Prólogo || Capítulo 1 || Capítulo 2

  Capítulo 3 || Capítulo 4 || Capítulo 5  

Capítulo 6 || Capítulo 7 || Capítulo 8

Capítulo 9 || Capítulo 10 || Capítulo 11

Capítulo 12 || Capítulo 13 || Capítulo 14

 

Capítulo Catorce

La llave de plata

 

La sensación de compañía era extraña, ya que era más de una presencia la que sentía a su alrededor. Mamoru abrió lentamente los ojos, no había nadie cerca, pero había estado seguro de lo contrario. Extrañado por el suceso, el joven Chiiba se levantó y se envolvió en la bata que colgaba de una silla. Bostezando, se dirigió al baño. Pero cuando regresó a su recámara y sus ojos recorrieron la habitación, casi queda congelado. Frente a él estaban sus cuatro generales.

“Buenos días príncipe.” Saludó Kunzite haciendo una pequeña reverencia.

“Buenos días.” Agregaron los tres generales restantes, imitando la reverencia de Kunzite.

Mamoru observó a los fantasmas por unos segundos, y sólo habló cuando pudo aceptar que en verdad estaban allí, “Yo pensé que ustedes cuatro habían...”

“¿Desaparecido?” Preguntó Jadeite, “Poco faltó para eso, príncipe.”

“Si hubiéramos seguido dentro de las piedras, nuestras almas se habrían extinguido.” Explicó Zoicite.

“Pero lamento decirle príncipe, que aunque estemos libres de esa prisión...” Inició Nephrite.

“...Pronto tendremos que partir al otro mundo para siempre.” Terminó Jadeite.

“Debe haber alguna forma de evitarlo, Usagi podría...” Comenzó a decir Mamoru.

“Lo siento, pero no podemos aceptar la ayuda de la princesa.” Indicó Kunzite, “Nuestro tiempo ya pasó.”

Mamoru guardó silencio y estudió a los cuatro fantasmas. Podía entender porqué no querían ayuda para regresar a este mundo. Pero todavía necesitaba saber una cosa, “Ustedes cuatro, ¿lograron salir de esas piedras cuando fueron destruidas?”

“Sí, eso fue lo que sucedió.” Respondió Zoicite.

“Fue un accidente bastante afortunado.” Agregó Nephrite.

Mamoru sonrió. Aparentemente, lo que Sarnath hizo para lastimarlo sólo logró lo contrario, “Me alegra ver que ahora están libres, y tengo que darles las gracias por venir a verme.”

“Todavía no podemos partir.” Dijo Kunzite, “Aún hay algo que debemos hacer antes de que nuestras almas puedan descansar en paz eternamente.”

“¿Es algo en lo que pueda ayudarles?” Preguntó Mamoru.

“En realidad no.” Respondió Zoicite, “Lo que debemos hacer para descansar por fin...”

“...Es entregarle algo que le pertenece sólo a usted.” Concluyó Nephrite.

“Pero aún no podemos hacerlo.” Aclaró Jadeite, “Todavía no reunimos el poder espiritual necesario para realizar dicha tarea.”

“¿Qué es lo que deben entregarme?” Preguntó Mamoru.

“No podemos decirle aún qué es.” Explicó Zoicite.

“¿Por qué?” Preguntó Mamoru.

“Aún no sabemos si podremos obtenerlo.” Dijo Jadeite.

“Exacto, no vale la pena mencionar algo que tal vez nunca tenga en sus manos.” Agregó Nephrite, “Confíe en nosotros, será algo que sólo usted puede tener y le será muy útil.”

Kunzite le hizo una seña a sus tres compañeros y ellos asintieron, “Debemos retirarnos.”

“¿Están seguros que no pueden quedarse un poco más?” Preguntó Mamoru.

“Es imposible, el hacernos visibles requiere mucha energía.” Dijo Zoicite, “Y no podemos gastarla así ahora.”

“Nos veremos pronto príncipe.” Se despidió Kunzite haciendo de nuevo una reverencia para luego desaparecer. Los tres generales restantes imitaron a su líder.

