste!” Exclamó Hotaru. “Por
supuesto que sí.” Respondió ella, “¿Y Haruka? ¿No te habrá
dejado sola?” Preguntó mientras entraba en la habitación. “Claro
que no.” Respondió Haruka desde el balcón, junto a ella estaba
Michiru. “Veo
que tú llegaste primero Michiru.” Observó Setsuna después de
intercambiar saludos con sus compañeras. “A
mí me llamaron antes que a ti.” Respondió Michiru sentándose en uno
de los cómodos sillones color azul que había en la habitación,
“Afortunadamente, no tuve que cancelar mis conciertos.” “Eso
es bueno. Pero a me gustaría saber más sobre lo que mencionaste por
teléfono Haruka.” Pidió Setsuna sentándose frente a Michiru. “¿Imagino
que tiene que ver con los diablos del desierto?” Hotaru
fue la que contestó, “En realidad sí. Hace un par de días hice un,
digamos, descubrimiento, durante la vez que visitamos el gran desierto
Arenoso con otros turistas.” La niña hizo una pausa cuando Haruka
afirmó que Hotaru había desaparecido por un par de horas ese día, y
luego continuó, “Después de haber caminado sin rumbo por un largo
rato, llegué a un lugar bastante extraño. “No
sé por qué decidí alejarme por mi cuenta, ni en qué dirección había
caminado cuando vi aquél montón de bloques descubiertos por el viento
del desierto. Desde que las miré, supe que había algo completamente
fuera de lo normal con esas piedras; pero no pude verlo hasta que en vez
de mirar bloque por bloque, permití que mi mirada se posará en varios
a la vez. Entonces entendí que me encontraba frente a una forma
definida. Luego, trepé con gran dificultad sobre el bloque más alto y
al mirar al frente comprendí lo que veía, era un marco enorme que se
extendía sobre el suelo, de unos diez metros de ancho y otros tantos de
largo, formado por bloques octagonales. Una línea horizontal que
surcaba la mitad de la enorme y plana loza medio cubierta por la arena
que estaba dentro del marco me hizo darme cuenta de que en realidad era
la señal de una puerta que se abría hacia abajo. Hotaru
hizo otra pausa y miró a Setsuna con atención antes de continuar, la
siguiente parte era la más extraña de su historia y no quería quedar
como tonta frente a ella. Finalmente, Hotaru continuó. “Me
atreví a caminar sobre esa enorme loza y hasta llegué a hincarme sobre
la línea que la dividía en dos, y al apoyar mi mano sobre esa línea,
pude sentir una débil corriente de aire frío que surgía del interior
de la tierra. Esa corriente de aire sólo significaba una cosa: que una
cueva oculta de gran tamaño se encontraba debajo de la loza sobre la
que me hincaba. Lo primero que pensé fue en las historias de los
granjeros desaparecidos y sobre los diablos del desierto. Pero yo
deseaba entrar a esa cueva y no dejé de intentarlo; me tardé bastante
rato, pero fui capaz de abrir un pequeño agujero entre la loza y una de
las esquinas del marco; pero la terrible peste que surgió del agujero y
que inundó el aire me obligó a detenerme; eso y aparte me pareció ver
un par de ojos blancos observándome desde lo profundo del pequeño
agujero que había escarbado. “Después
de eso ya no pude estar en ese lugar.” Terminó Hotaru, “Así que me
las arreglé para volver con Haruka y le conté esto que acabo de
decirles. Lo siguiente fue que ella les llamó y les pidió que vinieran
con nosotras.” “Muy
interesante.” Dijo Setsuna apoyando su barbilla en la palma de su mano
derecha, “El viaje no fue en vano después de todo.” “¿Y
cómo está todo en Japón?” Preguntó Michiru. “No
muy bien.” Respondió Setsuna, “Hace poco, Rei y Makoto fueron a
visitarme, y lo que me dijeron fue...” “Por
lo visto nuestro descanso terminó.” Dijo Haruka cuando Setsuna terminó
de relatarles los hechos de los últimos días en Tokio. “Sugiero
que nos encarguemos del problema inmediato primero.” Aconsejó
Michiru. “Estoy
de acuerdo.” Respondió Setsuna, “¿Alguna sugerencia’” “Bueno,
como la carrera en la que iba competir se suspendió por el mal
clima...” Comenzó Haruka, “Pensaba que podríamos visitar el lugar
que encontró Hotaru.” “Eso
sería lo más lógico.” Dijo Michiru apoyando la sugerencia de
Haruka. “Si,
estoy de acuerdo con ustedes.” Respondió Setsuna mientras se dirigía
a la puerta, “Ahora, si me disculpan, creo que será mejor dormir un
poco. En unas horas tendremos las manos llenas y no podremos hacer nada
si no estamos descansadas.” +++ Luna
y Artemis no podían ponerse de acuerdo. Justo unos minutos antes las
muchachas y Mamoru habían estado en el centro de comando para la reunión
que habían acordado, pero debido a la falta de eventos de importancia,
la junta terminó rápido y todas las chicas, menos Ami que estaba
revisando algo en la computadora central, se habían marchado ya. Lo único
de importancia que pudieron discutir en la reunión fue que Setsuna no
aparecía por ningún lado, Rei y Minako habían ido a buscarla y no la
encontraron, y cuando las dos chicas preguntaron por ella al portero del
edificio, sólo les había contado que Setsuna había salido en un
‘viaje de negocios’ y que no sabía cuando regresaría. Por otra
parte, Makoto parecía que tenía prisa por ir a algún lugar en
particular y fue la primera en salir cuando la reunión terminó. Rei
por su parte se las arregló para poder acompañar a Usagi y a Mamoru al
cine, muy para el desencanto de Usagi, y Minako explicó que ella y Naru
habían acordado ensayar juntas por el resto de la tarde. Lo que ahora
nos lleva a la conversación que tenían los gatos. “¡Te
digo que sí hay algo raro con ella!”
Insistió Artemis. “Pues
yo insisto en que no hay nada malo con Naru.” Respondió la gata,
“Ella fue a devolverle a Usagi unas revistas ayer por la noche y yo no
sentí nada raro cuando me tocó.” “¡Pues
entonces el problema es aún más grave!” Dijo el gato. “¿Estás
insinuando que yo tengo problemas?” Gruñó Luna enojada, más por la
inútil discusión, que por la actitud del gato blanco. “¡Claro
que no!” Respondió Artemis alarmado, “Pero yo no te diría
mentiras; estoy seguro que cuando Naru me tocó, sentí una corriente de
energía muy fuerte.” “Mira
Artemis, he conocido a Naru más tiempo que tú y puedo decirte que ella
no tiene ningún tipo de habilidad especial, y la única manera en que
te hubiera causado el efecto que dices es si estuviera poseída por el
enemigo, lo cual es imposible porque yo acabo de verla y no sentí
nada.” “¿Entonces
crees que estoy mintiendo?” “No,
pero tampoco creo que Naru esté metida en este asunto.” Dijo Luna,
“Más bien, yo creo que la escuela de talento es la responsable, ¿No
crees que lo que sentiste fue causado por algo dentro de esa escuela?” “Podría
ser, pero, ¿Qué hay con el toque de Naru?” “Estoy
casi segura de que no fue más que una coincidencia.” Dijo la gata,
“Lo más seguro es que Naru te acarició al mismo tiempo en que
sentiste aquél escalofrío. ¿No crees entonces que pudo haber venido
del interior de la escuela?” Artemis
meditó la sugerencia de Luna, podía ser que eso había pasado. Además,
ahora ya no estaba seguro de si aquella extraña sensación comenzó
justo en el momento en que Naru lo tocó, o antes o después; y menos
estaba seguro de cuando había terminado. Sin embargo, tenía que
admitir algo, esa mañana, cuando Artemis había acompañado a Minako a
sus clases, nuevamente le había llegado esa sensación, sólo que no
había sido tan fuerte. “Bueno, tal vez sea como dices Luna, pero si
en realidad el problema está en la escuela, ¿qué haremos?” “Minako
asiste a clases allí, ¿No es cierto?” “Sí.” “Pues
pídele que investigue si hay algo extraño.” Dijo la gata, “Sólo
de esa forma podremos saber si hay algún peligro en la escuela de
talento o no.” “Está
bien, hablaré con Minako y le diré que haga eso.” Aseguró el gato. “Me
parece que he encontrado algo que había pasado por alto.” Anunció
Ami, sacando a los gatos de su conversación. “¿Y
qué es?” Preguntó Luna, saltando desde el suelo hasta el brazo de la
silla donde se sentaba Ami para tener una mejor visión de la pantalla. “Es
sobre la leyenda que nos contaste Luna; hasta ahora pensaba que era una
historia sin mucho fundamento, pero revisando las notas de la reunión
anterior, me encontré con que Setsuna les contó a Rei y a Makoto algo
sobre una ventana del tiempo en la que un hombre llamado Nagari es
mencionado una vez.” “Muy
cierto.” Dijo Luna pensativa, “¿Tienes alguna idea de cómo usar
esa información?” “Sí.