“Por cierto, si se encuentra con la persona que nos liberó, no sea tan rudo con él.” Era la voz de Kunzite, “Ese hombre en realidad no es lo que parece, dele una oportunidad, quizás no se arrepienta.”

Mamoru se sentó en su cama y suspiró, ¿por qué...?

Beeeep!, Beeep!

El teléfono. Mamoru tomó la llamada y se sorprendió al escuchar la voz de Usagi, ella casi nunca le llamaba tan temprano.

“¿Estás libre hoy?” Preguntó Usagi luego de saludar, “Tenemos una reunión importante en el centro de comando y necesito que estés aquí.”

“No faltaré.” Respondió Mamoru, “¿Estás bien? Parece que estás preocupada.”

“Estoy bien.” Respondió ella, “Sólo un poco desvelada. No te alarmes, no pasa nada.”

Mamoru no creyó todo lo que Usagi decía, era obvio que algo preocupaba a su novia y el no saberlo le preocupaba un poco, pero quizás era algo que no podía decir por teléfono y eso era por lo que lo invitaba a la reunión, “¿A qué hora debo ir al centro de comando?”

“Al mediodía estará bien.”

“Te veré entonces.” Dijo Mamoru.

“De acuerdo.” Se despidió Usagi, su voz volvió a sonar preocupada, “Adiós mi amor.”

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Las chicas y Mamoru mantenían un silencio sepulcral mientras esperaban a que Usagi se decidiera a hablar. La joven Tsukino entrelazaba sus dedos, pensando en cómo decirle a sus amigas lo que había averiguado.

“¿Quieres que yo se los diga?” Ofreció Minako, considerando que quizás ella podría evitarle a Usagi el tener que dar las malas noticias.

“O podría hacerlo yo.” Agregó Luna.

“Incluso yo.” Dijo Artemis.

Usagi le sonrió a Minako y a los gatos, “No gracias, es mejor que yo lo haga.”

“¿Qué es lo que sucede?” Preguntó al fin Mamoru, quien había decidido mantener en secreto la visita de los generales de los cuatro cielos para no darle a Usagi más cosas en qué preocuparse.

“Como saben, hemos estado buscando la llave de plata estos días.” Comenzó Usagi, “Yo... le pedí ayuda a Setsuna y ella descubrió dónde podemos encontrarla.”

“¡Eso es bueno! ¿No es así?” Comentó Makoto, “¿Entonces porqué la cara triste?”

Usagi sonrió débilmente, “La llave está en el ártico, en donde Beryl murió.”

“Imagino que tendremos que ir allá de nuevo.” Intervino Rei, “No será agradable.”

“¿En verdad necesitamos la llave de plata?” Preguntó Makoto, “No sabemos qué es o si sirva para algo.”

“La llave servirá para obtener la ayuda de los guardianes.” Explicó Luna.

“Pero todavía no sabemos dónde están.” Indicó Ami.

“Eso tiene solución.” Dijo Artemis, “Luna y yo descubrimos cómo rastrearlos.”

“Sin embargo...” Agregó Luna, “...No servirá de nada buscarlos si no tenemos la llave de plata.”

“Espera Luna, creo que será mejor explicarles antes de continuar.” Dijo Usagi, que entonces suspiró y comenzó su relato, “Hace algunos días, tuve un sueño en el que...”

“...Y es por eso que la llave es importante.” Terminó Usagi, quien había omitido mencionar que creía que el hombre del sueño era su padre, “Quería que lo supieran antes de que aceptaran acompañarme al ártico.”

“En primer lugar...” Dijo Rei, “...Sabes que iremos a donde vayas, sin importar qué tan peligroso sea.”

“Sólo tenías que pedirnos que te acompañáramos.” Aseguró Makoto.

“Habríamos ido sin preguntar.” Agregó Ami.

Usagi se encontró de pronto rodeada por sus amigas, “Chicas...muchas gracias, de verdad.” Dijo sonriéndoles.

“También iré yo.” Ofreció Mamoru colocándose detrás de Usagi, “Será mejor si vamos todos.”

Usagi bajó la mirada, “Lo siento, pero creo que sería mejor si no vienes con nosotras.”

“¿Por qué?” Preguntó Mamoru sorprendido, “¡No lo entiendo!”

Usagi suspiró, “Confía en mi. “Es mejor si no nos acompañas.”

Mamoru miró a Usagi, sus ojos le pedían este favor. Al final, él no pudo negarse, “Está bien, me quedaré.”

Usagi se levantó y lo abrazó, “Perdóname amor. Debe ser así.”

Mamoru la besó en la frente, “Dejaré que vayan solas. Pero la próxima vez no me dejarán atrás.”

“Claro que no. Gracias por entender Mamoru.” Respondió Usagi.

Sailor Moon y el resto de las Scouts estaban en el techo del edificio donde se ocultaba el centro de comando. Usar la tele-transportación sería más fácil allí. Mamoru y los gatos las miraban a unos pasos de distancia.

“Volveremos pronto.” Prometió Sailor Moon.

Mamoru sólo levantó su mano derecha para despedirse, ya que con la otra sostenía a Luna. Sin decir más, las cinco Scouts se desvanecieron en medio de un rayo de luz que se perdió de vista en el cielo.

“No te preocupes, ellas estarán bien.” Aseguró Artemis.

“Ojalá tengas razón Artemis.” Respondió Mamoru, dejando que Luna saltara al suelo.

“Te llamaremos cuando regresen.” Prometió Luna.

“Háganlo por favor.” Pidió el joven Chiiba, quien sin poder hacer más, decidió regresar a su departamento.

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Mamoru se sentía inútil. Siempre le sucedía cuando Usagi y las demás hacían algo y él no podía involucrarse. Aún no entendía muy bien porqué Usagi había insistido en que él no la acompañara. Mientras caminaba envuelto por sus dudas, Mamoru casi ignoró a alguien conocido en la acera frente a él.  Alguien que podría ser peligroso: Sarnath. El joven Chiiba no esperaba encontrarse con él otra vez y como solo él estaba cerca, parecía que sería su obligación vigilarlo. Sin pensar más, Mamoru se apresuró a seguir a Sarnath.

La situación no era tan favorable como esperaba. Había logrado llegar a Juuban sin ser atacado, pero ya lo estaban siguiendo. Sarnath entró a un callejón y rebotó en las paredes un par de veces para alcanzar el techo. Como esperaba, esa maniobra forzó a su perseguidor a enfrentarlo directamente, eso sería lo mejor. No podía buscar a Hotaru mientras no se sacudiera a la persona que lo seguía.

“Coranot.” Dijo Sarnath no muy sorprendido cuando su oponente llegó a la azotea.

“No debiste hacer esto.” Respondió Coranot, quien había elegido el cuerpo de un muchacho alto y fornido como su huésped, “Esperaba poder asesinarte sin pelear. Pero veo que ya no será posible.”

“¿Por qué mejor no te largas?” Preguntó Sarnath.

“¡Silencio traidor!” Gritó Coranot, “¡Te arrancaré la cabeza aquí mismo!”

“Si peleas conmigo morirás.” Advirtió Sarnath.

Coranot metió las manos a los bolsillos de su gabardina café, “Yo no soy tan fácil de vencer como Mongoro.”

Sarnath no tuvo tiempo de hacer nada, pues con una velocidad impresionante, Coranot le lanzó tres pequeñas esferas que le golpearon en el pecho y explotaron al contacto, envolviéndolo con una sustancia negra y pegajosa similar al limo negro que funcionaba en las colmenas como trampa contra los intrusos.

“¿Y me advertías de no pelear contigo? ¡Eres patético!” Gritó Coranot y pateó con fuerza a Sarnath en el estómago, “¡Ya quiero verte muerto!” Dijo pateando a su enemigo otra vez, “¡No merecías ser uno de los favoritos del Gran Necromante! ¡Eres una basura débil y miserable!”

Sarnath no podía defenderse, la goma lo mantenía inmóvil y no podía usar sus poderes mentales para atacar.