De acuerdo a lo que dijeron Rei y Minako sobre Kernath; ese monstruo las
confundió con los guardianes. Estoy segura de que los guardianes de la
leyenda que nos contaste y los guardianes a los que Kernath parecía
tenerles miedo son los mismos.” Explicó Ami. “Pero
entonces eso significa que el planeta en el que los guardianes pelearon
por ultima vez no es otro sino el nuestro, ¡la Tierra!” Comentó
asombrado Artemis. “Exacto.”
Dijo Ami, “Y eso demuestra que la leyenda que la Reina Serenidad
estudiaba con tanta insistencia es mucho más vieja de lo que creíamos;
y que Kernath es uno de esos... seres, ¿cómo dijiste que se llamaban
Luna? ¿Antiguos?” “Sí,
los antiguos.” Respondió la gata. “Pero entonces, ¿los antiguos no
son una leyenda?” “Difícil
de aceptar.” Agregó Artemis. “Hay
algo más.” Dijo Ami, “Si los antiguos aún viven, lo más seguro es
que son los parásitos. ¿Recuerdan lo que dijo Mamoru?” “Es
cierto.” Respondió Luna, “¡Y un parásito necesita un huésped
para incubarse!” “En
ese caso, tendremos que investigar en todos los lugares en los que esos
parásitos podrían infectar a las personas.” Exclamó Artemis,
“Lugares como... ¡Maldición!” Luna
miró a Artemis con preocupación, “La escuela de talento.” “Tendré
que asegurarme que Minako no se meta en problemas cuando investiguemos
ese lugar.” +++ “¿Segura
que sabes cómo volar esto?” Le preguntó Setsuna a Haruka mientras
subía a la pequeña avioneta que ella y sus amigas acababan de rentar;
les había tomado un par de días, pero al fin habían conseguido
permiso para volar el pequeño avión. “Por
supuesto.” Respondió Haruka desde el asiento del piloto mientras se
ajustaba sus gafas de lentes amarillos. “Además
yo ya he volado con Haruka y lo sabe hacer muy bien.” Aseguró Michiru
desde el asiento delantero. “¿Listas?”
Preguntó Haruka encendiendo el pequeño aeroplano y enfilándose a la
pista de despegue. “¡Claro
que sí!” Exclamó Hotaru, emocionándose cada vez que la máquina
aumentaba su velocidad, “¡Quiero ver qué se siente volar en una
avioneta como ésta!” “¡Pues
allá vamos!” Dijo Haruka y con un súbito y rápido movimiento,
comenzó a elevar el pequeño avión. Sobrevolar
el gran desierto arenoso y sus 360,000 Kilómetros cuadrados de extensión
en busca de un lugar en específico que no está marcado en un mapa
puede ser una tarea muy frustrante cuando la reserva de combustible está
limitada a sólo dos recargas, como lo descubrieron Haruka, Michiru,
Setsuna y Hotaru. Ya habían pasado varias horas desde que habían
comenzado a buscar la extraña construcción que Hotaru había
encontrado y aún tenían que ver algo que no fuera arena, la situación
era peor aún pues el anochecer estaba cerca y ninguna de las cuatro
mujeres que viajaban en el pequeño aeroplano deseaba pasar la noche en
el desierto. “Parece
imposible que en un día nublado pueda hacer tanto calor.” Se quejó
Hotaru. “El
problema no es el calor.” Dijo Haruka, “El problema es que ya sólo
tenemos suficiente combustible para dar una vuelta más y regresar a
Sydney. Oye Hotaru, ¿No ves nada que te sea familiar?” Hotaru
simplemente miró con más atención al horizonte, esperando encontrar
algo que le recordara la ubicación del lugar que estaban buscando. “Haruka,
por favor cambia la dirección al este.” Pidió Hotaru, “Por allá
hay algo que me parece haber visto antes.” “Sí,
definitivamente estamos cerca.” Dijo Hotaru observando con atención
el área debajo de ella, “¿Podemos ir más al este?” “Seguro,
creo que aún queda suficiente gasolina.” Respondió Haruka. La
avioneta se enfiló aún más hacia el este, volando lo más bajo
posible para evitar que el reflejo del poco sol que aún relucía sobre
la arena con brillantes tonos anaranjados les cegara demasiado. “Oye
Hotaru...” Llamó Michiru, “¿Esas piedras de por allá no son las
que viste antes?” Setsuna
y Hotaru voltearon de inmediato a la ventana del lado de Michiru, por
donde se podía ver una formación rectangular hecha por varias rocas
irregulares. “¡Sí!
¡Ese lugar está muy cerca de la puerta!”
Exclamó Hotaru. “¿Entonces
no es allí?” Preguntó Michiru. “No,
pero si volamos directo hacia esas piedras y continuamos en esa dirección,
llegaremos pronto.” Explicó la niña. “Muy
bien, entonces allá iremos.” Dijo Haruka virando hacia la izquierda y
disminuyendo un poco más la altitud. Efectivamente, pocos minutos después,
una nueva formación hecha de piedras, mucho más grande que la que
Michiru había visto poco antes, se extendía ante ellas. “Es
bastante impresionante.” Admitió Michiru. “Entrar
allí probablemente será difícil.” Mencionó Setsuna sin dirigirse a
nadie en particular. “Pensaremos
en eso cuando aterricemos.” Dijo
Haruka, “Así que por favor acomódense bien en sus asientos que ya
vamos a bajar.” El
aterrizaje de Haruka fue excelente, y como una precaución extra, las
cuatro amigas acordaron dejar la avioneta un centenar de metros más allá
de los bloques de piedra, escondida detrás de una enorme duna. “¿No
hay posibilidad de que la duna se deshaga con el viento?” Preguntó
Michiru. “Ya
es tarde para preocuparse por eso.” Respondió Haruka, caminando
decidida hacia las enormes piedras octagonales, “Tendremos que dejarlo
a la suerte, aunque no me guste.” “Es
más fácil subir por este lado.” Sugirió Hotaru guiando a las demás
hacia una serie de hendiduras en uno de los bloques. “Espera.”
Dijo Setsuna y detuvo a Hotaru antes de que pudiera saltar al interior
del marco de piedras, “Hay algo mal aquí.” “Setsuna
tiene razón.” Agregó Michiru mirando dentro del marco, a esa enorme
loza que Hotaru había descrito anteriormente. “¡Miren!”
Exclamó Haruka, “¡La puerta está abriéndose!”
No
bien había Haruka terminado su frase, un coro de gritos inhumanos se
alzó a través de la roca sólida; la loza, que antes había parecido
inmovible, se abrió liberando un tornado de miasmas que estuvieron a
punto de ahogar a las cuatro mujeres. Poco a poco, Setsuna y Haruka se
acercaron a la orilla del pozo que ahora se abría ante ellas,
soportando la terrible peste que quemaba sus pulmones. Haruka fue la
primera en mirar dentro de la oscuridad que se extendía hacia el
interior de la tierra, sólo para echarse para atrás y derribar a
Setsuna junto a ella, pues en ese momento, una masa de humo negro casi sólido
se disparó hacia el cielo. De la enorme columna de humo salían agudas
voces y gritos que ensordecían a las cuatro compañeras; Michiru y
Hotaru, que se habían quedado más atrás, notaron algo que les heló
la sangre, dentro del remolino de humo negro, había cosas moviéndose,
intercalándose entre sí, horribles formas negras de ojos blancos y
brillantes que se desplazaban a través del humo y gritaban y se retorcían
como si fueran víctimas de un intenso dolor. Finalmente, la impura
mezcla de humo y criaturas se elevó por los aires y se diluyó por
todas direcciones, cubriendo el cielo con oscuros nubarrones que poco a
poco se disolvieron, sólo entonces los gritos y las voces dejaron de
escucharse. “¿Están
bien ustedes dos?” Preguntó Michiru acercándose a Haruka Y Setsuna,
que aún no se ponían de pie. “Sí,
parece que no nos pasó nada.” Respondió Haruka sacudiendo la cabeza,
“¿Qué fue todo eso?” “Creo
que fueron los diablos del desierto.” Intervino Setsuna levantándose. “¿Todavía
piensan entrar allí?” Preguntó Hotaru, que se había agachado junto
a la orilla del pozo y miraba insistentemente a su interior, “Parece
que el lugar está vacío” “Tanto
mejor para nosotras.” Respondió Michiru, “Para cuando esos diablos
vuelvan, ya habremos descubierto qué hay aquí.” “Entremos
ya.” Indicó Haruka, encendiendo su linterna y deslizándose dentro
del pozo. Michiru, Setsuna y Hotaru la siguieron de inmediato. El
oscuro túnel que las cuatro Sailor exteriores recorrían parecía no
tener fin, descendía y descendía cada vez más hacia las entrañas de
la tierra y hasta ahora, bajo la luz de sus linternas, las cuatro
mujeres no habían encontrado nada. “Parece
que el habernos transformado no fue necesario.” Dijo Sailor Uranus
deteniéndose un momento mientras alumbraba el techo del túnel con su lámpara,
“No hemos encontrado oposición en nuestro descenso.” “Pero
no podemos confiarnos.” Respondió Neptune “Si los diablos regresan
y no estamos preparadas para enfrentarlos quedaríamos en desventaja.” “¡Hey!”