“Perdedor.” Murmuró Coranot, derribando a Sarnath con un golpe. Coranot decidió acabar las cosas y sacó una espada corta del interior de su gabardina. Al mirar el arma bajar hacia su cuello, Sarnath sólo pensó en Hotaru y en lo mucho que lamentaba morir sin verla otra vez.

“¡Tuxedo La Bomber!”

Una ola de poder se estrelló en el rostro de Coranot, derribándolo, “¿¡Qué es esto!?” Gritó cubriendo su cara con sus manos, “¿¡Quién se atreve!?”

“Puedes llamarme Tuxedo Mask.” Respondió Mamoru avanzando hasta Sarnath.

Coranot no podía ver y no sabía si Sarnath estaba recibiendo ayuda de una o varias personas, así que decidió que no valía la pena arriesgarse peleando ciego. Se las arregló para llegar a una orilla de la azotea y se desvaneció antes de que pudieran detenerlo. “¡Maldición!” Exclamó Tuxedo Mask, “¡Se escapó!”

“Olvídalo.” Aconsejó Sarnath, “No vale la pena lamentarse.”

“Supongo que tienes razón.” Dijo Tuxedo Mask sin mirar a la persona inmovilizada detrás de él.

“...Gracias.” Dijo Sarnath, “Jamás pensé tú me ayudarías.”

“Por nada. Pero aún no estoy seguro de que fue buena idea hacer esto. Dime, ¿Qué pasó aquí?”

Sarnath se las arregló para quedar boca arriba, “Traicionar al líder de los parásitos se castiga con la muerte.”

Tuxedo Mask se mantenía en alerta, sabía que todo podría ser una trampa, “¿Cómo sé qué dices la verdad?”

Sarnath cerró los ojos y su espada se materializó frente al joven del tuxedo, “Puedes hacer lo que quieras.”

Tuxedo Mask tomó la espada, sabía que podía usarla para acabar con Sarnath. No le extrañaba que su enemigo pareciera estar asustado.“Y debería estarlo.” Pensó el joven del Tuxedo mientras recordaba cómo Sarnath lo atacó y destruyó las piedras de sus cuatro Generales, y cómo liberó sus almas...por accidente. Además, Sarnath era malvado pero... había algo que quizás probara lo contrario. Recordó cuando Hotaru protegió a Sarnath. Recordó la mirada en los ojos de Sailor Saturn. Había sido una mirada llena de amor.

Mamoru estaba seguro que Hotaru, al igual que el resto de las Sailor Scouts, nunca amaría a una persona de mal corazón. Además, Kunzite le sugirió darle una oportunidad, sólo esperaba no arrepentirse después. Tuxedo Mask suspiró y descargó un tajo que partió la goma y liberó a su enemigo, “Eso debe bastar.”

“Eres un hombre justo.” Dijo Sarnath levantándose, “Estoy en deuda contigo.”

“No lo estás.” Respondió Mamoru, “Yo no ayudo a los demás buscando mi beneficio.”

“Aún así, cubriré mi deuda contigo cuando llegue el momento de hacerlo.” Dijo Sarnath.

Mamoru cerró los ojos un poco desanimado. Sin quererlo, ahora tenía dos personas dispuestas a ayudarlo como pago por haberles salvado la vida, “¿Qué haces en Juuban?”

“Busco a Hotaru Tomoe.” Respondió Sarnath, “Debo hablar con ella.”

“¿Sobre qué?”

“Hay una manera de detener a los parásitos. Pero necesitaré su ayuda para lograrlo.” Dijo Sarnath.

Tuxedo Mask consideró lo que escuchaba durante un momento, si lo que Sarnath decía era cierto, había oportunidad de acabar con esto de una vez por todas, “Yo puedo llevarte con ella si quieres.” Ofreció.

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“Había olvidado cuanto frío hacía por aquí.” Declaró Sailor Venus mientras frotaba sus manos y avanzaba junto a las demás. Las Sailor Scouts ya llevaban mucho tiempo caminando entre la nieve, luchando por no perderse pues oscuras y enormes nubes cubrían el firmamento y les impedían ubicarse con exactitud.

“Ya casi llegamos.” Avisó Mercury mientras guardaba su computadora, “Es en esa dirección.”