Llamó Saturn, que se había
adelantado un poco,“¡Encontré algo por aquí!” “¿Qué
es?” Preguntaron al mismo tiempo Pluto, Uranus y Neptune. “Una
especie de barrera, pero está cerrada y no parece posible moverla.” “No
hay problema.” Anunció Uranus, “Yo me encargo de esto. Todas detrás
de mi.” “¿Acaso
vas a hacer lo que creo que vas a hacer?” Preguntó Sailor Pluto, “¿Qué
tal si se nos cae todo encima?” “No
pasará nada.” Respondió Uranus levantando su puño, “Y
ahora...World Shaking!!!” *BroooMMM!!!!* “Bueno,
esa es una forma de abrir esa puerta.” Suspiró Pluto observando los
escombros que poco antes habían sido una pesada barrera de roca. “Una
forma efectiva.” Corrigió Uranus, “Bien, ¿seguimos adelante?” “No
veo por qué no.” Respondió Pluto adentrándose en el nuevo túnel
que se abría ante ella, las otras Sailor pronto la siguieron. Mientras,
en una cámara oculta en lo más profundo de la cueva, una figura alta y
elegante se entretenía observando un enorme cristal que iluminaba la
habitación con su blanco y magnífico resplandor; debajo del cristal,
sin embargo, se movía un complejo sistema de engranes y poleas que
llenaban la cámara con un suave murmullo metálico. Pero la silenciosa
meditación de la figura estaba destinada a terminar. “¡Maestro
Sarnath!” Llamó una voz rasposa y grave, “¡Hay intrusos en el
primer sector de la colmena!” “Los
intrusos no son mi problema, general Reptylet.” Respondió el primer
ser. “Además, si hay intrusos es porque usted seguramente cometió
otro estúpido error.” “Pero...maestro
Sarnath...¿qué error he cometido?” “¡Silencio
Reptylet!” Gritó Sarnath, “¡El primer y más grave error fue dejar
salir a los parásitos cuando ya no era necesario! ¡El cristal que
usamos como batería para acumular la Luz Blanca ya está lleno al máximo!
Ya no necesitamos más victimas, sólo teníamos que enviar la energía
a la fortaleza; pero no, usted tenía que dejar salir a los parásitos.” “No
pensé que causara problemas, su tiempo de vida estaba por terminar de
todas formas.” Dijo Reptylet, “Usted sabe que los parásitos no
viven por más de unas pocas semanas; pensé que dejarlos divertirse no
causaría problemas.” “Eso
no importa, y supongo que su error tampoco importa ya.” Dijo Sarnath
resignado mientras seguía a Reptylet al cuarto de control, una vez
dentro; Reptylet encendió cuatro antorchas, y en cada una de las flamas
apareció una de las Sailor exteriores. “Increíble.”
Musitó Sarnath admirado ante las imágenes, “Ellas cuatro concuerdan
con la descripción que hizo Kernath de las mujeres que lo apalearon
hace unos días.” “¿Ellas
son las que lastimaron al maestro Kernath?” Preguntó Reptylet,
“Deben ser muy peligrosas.” “Kernath
es un soldado, fuera del campo de batalla no sabe manejarse. Seguramente
por eso lo vencieron esas cuatro.” Explicó Sarnath mientras miraba
una de las imágenes con gran atención y, presa de un impulso que ni él
pudo comprender, extendió su mano para deslizar sus dedos por el
contorno del rostro de la mujer que aparecía dentro de una de las
llamas. “Aunque
Kernath nunca mencionó lo hermosa que era una de sus atacantes.”
Murmuró Sarnath. “¿Maestro
Sarnath? ¿Está usted bien?” Preguntó
Reptylet alarmado por el rostro que mostraba su superior. “Estoy
muy bien.” Respondió Sarnath, “Reptylet, yo me encargaré de ellas.
Tú ve y comienza a transmitir la luz blanca a la fortaleza.” “¿Y
los parásitos y nuestros rehenes?”
Preguntó el general de la colmena. “Ya
no me sirven. Deja que mueran todos.” Ordenó Sarnath al salir del
cuarto de control. El
nuevo pasillo que Uranus había descubierto, llevó a las Sailor
exteriores aún más profundo dentro de la cueva, hasta que después de
lo que pareció una eternidad, las cuatro llegaron a un enorme salón
que no podía ser alumbrado completamente por sus linternas. Algo que
alarmó a las cuatro mujeres fue que la pestilencia en esta habitación
era mucho más fuerte que por los corredores que habían atravesado
antes. “Bien,
al menos llegamos a alguna parte.” Dijo Sailor Neptune tratando inútilmente
de iluminar el otro extremo de la enorme habitación, “Ya me había
cansado de caminar por ese pasillo apretado sin llegar a ningún
lado.” “No
eres la única.” Agregó Pluto, “Y más si consideramos que afuera
ya debe estar amaneciendo.” “Esperen
un momento.” Pidió Sailor Saturn, “¿No escuchan algo extraño?” Las
demás guardaron silencio, “Sí, es un gemido.” Anunció Uranus. “Viene
de por allá.” Indicó Neptune alumbrando hacia su izquierda con su
linterna y caminando en esa dirección; unos pasos después, el haz de
luz de la linterna de Neptune se sacudió nerviosamente durante un
instante, pero la Sailor Scout pronto recuperó su sangre fría, “Esto
es...¡Horrible!” Pluto
y Uranus se quedaron sin palabras al contemplar lo que Neptune había
encontrado; por el suelo se contaban cientos de cadáveres en diversos
estados de descomposición; algunos ya mostraban huesos entre el tejido
descompuesto. Finalmente, las Sailor exteriores habían descubierto la
fuente del hedor que inundaba todo el complejo subterráneo. “El
que hizo esto es un loco.” Murmuró Pluto, “Nunca imaginé ver algo
así.” Uranus
y Neptune no hicieron ningún comentario y se limitaron a caminar
siguiendo la hilera de cadáveres; como los gemidos aún se escuchaban
esperaban encontrar a algún sobreviviente. Quedándose
atrás en silencio, Saturn se arrodilló junto una pila de cuerpos; eran
los cuerpos inertes de niños y bebés “Murieron primero.” Dijo ella
sin poder contener las lágrimas. “Lo
que sea que le hicieron a esta gente, ellos no lo resistieron tanto como
los adultos.” Dijo Pluto, arrodillándose junto a Saturn y abrazándola,
“Lo único bueno es que no sufrieron por mucho tiempo.” “Voy
a hacer pagar al responsable.” Murmuró Saturn secando sus lágrimas y
poniéndose de pie. “Lo juro.” “Y
yo.” Contestó Pluto, “Nadie tiene derecho a hacer esto.” “¡Vengan!”
Llamó Uranus, “¡Aquí hay sobrevivientes!” Pluto
y Satrun respondieron al llamado y alcanzaron a sus dos compañeras,
pronto se encontraron frente a un muro al que estaban atadas varias
personas, todas ellas estaban tremendamente flacas y de sus cráneos
afeitados, brazos y estómagos salían varios cables que se introducían
a la pared; esos cables de cuando en cuando succionaban una energía
blanca y brillante de los cuerpos de los pobres desgraciados que sólo
podían gemir al carecer de la fuerza necesaria para articular palabras. “Les
están quitando su Luz blanca.” Informó Pluto, “Por eso los niños
murieron antes y estas personas están tan mal.” “Hay
que sacarlos de aquí.” Dijo Neptune tomando los cables que salían
del torso de una mujer y jaló de ellos con fuerza, sólo para recibir
una fuerte descarga que la hizo retroceder varios pasos. “Eso
no parece funcionar.” Uranus se acercó a otra persona y llamando a su
arma, el sable de Urano, descargó un potente golpe sobre los malditos
cables; pero no pasó nada. “¿De qué están hechos estos tubos?”
Preguntó molesta. “Tendremos
que dejar aquí a esta gente.” Indicó Pluto mientras seguía los
cables, que había descubierto, resurgían en el piso y se enredaban
hacia el centro de la habitación. “¿Pero
por qué?” Preguntó Neptune. “Si
el sable de Urano no pudo cortar esos cables, es muy probable que nada
que hagamos los rompa, y si los arrancamos lastimaremos a esa gente.”
Explicó Pluto señalando a los tubos que seguía, “Lo único que nos
queda por hacer es destruir el mecanismo al que se dirigen estos cables,
tal vez así logremos que estas personas queden libres.” Siguiendo
los cables, las cuatro Sailor exteriores llegaron al centro del salón,
cada uno de los tubos se introducía por las orillas de un enorme lente
circular que se extendía en el suelo. “¿Y
esto?” Preguntó Saturn. “Debe
ser parte de la máquina que buscamos.” Explicó Pluto,
“Probablemente el resto de la maquinaria está debajo.” “El
vidrio es muy opaco para ver que hay abajo.” Dijo Neptune. “Quizá
podamos levantarlo” Sugirió Saturn al notar varias agarraderas en las
orillas de la lente. Aceptando
la sugerencia de la Sailor más joven de su grupo, las otras tres Sailor
exteriores se prepararon para intentar mover la inmensa placa de vidrio. “Esperen
un momento.” Pidió Neptune, “¿No notan algo raro en el
ambiente?” “Tienes
razón...” Contestó Uranus, “...el olor se ha ido.” “Y
ahora el aire se siente cargado de energía.” Dijo Saturn mirando a
ambos lados, “Como si estuviéramos cerca de una generador o de una
enorme batería.” “Esto
no me parece una buena señal.” Agregó Pluto, “Podría ser
que...” Un
rugido que surgía del piso forzó a Sailor Pluto a guardar silencio, el
sonido comenzó a aumentar de intensidad hasta que era casi imposible
escuchar otra cosa. “¿Qué
está sucediendo?” Preguntó Saturn, que tuvo que gritar para lograr
que sus compañeras la escucharan. “¡No
lo sé!” Respondió Neptune, “¡Tal vez los diablos ya volvieron!” “EEEEEEEEAAAAAAAAAAAAHHHHHHHH!!!!!”
Pluto,
Neptune y Saturn se volvieron asustadas, nunca habían escuchado gritar
así a Sailor Uranus, y el hecho de que algo pudiera hacerle eso a la más
ruda de su grupo era bastante alarmante. La escena que las tres Sailor
exteriores presenciaron les dejó sin aliento; una especie de espeso líquido
negro se deslizaba sobre el cuerpo de Uranus y al hacerlo, la jalaba
poco a poco dentro del piso. “¡Debemos
ayudarla!” Gritó Neptune pero en cuanto dio un paso hacia Uranus, su
pierna izquierda se atoró en algo muy caliente que le arrancó un grito
de dolor; Sailor Pluto logró tomar a Neptune de la mano antes de que la
misma sustancia negra se envolviera sobre sus piernas; causándole una
agonía increíble en cuanto tocó su piel. Sailor Saturn era la única
libre de esa baba negra que
devoraba a sus amigas, y no estaba segura de qué hacer; si se acercaba,
lo más seguro era que esa cosa la atraparía también, y si intentaba
usar uno de sus ataques especiales, podría terminar matando a sus compañeras.
¡Pero ella debía hacer algo! Uranus ya casi había desaparecido, sólo
su cabeza asomaba del suelo y continuaba descendiendo, Neptune y Pluto
se habían hundido ya hasta el pecho y no podían mover los brazos, ¿qué
podía hacer? “¡Maldición!”
Murmuró Sailor Saturn lanzándose hacia Neptune, la joven se movió con
suficiente rapidez como para tomar a la otra Sailor Scout de los hombros
y tratar de jalarla fuera de la cosa que la absorbía, pero su esfuerzo
fue en vano; pues la sustancia pronto la envolvió a ella también.
Saturn trató de resistirse como lo hacían las otras, pero no consiguió
nada; cada vez se hundía más, lo último que Sailor Saturn pudo ver
antes de ser totalmente consumida por el ardiente lodo negro fue una
silueta que se erguía frente a ella. +++ A
Minako le encantaban sus clases de verano; ya habían pasado varios días
desde que se había inscrito en la escuela de talento y ya se había
convertido en la alumna estrella del instituto. Y es que Minako había
demostrado tener enormes aptitudes para el canto y el baile, y su
inagotable energía le hacían darse a notar por sobre las demás
estudiantes. Esto probablemente le habría ganado el repudio de las demás
alumnas a cualquier otra jovencita, pero no a Minako; a ella todas sus
compañeras la seguían con admiración y todos los maestros le
felicitaban por la dedicación que mostraba en cada una de las clases. “¿Sabes
Minako?” Llamó Artemis unos pasos atrás de su amiga mientras ambos
caminaban a la plaza comercial, “Me asombra el empeño que le has
puesto a todo este asunto de la escuela de talento.” “No
debería asombrarte.” Dijo ella, “¡Al fin estoy haciendo algo que
en realidad quiero hacer!” Artemis
suspiró un poco preocupado, “Sólo no te olvides que debes investigar
si algo extraño está sucediendo allí.” Minako
le respondió levantando el pulgar de su mano derecha, “No te
preocupes, ya tengo experiencia con ese tipo de misiones. Pero la verdad
dudo que algo malo se oculte allí.” “Allá
hay un policía; creo que lo conoces.” Dijo el gato deteniéndose de
repente. Los
ojos de Minako escudriñaron el área, pero no veía nadie con uniforme;
no fue sino hasta que su mirada se detuvo en un joven que llevaba un suéter
rojo, que identificó al policía. Le había costado trabajo
reconocerlo, pues se veía diez años más joven; MInako no esperaba
volver a verlo “¡Wakagi!,
¿Qué diablos está haciendo él aquí?” Murmuró Mina. “Tal
vez la jefa de la estación de policía tiene problemas.” Dijo
Artemis, “¿Cuál era su nombre? ¿Sakura Natsumi?” “Sakurada
Natsuna.” Corrigió Minako, “Tiene mucho que no la veo.” “¿Qué
vas a hacer?” Preguntó Artemis. “¿Hablarás con él?” La
chica lo pensó mientras observaba cómo el joven que había reconocido
como Wakagi caminaba de un lugar a otro de la plaza, poniendo mucha
atención en las jovencitas que entraban en la escuela de talento. “No
parece que haya forma de evitarlo.” Dijo Mina al fin. Con
paso decidido, Minako se acercó a la escuela, siendo rápidamente
abordada por el hombre del suéter rojo. “Hola.”
Saludó él, “¿De casualidad su nombre es Aino Minako?” Minako
parpadeó extrañada un par de veces, hasta donde ella recordaba, Wakagi
la conocía; vaya ¡si él incluso sabía de su doble identidad! “Le
pregunté si usted era la señorita Aino...” “Oh,
perdón.” Interrumpió Minako, “Me distraje. Sí, yo soy Aino
Minako, ¿qué sucede?” Wakagi
la tomó del hombro y le susurró al oído, “Soy detective, me gustaría
hablar con usted por unos minutos.” Minako
miró a la escuela, “¡Pero llegaré tarde a mi clase!” Se quejó. “No
hay problema, yo hablaré con sus maestros. Sólo le pido que conteste
unas cuantas de mis preguntas.” “Está bien.” Respondió Minako y
se alejó unos pasos para hablar a solas con el detective. “¿Qué
sucede Wakagi?” Preguntó ella, “¿Por qué estás jugando al hombre
misterioso?” “Acaso
insinúa usted que me conoce?” Preguntó él. “¿Estás
de broma?” Dijo Minako algo molesta, “Mira que no tengo tiempo para
esto.” “No,
señorita Aino. Mi problema es que no puedo recordar mucho de los últimos
seis años.” Mina
miró al hombre con curiosidad, “¿Es en serio? ¿Cómo pasó eso?” Wakagi
se sentó en una banca y Minako hizo lo mismo, esperando su explicación,
“Fue durante un caso que estaba investigando hace unos meses. La
evidencia me llevó hasta las bodegas de los muelles del siguiente
distrito y... algo me sucedió allí.” “¿Pero
qué fue lo que te pasó?” “No
lo sé.” Respondió él, “Cuando desperté me encontraba en el sótano
de una bodega, estaba tirado cerca de una coladera y no podía recordar
casi nada.” Minako
asintió y Wakagi continuó. “Sólo
recordaba que era policía y el número de estación en la que
trabajaba. Cuando volví allí, mi superiora se burló de mí y me echó
a la calle.” “¿Sakurada
hizo eso?” Exclamó incrédula Minako, “¡Pero yo creía que tu y
ella ya estarían casados!” “¿En
serio? Yo no puedo recordar nada sobre una relación con ella.” Dijo
él, “Además, todos los otros policías también se burlaron de mí.