En silencio, las cinco Scouts siguieron adelante, resistiendo al viento helado que las atacaba sin piedad.

“Este es el lugar correcto.” Anunció Moon deteniéndose frente a una cueva bloqueada por una gruesa capa de hielo. No podía equivocarse, a pesar del tiempo transcurrido, todavía podía sentir el odio y la maldad de Metalia impregnando el suelo y el aire a su alrededor. ¿Cuánto tiempo podría seguir contaminando este lugar aún después de muerta? Sailor Moon tembló ligeramente, estar allí otra vez era muy difícil.

“Háganse a un lado chicas, abriré la entrada.” Indicó Mars, cuando sus compañeras hicieron lo que les pedía, Sailor Mars se colocó frente a la obstruida boca de la caverna y gritó, “¡Mars Snake Fire!” La potente serpiente de fuego de Mars se estrelló en el hielo y lo fundió en el acto, “Listo, ya podemos entrar.”

Los túneles de la cueva congelada seguían tan tétricos y horribles como las Scouts recordaban, y aunque sabían que no quedaba nada vivo allí que pudiera lastimarlas, ninguna de ellas podía sentirse tranquila.

“Este lugar me pone nerviosa.” Comentó Júpiter, “Ojalá no nos tardemos mucho en salir.”

“Estoy de acuerdo contigo.” Respondió Moon, “Sigamos adelante.”

Mercury se quedó atrás y fue la única en notar el extraño vapor gris que salía del suelo. Para cuando intentó advertirle a sus compañeras ya era tarde. El vapor las había separado. “¡Sabía que era muy bueno para ser verdad!” Se quejó mientras abría su computadora para intentar localizar a sus compañeras.

Sailor Júpiter podría jurar que escuchó a Mercury a su izquierda, pero no estaba segura y como sus propios gritos no parecían atravesar la niebla gris que la rodeaba, decidió aventurarse a caminar en la dirección en la que creyó escuchar a Sailor Mercury.

Sailor Venus aún podía escuchar los pasos de Moon delante de ella, por lo que siguió avanzando. Lo primero que haría sería alcanzarla para luego buscar a las demás y entonces tratarían de descubrir cómo salir de esa espesa niebla gris.

Sailor Mars se detuvo en cuanto la niebla la rodeó y no pensaba moverse, pero podía jurar que Júpiter estaba gritando a su derecha. Con mucho cuidado, Mars caminó en esa dirección.

Sailor Mercury llamó varias veces a sus compañeras. Cuando se convenció de que sus amigas no la escuchaban, se arriesgó a caminar un poco, esperando encontrarse con alguna de ellas.

Sailor Moon continuó caminando de frente, a su alrededor no había mucha niebla y podía ver que las demás Sailor Scouts la seguían a pocos pasos de distancia. Si las cosas seguían así, tal vez podrían conseguir su objetivo sin enfrentar ningún problema.

Respirar se había vuelto repentinamente difícil. El aire dentro de la niebla era pesado y muy frío. Sailor Venus, que aún intentaba alcanzar a Sailor Moon, comenzaba a resentir la falta de oxígeno. Venus aceleró el paso pero en poco tiempo se encontró cansada, respirando por la boca y la nariz y sudando bastante. No pasó mucho para que sus piernas se rehusaran a caminar más. Respirar dolía y el aire helado le congelaba la nariz y la garganta y el sudor se había congelado sobre su piel y su cabello. Venus intentó dar otro paso, pero sólo consiguió caer de espaldas. Tenía mucho frío y estaba muy cansada, demasiado cansada. Pero debía levantarse y... Venus no supo más, sus ojos se cerraron y perdió el sentido...

...Sailor V se inclinó para mirar desde la azotea de un edificio. Eso la desconcertó un poco, qué no estaba siguiendo a... ¿acaso estaba siguiendo a alguien? No, eso era imposible. Había estado vigilando la joyería de la acera de enfrente por horas. Entonces sucedió, el ladrón llegó y abrió la puerta. Venus se arregló su antifaz escarlata y esperó a que el criminal saliera de la joyería, tenía que atraparlo con la evidencia en las manos o no podrían arrestarlo. Su espera no duró mucho, el ladrón salió en menos de dos minutos, el tipo era muy buen ladrón. Con un par de saltos, Venus cayó frente al criminal, “¿Sabías que robar es ilegal?”