Me vi forzado a trabajar como detective por mi cuenta pero no he podido
recordar cual fue el caso que investigaba, ni por qué perdí la memoria
¡y mucho menos por qué me veo diez años más joven que en la foto de
mi placa de policía!” “¿Y
yo qué tengo que ver con todo eso?” Quiso saber Minako. “Hace
unos cuantos días recordé su nombre y su cara, señorita Aino, y sé
que usted sabe como contactar a Sailor V.” Explicó Wakagi, “Así
que comencé a buscarla para pedirle que contacte a Sailor V y le diga
que necesito su ayuda.” “¿Sólo
eso?” Wakagi
le entregó a Mina un sobre, “Por favor, entréguele esto a Sailor V,
es el lugar en donde puede localizarme.” “Seguro.”
Respondió Minako, “Yo se lo daré cuando la vea.” “Se
lo agradezco.” Respondió él y se alejó del lugar. “¿Qué
quería tu amigo policía?” Preguntó Artemis luego de acercarse lo
suficiente. “Creo
que el lugar que debemos investigar son los muelles y no mi escuela.”
Le respondió ella, “Lo que le pasó a Wakagi sólo pudo haber sido
causado por el enemigo.” “Iré
a decirle a Luna.” Dijo Artemis, “Oye, ¿te pasa algo? Preguntó el
gato al notar que Minako no se movía. “¡Claro
que me pasa algo!” Exclamó Minako, “¡Ese tramposo no fue a hablar
con mis maestros! ¡Me pondrán retardo!” +++ Haruka
abrió los ojos con lentitud, y cuando sus ojos se acostumbraron a la
penumbra, se dio cuenta de dos cosas: primero, estaba en el suelo de una
habitación rectangular en la que la única pieza de mobiliario era un
espejo de piso a techo; y segundo, ella estaba en su forma de Sailor
Uranus. Levantándose y apoyando una mano en la pared, Uranus recordó
lo que había sucedido y cómo pensó que moriría devorada por ese lodo
hirviente que la había atacado. Mirando sus brazos y piernas en espera
de encontrar marcas de quemaduras, Uranus se asombró al notar que su
piel estaba en perfecto estado y que no sentía nada de dolor.
Concentrando nuevamente su atención en su celda; Uranus no tardó en
descubrir que no había ninguna salida visible, a no ser que... La joven
mujer se acercó al espejo e intentó moverlo a un lado, lo cual le fue
imposible. “Yo
no haría eso en su lugar.” Le advirtió una elegante voz que salía
del espejo. “Y
yo no mantendría a alguien como yo encerrado en un lugar como éste.”
Respondió Uranus parándose frente al espejo, “Déjame salir.” “Déjame
salir.” Contestó su reflejo, y poco a poco, su imagen comenzó a
salir del espejo; pronto, Sailor Uranus tenía frente a ella a una copia
perfecta de sí misma. Coincidentemente, el espejo había desaparecido. “Esto
no está nada bien.” Murmuró
la Sailor Scout. “Esto
no está nada bien.” Murmuró a su vez la copia, levantando su puño y
preparándose para usar el World Shaking. Lo
primero que hizo Sailor Neptune luego de despertar fue observarse
detenidamente en el espejo de la celda en la que estaba cautiva; afortunadamente,
esa horrorosa sustancia no le había dejado ningún tipo de marcas en la
piel. Ahora el problema era encontrar una salida del lugar en donde
estaba; Neptune se dio cuenta, igual que Uranus lo había hecho, que si
el lugar tenía una salida, probablemente sería el espejo; después de
todo, era la única cosa en la celda. Cuidadosamente, Sailor Neptune
extendió su mano hacia el espejo y tocó su superficie. “Parece
un espejo común.” Dijo ella, “¿Quizás la puerta está detrás?” “Me
temo que si su intención es mover el espejo, tendrá que desistir.”
Indicó una elegante voz. “¿Qué?”
Preguntó Neptune mirando de nuevo al espejo, “¿Quién eres tú?” “¿Quién
eres tú?” Respondió su reflejo saliendo del espejo y adoptando una
posición que Neptune conocía muy bien, su reflejo estaba a punto de
atacarla con el Deep Submerge. Mirando detrás de su doble, Neptune notó
que el espejo ya no estaba. “Imposible”
Dijo ella. “Imposible.”
Respondió la copia. Sailor
Pluto no estaba muy feliz con la situación actual, se había despertado
en una celda de aproximadamente cinco metros cuadrados, vacío a excepción
de un espejo de piso a techo que le daba escalofríos al mirarlo. Pero
lo que en realidad le preocupaba era que no había una salida visible de
ese cuarto, y si había una, probablemente tendría que ver con el extraño
espejo a sus espaldas. “Al
menos no tengo ningún tipo de marcas o heridas.” Musitó la Sailor
Scout examinando la piel de sus brazos. Poniéndose
de pie, Sailor Pluto se acercó al espejo y golpeó su superficie un par
de veces con su bastón, no teniendo la menor intención de arriesgarse
a tocarlo; y se permitió una ligera sonrisa al notar que nada malo
sucedía. Acercándose más al espejo, Sailor Pluto deslizó uno de sus
dedos sobre su lisa superficie preguntándose cómo podría encontrar la
manera de salir de la pequeña celda. “Tal
vez si rompo el espejo...” Dijo Pluto pensativa. “Lamento
decirle, mi muy poco estimada señorita, que no puedo permitirle hacer
algo así.” Le respondió una voz elegante y muy masculina. Sailor
Pluto frunció el ceño, “No veo que puedas hacer algo para
detenerme.” “No
veo que puedas hacer algo para detenerme.” Le respondió su imagen;
que salió del espejo mientras terminaba la oración, al hacerlo, el
espejo se desvaneció. “Esto
era lo único que no necesitaba.” Murmuró Sailor Pluto al darse
cuenta que su doble pensaba usar el Dead Scream contra ella. “Esto
era lo único que no necesitaba.” Respondió la copia de Sailor Pluto. La
música se balanceaba en el aire, llenándolo de dulces notas que mecían
con suavidad a la joven que aún en su sueño podía identificar la
melodía. “...Un
vals...” Murmuró ella mientras la conciencia lentamente se abría
paso. Hotaru Tomoe abrió los ojos y se encontró recostada en un
exquisito sofá tapizado en rojo; a su alrededor se extendía un salón
de baile de gran tamaño, el mármol negro del piso brillaba al reflejar
la luz que se desprendía de varios exuberantes candelabros que
alumbraban la habitación. Hotaru se puso de pie y al mirarse en un
enorme espejo no pudo evitar dejar salir una exclamación de asombro: en
lugar de su uniforme ahora llevaba puesto un hermoso vestido negro que
dejaba ver su espalda y sus hombros; por el frente, un tímido escote
era acentuado por una obsidiana tallada en forma octagonal y bordada a
la tela. Su atuendo lo completaban guantes de seda negros, un par de
zapatillas del mismo color, un juego de aretes presumiblemente de plata
y una modesta gargantilla dorada. “Debo
admitir que tu belleza es aún más intoxicante cuando estás
despierta.” Hotaru
se volvió y se encontró con que en el espejo aparecía la imagen
difusa de una persona, “¿Quién eres tú? ¿Qué es lo que
quieres?” “Me
llamo Sarnath.” Respondió la silueta mientras salía del espejo;
cuando hubo salido, frente a Hotaru se erguía un hombre joven de piel
morena y brillantes ojos amarillos, su cabello anaranjado fluía como
cascada hasta un poco debajo de sus hombros. Su vestimenta consistía en
un sencillo esmoquin blanco con zapatos del mismo color. Sarnath era, en
realidad, un hombre bastante atractivo. “Y lo único que quiero en
este momento es que hables conmigo.” Hotaru
estudió cuidadosamente al hombre frente a ella y por más que lo intentó
no pudo leer sus intenciones; él simplemente le sonreía en espera de
una respuesta, y su sonrisa se veía tan honesta y sus ojos eran tan
profundos... y ella se sentía tan liviana al escuchar ese lento vals...
¡No! Hotaru cerró los ojos con fuerza hasta que recobró el control, y
cuando los abrió de nuevo, Sarnath ya estaba de pie frente a ella, a no
más de dos pasos de distancia. “¿Y
bien? ¿Hablarás conmigo? Puede ser de cualquier cosa que desees.” Hotaru,
ligeramente repuesta de cualquier cosa que le hubiera sucedido unos
segundos antes, hizo la única pregunta en la que pudo pensar, “¿Dónde
están mis amigas?” “Tus
tres compañeras están...” Comenzó Sarnath. Sailor
Uranus sonrió, no tenía idea de quién la tenía cautiva, pero el
hacerla pelear con su doble era una gran estupidez; no había manera de
que su copia la venciera. El doble, que imitaba todas las expresiones
faciales del original, sonrió a su vez e impacto su puño en el suelo,
liberando el ataque de Sailor Uranus esperando aplastarla con el mismo. “Eso
no servirá.” Dijo Sailor Uranus con calma y en el último instante
antes de ser golpeada por el World Shaking, saltó directamente hacia su
doble, efectivamente esquivando el ataque y quedando en una posición
que le otorgaba la ventaja. “Te
lo dije.” Con una rapidez que impidió que su copia reaccionara,
Sailor Uranus atravesó a su doble con su sable, y con un movimiento de
su brazo, partió a la copia en dos. “Te...Lo...Dije...”
Murmuró la copia mientras se hacía pedazos, como un espejo roto. Justo
en el momento en que el último trozo de la copia cayó al suelo, una
abertura en la pared se abrió en medio de una fuerte ráfaga de viento,
“¡Bien! Ahora salgamos de aquí.” Exclamó Uranus, saltando a través
de la abertura. Sailor
Pluto no podía dejar de admirar la estrategia de la entidad que la había
hecho prisionera; era bastante inteligente forzarla a enfrentar a una
copia perfecta de su imagen; y es que muy pocas personas podrían
atacarse a sí mismas sin remordimientos. Afortunadamente, Sailor Pluto
podía adaptarse a las condiciones de batalla con gran rapidez. Así
que, levantando su cetro, Pluto se preparó para defenderse. Justo en
ese momento, su copia la atacó usando el Dead Scream. sin perder la
calma, Sailor Pluto recibió el impacto directamente en su cetro,
bloqueando completamente el ataque y quedando a salvo. La
copia, que hacía un momento estaba segura de que ganaría, se
desconcertó momentáneamente ante el cambio de eventos; lo que la
verdadera Sailor Pluto aprovechó para contraatacar. “Una
copia nunca será mejor que el original.” Dijo al levantar su cetro,
“Y esto es la mejor prueba: ¡Dead Scream!” La copia intentó imitar
el movimiento de la original y levantó su cetro para tratar de absorber
la energía del ataque; pero falló miserablemente. El Dead Scream de la
verdadera Sailor pluto deshizo a la copia en cuestión de segundos. “El
resultado fue justo el que esperaba.” Murmuró Pluto ante el portal
que se abría frente a ella y por el que salió de su celda. Sailor
Neptune mantenía los ojos fijos sobre su copia; que a su vez la miraba
fijamente a ella. Todo esto era bastante extraño; y no le agradaba para
nada. Le desagradaba especialmente el tener que atacar a su reflejo, era
casi como tener que destruirse a si misma; pero también comprendía que
si quería salir de allí, tenía que destruir a su copia, por más
desagradable que le pareciera. Neptune sabía que su copia usaría el
Deep Submerge, que podía ser bastante destructivo, y no tenía ninguna
intención de permitir que la golpearan, el problema consistía en como
esquivar ese ataque en particular en un espacio tan pequeño.
Considerando sus opciones lo más rápido que podía, Neptune llegó a
una conclusión; era una idea extraña, pero tal vez funcionaría. La
idea llegó justo a tiempo, pues en ese momento, la copia atacó usando
el Deep Submerge. En el último instante, Sailor Neptune levantó su
Aqua Mirror, colocándolo frente a ella y gritó, “¡Submarine
reflections!” Lo
que sucedió después fue precisamente lo que Neptune había planeado.
El Aqua Mirror, pudo rebotar el ataque que la copia había usado; y es
que Sailor Neptune había deducido que la única manera de responder al
ataque del reflejo era volviendo a reflejarlo. Mientras observaba cómo
su copia se disolvía y cómo una apertura se abría frente a ella;
Neptune supo que había tenido razón. “Ahora sólo debo encontrar a
las otras.” La
pequeña habitación tenía cuatro entradas, tres de ellas venían de un
nivel superior y la cuarta descendía; sobre cada entrada había una
pequeña antorcha, lo cual mantenía el lugar bastante bien iluminado.
El cuartito no tenía nada de especial, simplemente era un descanso para
quienes deseaban bajar al último nivel de la colmena. Sailor Uranus
llegó primero, miró en todas direcciones y trató de decidir en que
dirección ir. En ese momento fue cuando Sailor Pluto y Sailor Neptune
la alcanzaron. “¿Dónde
está Saturn?” Preguntó Pluto mientras Uranus y Neptune
intercambiaban opiniones sobre lo que les había pasado. “Eso
es lo que nosotras estábamos pensando.” Respondieron Uranus y Neptune
al mismo tiempo. “Tendremos
que buscarla.” Dijo Pluto, “Por lógica, sugiero que tomemos el
camino que ninguna de nosotras ha recorrido.” Y señaló el corredor
que descendía. “De
acuerdo.” Aceptó Uranus. “Vamos
ya.” Dijo Neptune. “...Bastante
bien. Te lo aseguro” Terminó él, su mirada fija en el rostro de la
joven Tomoe, “¿Hay algo más que quieras saber?” Hotaru
tenía problemas resistiendo lo que fuera que la música estuviera
haciendo con su mente, pero con un gran esfuerzo podía mantener sus
pensamientos coherentes, “Sí, quiero saber quién es el responsable
de la muerte de todos esos niños.” “Oh,
esos fueron los parásitos de Reptylet.” Respondió Sarnath, mientras
colocaba sus manos sobre los hombros de Hotaru, “Yo soy simplemente un
asistente aquí. Reptylet es quien maneja toda la operación. Pero no te
preocupes, te prometo que mientras yo viva nada te hará daño.” “¿Y
quién es este Reptylet?” “Es
el general del ejército de los parásitos.” Explicó Sarnath,
“Ahora es tu turno. Por favor, contesta al menos una de mis
preguntas.” Nuevamente,
aquella sensación que hacía sentir a Hotaru tan liviana y en paz se
hizo presente, y esta vez con más fuerza que antes, tanto que la joven
casi no pudo resistirse, y la música era tan...relajante y...la hacía
sentirse tan bien escucharla... “Está
bien.” Respondió Hotaru, “Pregúntame.” “¿Cuál
es tu nombre?” Le preguntó Sarnath, sus manos atrayéndola hacia él
con lentitud, pero al mismo tiempo con firmeza; por una vez en más
tiempo del que podía recordar, Sarnath no podía evitar querer tener a
una mujer en sus brazos, “No el nombre que usas cuando estás en la
forma en la que te traje aquí; quiero saber tu verdadero nombre.” “...Hotaru
Tomoe...” “Bien,
Hotaru Tomoe...” Dijo Sarnath, rodeando a la confundida joven con sus
brazos lo más suavemente que podía, “...¿Me harías el honor de
bailar conmigo?” “No
puedo. Tengo que encontrar a mis amigas, ellas son muy importantes para
mí.” Contestó Hotaru, sin darse cuenta que ella y Sarnath ya estaban
bailando, siguiendo la invitante melodía, girando y flotando al son del
bello vals. “Eres
tan perfecta que no puedo evitar amarte... Mi princesa del Silencio.”
Murmuró Sarnath al oído de Hotaru y después acercó sus labios a los
de ella, con la intención de besarla y poder sentir...
“¿Qué
haces?” Exclamó ella intentando soltarse del abrazo de Sarnath sin
mucho éxito, las últimas palabras de él la habían despertado de su
estupor, “¡Suéltame!” “Está
bien.” Dijo él, soltándola y observando con cuidado sus reacciones,
“¿Acaso dije algo que no debía?” “¡Claro
que sí!” Le gritó Hotaru, “¡No sé que tratas de hacer, pero yo
no soy tu Princesa del Silencio!”
Sarnath
sonrió, “Claro que lo eres, es sólo que no quieres aceptarlo.” Hotaru
no respondió, pero comenzó a alejarse de Sarnath. “He
visto un poco del poder que posees y he visto algo de tu alma. Y al
hacerlo, pude entender por qué me atraes tanto.” Dijo él, acercándose
de nuevo a ella con paso firme y su mano extendida, “En toda mi vida,
nunca encontré a alguien que entendiera la belleza del silencio que
viene con la muerte. Pero tú. Tú, mi princesa del silencio; tú si lo
entiendes.” “Yo
no sé de qué me hablas...” “Claro
que lo sabes, Hotaru Tomoe. En lo más profundo de tu ser, lo sabes.”
Sarnath seguía avanzando mientras hablaba. “Eres una esclava de tu
propio temor; yo puedo liberarte, ayudarte a encontrar tu verdadero ser,
a dejar atrás todas esas barreras que te impiden actuar con
libertad.” “¡Aléjate
de mí!” Gritó Hotaru, “¡No trates de tocarme!” “¡Pero
yo no hice nada!” Se quejó Sarnath. “¡Sí
lo hiciste! ¡Me mantienes aquí alejada de mis amigas!” Le recriminó
Hotaru, “¡Y no sé qué trataste de hacerme con esa música, ¡pero
no funcionará!” Sarnath
suspiró con resignación, sus planes para la joven Tomoe deberían
esperar, “Te aconsejo que te calmes, no me obligues a lastimarte.” “No
podrías hacerlo...” Murmuró
Hotaru y gritó, “¡Saturn Crystal Power, Make-Up!” Pero
nada sucedió. Sarnath
se cruzó de brazos y observó con una sonrisa el desconcierto en el
rostro de la joven mujer, “Me tomé la libertad de bloquear tu poder
por un par de horas; lamento si eso te molesta.” Durante
los avances de Sarnath hacia Hotaru; las otras tres Sailor exteriores
han logrado descender hasta el último nivel de la colmena y están
recorriendo un pasillo escarbado en obsidiana que se calienta más a
cada paso y, cada vez más cerca, el zumbido de algún mecanismo puede
escucharse. “Es
difícil respirar.” Dijo Uranus enfadada, “Estoy harta de este
sitio; ojalá pronto encontremos a Saturn y a esa máquina para poder
salir de aquí.” “No
desesperes.” Contestó Pluto que iba delante de las tres, “Creo que
al menos ya estamos cerca de la máquina; ¿no la escuchan?” “Sí,
ese zumbido es más fuerte.” Aceptó Neptune, “Sólo espero que
Saturn esté allí también.” “Y
si no está, la buscaremos cuando destruyamos esa máquina.” Respondió
Sailor Uranus, “No será difícil.” Al
final del pasillo, las tres Sailor Scouts se encontraron con un angosto
recodo que las obligó a avanzar pegadas a la pared, y al salir se
encontraron con algo que las dejó sin aliento. Allí
estaba, la máquina que las tres habían estado buscando, una abominación
hecha de acero y piedra; palancas, engranes, pistones y enormes poleas
se unían para crear un enorme mecanismo que zumbaba y llenaba la
habitación de un terrible calor; sobre la máquina estaba un cristal de
varios metros de alto, brillante como un pequeño sol blanco. “Ahora
entiendo.” Murmuró Sailor Pluto, “Ese cristal debe ser en donde los
diablos guardan la luz blanca que absorben de la gente que vimos
antes.” “Es
enorme.” Dijo Neptune, “¿Creen que podremos destruirla sin dañar
toda la caverna?” “Probablemente
no.” Respondió Sailor Uranus. “¿Pero,
y Hotaru? ¿Y las víctimas que están en el nivel superior?” Preguntó
Neptune alarmada, “No podremos salvarlos.” “¿Olvidas
nuestro deber, Neptune?” Contestó Sailor Uranus, “No podemos
permitir que esta amenaza se haga más fuerte; debemos detenerla sin
importar el costo.” “Uranus
tiene razón.” Admitió Pluto, “Además, si esa cosa explota, no
creo que ni siquiera nosotras podamos salir a tiempo.” Reptylet,
general de la primera colmena estaba furioso; Sarnath había dejado
vivir a las intrusas, y no tenía duda de que lo había hecho para
castigarlo; pero si Sarnath pensaba que tres mujeres lo asustaban estaba
muy equivocado. Cierto, Reptylet había escuchado cómo Kernath fue
hecho pulpa enfrentándolas, pero eso no le preocupaba mucho; Reptylet
tenía talentos bastante adecuados para lidiar con problemas como estos,
y si el maestro Kernath se había confiado, él no lo haría. Y justo
ahora, Reptylet observaba, oculto junto al control maestro, cada
movimiento de las tres intrusas, satisfecho de que ellas no pudieran
verlo. Incluso cuando ellas pasaron junto a él y Reptylet se había
quedado muy quieto, ellas no notaron su presencia. Perfecto. Ahora él
le mostraría al gran Necromante, al amo, su valía; triunfaría donde
ni Kernath ni Sarnath pudieron y sería promovido a un mayor rango.
Silenciosamente, Reptylet activó el mecanismo que enviaría la luz
blanca a la fortaleza del gran Necromante. Las
tres Sailor exteriores sintieron su piel vibrar cuando las piezas de la
máquina aceleraron su movimiento, cargando el aire con estática. Con
una mezcla de admiración y desconcierto, Sailor Pluto, Uranus y Neptune
observaron cómo el techo de la cámara, que en su centro era una enorme
lente circular se abría y el enorme cristal expulsaba toda su luz en
esa dirección. De haber estado en el desierto, las tres mujeres habrían
visto surgir de las arenas un enorme pilar de luz que cristalizó la
arena en varios kilómetros a la redonda, dicha columna de luz se elevó
al cielo en medio de un silencio sepulcral; perdiéndose en las alturas
hasta desaparecer. “¿Qué
fue todo eso?” Preguntó Neptune mirando en todas direcciones, sin la
luz del cristal, la habitación se había oscurecido bastante, pues sólo
recibía la luz producida por una boca de fuego que se abría alrededor
de la base de la máquina. “La
luz blanca fue expulsada.” Dijo Pluto, “Aunque no tengo idea del
porqué.” “La
luz blanca ya había sido procesada, no tenía caso tenerla aquí. De
cualquier modo, no les servirá de nada saber eso.” Les respondió la
rasposa voz de Reptylet que ahora se presentaba ante las tres mujeres
que invadían su colmena. La criatura, una especie de mezcla entre
reptil y humano envuelto en armadura, movía sus desorbitados ojos de
una a otra de las Sailor Scouts, mientras que sus manos balanceaban una
lanza de un lado a otro, “¡No sé cómo fue que vencieron al maestro
Kernath, pero de aquí no saldrán vivas! ¡Yo, Reptylet, lo juro!”
Lanzando su amenaza, Reptylet se arrojó al ataque, golpeando con su
lanza en todas direcciones y poniendo a las tres Sailor Scout a la
defensiva. “¡Uranus,
Neptune! ¡No dejen que las arrincone!” Gritó Sailor Pluto, que había
logrado colocarse detrás de Reptylet y se preparaba para ayudar a sus
dos compañeras. “¡No
te preocupes! ¡Nosotras lo venceremos! ¡Tú asegúrate que tengamos
por dónde salir!” Le respondió Neptune, saltando sobre la reptilesca
figura y aterrizando a sus espaldas, mientras, Sailor Uranus simplemente
se deslizó hacia la derecha para esquivar la punta del arma de su
enemigo y dejarle campo libre a Sailor Neptune, “¡Está en posición!”
Anunció Uranus, “¡Es tuyo!” Neptune
no necesitó más y lanzó su ataque, “¡Deep Submerge!” Reptylet
se volvió sobre sí mismo en un intento de detener la corriente que se
dirigía contra él; pero fue inútil, el ataque de Sailor Neptune lo
alcanzó directo en el abdomen y lo arrojó contra los engranes de la máquina.
Reptylet, gruñendo y lanzando maldiciones, intentó detener el
movimiento de la maquinaria, pero su fuerza no fue suficiente y los
engranes lo aplastaron hasta hacerlo reventar como a un globo. Pero la
muerte del general no fue una victoria; los engranes, al destrozar el
cuerpo de Reptylet, se salieron de sus monturas y provocaron el colapso
del gigantesco mecanismo; las enormes piezas de metal salían disparadas
en todas direcciones, causando derrumbes y agrietamientos en el suelo
cerca de su base. “¡La
máquina se está hundiendo!” Gritó Sailor Pluto, mirando cómo la
cueva se derrumbaba a su alrededor mientras corría con sus compañeras
hacia el corredor por el que habían entrado, “¡Debemos salir o nos
arrastrará también!” “¡Maldición!”
Exclamó Sailor Uranus deteniéndose de repente, “¡La salida está
bloqueada por un maldito engrane!” “¿Podemos
moverlo?” Preguntó Pluto cuando alcanzó a sus dos compañeras. “No
lo creo, se ve muy pesado.” Dijo Neptune. “Y
no podemos usar nuestros ataques especiales para quitarlo del camino;
podríamos empeorar el derrumbe si hacemos eso.” Agregó Sailor
Uranus. “Estamos
atrapadas.” Dijo Pluto. “¡Debe
de haber otra forma de salir!” Exclamó Neptune. “¡Miren!”
Gritó Sailor Pluto señalando hacia arriba, “¡El techo aún está
abierto!” “Y
aún queda suficiente de la máquina en pie como para usarlo como
escalera.” Anunció Sailor Uranus. “¡Ya
no perdamos más tiempo! ¡Escapemos por allí!” Ordenó Sailor
Neptune mientras saltaba hacia la máquina, aprovechando los engranes y
las palancas que aún no se caían para llegar hasta la abertura del
techo, sus dos compañeras la seguían de cerca. En cinco saltos, las
tres Sailor exteriores lograron escapar del cuarto de la máquina, pero
sus problemas no habían terminado; pues como notaron, el resto de la
cueva también se derrumbaba, y del cuarto que apenas habían dejado,
comenzaron a salir vapores multicolores. “¡Esto
va a estallar!” Dijo Pluto. “¡Pero
estamos cerca de la salida!” Contestó Neptune señalando un extremo
del salón circular al que habían llegado; allí, se veían los cadáveres
que las tres mujeres encontraron antes, sólo que ahora estaban
calcinados. “¿Y
las víctimas?” Preguntó Sailor Uranus, esperando poder salvar a
algunos de los pobres granjeros que habían visto atrapados en ese
cuarto. “Están
muertos.” Anunció Sailor Pluto que había caminado hacia la pared en
donde las víctimas vivas estaban, sólo para encontrarlas sin vida,
“La luz blanca expulsada por la máquina las quemó hasta matarlas.”
Una
fuerte sacudida que cuarteó el suelo bajo los pies de las tres Sailor
exteriores las regresó a la realidad. “¡Y
nosotras también moriremos si no salimos de aquí!” Exclamó Sailor
Uranus, “¡Debemos irnos!” “¿Y
Hotaru?” Preguntó Sailor Neptune, “¿Vamos a dejarla aquí?” Sailor
Uranus bajó su cabeza y le dio la espalda a Sailor Neptune antes de
contestar, “No tenemos tiempo de buscarla; con un poco de suerte,
Hotaru ya salió de aquí.” “Pero...”
Comenzaron a decir Neptune y Pluto. “¡No
hay tiempo!” Gritó Uranus volteando al fin a ver a sus compañeras,
abundantes lágrimas se deslizaban por su rostro, “¿Crees que quiero
dejarla? ¡Pues no! ¡Pero estoy segura que Hotaru hubiera hecho lo
mismo si yo estuviera en su lugar! ¡Y ahora vámonos! ¿O quieren morir
ustedes también?” Sailor
Neptune y Pluto no respondieron, pero se apresuraron a tomar el camino
que se dirigía a la superficie; unos pasos atrás, Haruka las seguía,
pero se dio tiempo para mirar por una última vez a sus espaldas y deseó,
al igual que Setsuna y Michiru, que Hotaru estuviera afuera de la cueva. Sarnath
seguía hablando, “Piénsalo, si quisiera matarte ya podría haberlo
hecho, así que, ¿por qué no me dices qué puedo hacer para que te
tranquilices y dejes de estar molesta conmigo?” Hotaru
se esforzó para calmarse, “Quiero ver a mis compañeras.” “Me
temo que eso no es posible, Reptylet ya debió matarlas y...” *Borrrrrrroooooommmoommmm!!!!!!* La
explicación de Sarnath fue interrumpida por una terrible sacudida que
desquebrajó las paredes y el suelo del salón de baile, derribándolo a
él y a Hotaru. “¿Por
qué está pasando esto?” Preguntó Hotaru mientras intentaba
levantarse. “Tus
compañeras destruyeron la máquina.” Dijo Sarnath ayudando a Hotaru a
ponerse de pie, “Probablemente mataron a Reptylet también.” A
pesar de la situación, Hotaru no pudo reprimir una expresión de
triunfo. “Yo
no estaría tan optimista.” La regañó Sarnath, “Ahora el lugar
entero va a explotar.” Una
nueva sacudida derribó los candelabros y arrojó a Sarnath y a Hotaru a
lados opuestos de la habitación, de las grietas del piso comenzaron a
filtrarse gases de varios colores. Hotaru consiguió levantarse y trató
de alcanzar una abertura que se había abierto en una pared; a sus
espaldas, Sarnath aún estaba atontado por el fuerte golpe, pero ya
comenzaba a moverse y mirando a Hotaru, no pudo creer lo que estaba a
punto de hacer. En
ese momento, el gas, altamente inflamable, alcanzó las débiles flamas
de los candelabros. Entonces,
todo se envolvió en un chispazo rojo. *** Tres
mujeres miraban con tristeza el enorme y humeante agujero en el suelo
que antes había sido la guarida de los parásitos; el derrumbe había
colapsado la caverna y ahora todo lo que quedaba era un cráter del que
salía un denso humo azul; alrededor del cráter, los cadáveres de
incontables diablos yacían esparcidos por aquí y por allá. Donde
antes había arena, ahora solo había un duro suelo cristalizado, que
reflejaba la débil luz del sol de mediodía que alcanzaba a filtrarse a
través de la gruesa cortina de humo. Detrás de las mujeres, un pequeño
avión, que milagrosamente sobrevivió intacto a la destrucción, las
espera para llevarlas de vuelta a la civilización. Minutos
después y sin decir palabra, las tres mujeres dan la espalda al
agujero, toda esperanza de que su compañera perdida regresara a ellas
con vida se ha perdido; las tres están a punto de subir a la avioneta
cuando un zumbido las hace voltear de nuevo hacia atrás. Allá, a lo
lejos, un hombre que desconocen lleva en brazos a su querida Hotaru. La
alegría llena los corazones de estas tres mujeres y gritando el nombre
de la niña que ven como su hija, las tres corren hacia ella, listas a
agradecer a quien sea que ha salvado a su pequeña, a Hotaru. Hotaru
no podía creer que estuviera con vida; lo último que recordaba era que
todo había estallado en llamas a su alrededor; ¡pero vivía y estaba
intacta!. Hotaru miró al hombre que la llevaba en brazos, él no había
tenido tanta suerte, su frente tenía una herida profunda, y
probablemente el resto de su cuerpo estaba en peor estado. “¿Estás
bien?” Preguntó ella cuando él la depositó suavemente en el tibio
suelo cristalizado. “Tus
amigas se acercan.” Respondió él; ignorando la pregunta. Hotaru
sonrió al ver acercarse a sus amigas, a sus compañeras, a su familia. “Creo
que...están felices de verte...” Dijo él, y entonces se colapsó,
cayendo de espaldas al suelo. “¡Sarnath!”
Gritó Hotaru arrodillándose junto a él. “...no
te preocupes... por mí...” Le pidió él, esforzándose por sonreír,
“Yo no...valgo la...pena...” “¿Entonces
por qué me salvaste?” Preguntó Hotaru. “Porque...te
hice...una...promesa...¿recuerdas...?” Contestó él, su voz más débil. Hotaru
recordó las palabras de Sarnath ‘te prometo que mientras yo viva nada
te hará daño’. La joven parpadeó y un par de lágrimas asomaron en
sus ojos. “...Por
favor... mi Princesa... del Silencio... no llores... yo...” Logró
decir Sarnath, y levantando su mano; acarició el rostro de Hotaru
“... Cumplí con... mi promesa...” Hotaru
tomó la mano de Sarnath entre las suyas, pero en cuanto lo hizo, la
mano se aflojó; Sarnath había muerto salvando a la mujer que despertó
sentimientos de amor nuevamente en él. “Sí,
cumpliste tu promesa.” Respondió ella cerrándole los párpados,
“La cumpliste bastante bien...” Y
Hotaru lloró. Lloró hasta que sus amigas la abrazaron y entre palabras
de consuelo la llevaron hasta el avión; y después, lejos del lugar de
los tristes sucesos. *** Más
arriba de las nubes, sobre un punto perdido en el océano pacífico, se
encuentra flotando una enorme construcción de piedra negra que nadie
normal podría soportar ver; dentro de las entrañas de esta fortaleza,
se lleva a cabo una extraña conversación. “¿Sarnath se suicidó por
una mujer?” Gritó una voz furiosa, “¿Cuándo se volvió
sentimental ese estúpido?” “Eso
es lo que vi amo; Reptylet murió también.” Respondió una amalgama
de mujer y murciélago que se arrodillaba frente a un altar cubierto con
seda negra. “Reptylet
no importa. No podemos permitirnos perder a Sarnath. Es nuestro mejor
estratega” Dijo al fin el amo. “Tarabat, regresa a esa colmena y tráeme
lo que queda de Sarnath, ya me encargaré de arreglarlo para que no
vuelva a cometer el mismo error.” “Como
ordene, Gran Necromante.” Contestó la mujer murciélago y se alejó a
vuelo. “Al
menos Sarnath no falló en enviar la luz blanca de la primera batería.”
Musitó el gran Necromante acomodándose en su asiento, “Sólo será
cuestión de quitarle sus sentimientos y Sarnath volverá a ser tan
efectivo como antes.” ----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- La
historia continuará en el capítulo seis. Espero que hayan disfrutado
de este nuevo capítulo de Ecos de otras vidas. Notas: Wakagi
y Sakurada Natsuna son dos policías que aparecen en la serie de Sailor
V. Minako estuvo enamorada perdidamente de Wakagi durante un tiempo,
pero ella se hizo a un lado cuando pensó que él y Sakurada
probablemente harían pareja. Bueno,
para el capítulo cinco quise darle un poco de atención a las Sailor
Exteriores. Siempre me llamó la atención como ellas cuatro son más
independientes de lo que haga Sailor Moon y pensé que sería
interesante mostrar esa faceta en un capítulo. Además, necesitaba
hacer algo muy importante y era mostrar por qué la dama verde que habló
con Mamoru en el capítulo tres le temía a los parásitos. ----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- ¿Tienes
comentarios? Si es así, puedes enviarlos a este correo: |