El ladrón sacó una navaja, “Tu ropa es ridícula niña, ¿no te da vergüenza usar eso?”

Venus no aceptaría que un tipejo se burlara de su uniforme, así que antes de que él pudiera cortarla, le asestó una fuerte patada en el pecho, sofocándolo y haciendo que tirara su arma. Fue entonces que las luces de un automóvil cayeron sobre ella y el ladrón. Sailor Venus se distrajo y no escapó, lo que lamentaría muy pronto.

“Vaya, así que otra vez has triunfado Sailor V.” Comentó una detective pelirroja que Venus conocía muy bien: Sakurada Natsuna, “Veamos qué es lo que robó este hombre.”

“Atraparlo era nuestro trabajo.” Comentó otro detective que bajó del automóvil. Para sorpresa de Venus, el oficial resultó ser Wakagi, pero... ¿qué Wakagi no debía ser más joven? Venus estaba confundida.

“Es verdad. Pero no importa.” Dijo la detective Sakurada mientras examinaba las ropas del ladrón hasta encontrar el botín: un enorme diamante, “Este sí que es grande.” Comentó muy interesada, “¡Debe valer por lo menos unos veinte millones de yen!”

“Creo que no estuviste tan mal. Lograste parar al criminal.” Admitió Wakagi acercándose a Venus.

“Sí...gracias.” Respondió la Sailor scout, sonrojándose cuando Wakagi estuvo junto a ella.

“Es una linda joya.” Comentó Sakurada, “Y vale mucho dinero, ¿no crees Wakagi?”

“Bastante.” Respondió el detective.

“¿Por qué no la vendemos?” Sugirió Sakurada, “Tu parte sería de alrededor de diez millones. Suficiente para vivir bien aunque siguieras trabajando en la policía. Podemos guardar el secreto.”

“¿Qué ha dicho?” Gritó Sailor V, “¡Eso es robar!”

“¡Ella tiene razón!” Exclamó Wakagi, “Sakurada, ¿qué te pasa?”

Sakurada suspiró y bajó la vista un momento, cuando volvió a mirar a Wakagi, sus ojos sólo mostraban rencor, “¿Acaso eliges apoyar a esa niña en vez de a mi?”

“En este caso sí.” Respondió Wakagi, “Dame el diamante, yo lo guardaré mientras llegamos a la comisaría.”

Sakurada se guardó el diamante y desenfundó su arma, “Entonces es verdad. Hay algo entre tú y Sailor V. Increíble, y yo que estaba dispuesta ser amiga de esa niña.”

“Por favor, guarde eso.” Pidió Sailor V., quien nunca pensó que Sakurada pudiera actuar así, ¿acaso lo hacía por celos? Pero Wakagi no era su novio... la cabeza comenzó a dolerle y entonces una imagen de un Wakagi más joven besándola en un puente pasó por su mente... ¿por qué recordaba eso?

“Sakurada... baja el arma y hablemos.” Rogó el detective, “Esto no está bien.”

“Lo siento Wakagi, tú eres mío y no puedo dejar que esa maldita roba-novios te arranque de mi lado.” Explicó Sakurada, “Prefiero matarte antes de que eso suceda.”

Sailor Venus pasó saliva, esto era horrible, “No haga esto, por favor...”

Sailor Mars detestaba la fría y oscura cueva en la que se encontraba, y la estúpida niebla sólo empeoraba las cosas, en especial porque respirar era más difícil y porque la fría neblina había comenzado a entumirle las piernas y los brazos. Se sentía muy cansada y no encontraba a sus amigas. Mars frotó sus manos para calentarlas y se recargó en la pared. Tenía que descansar un poco. Sin darse cuenta, se deslizó hasta que terminó sentada, recargada en la piedra congelada. No se dio cuenta cuando sus ojos se cerraron...

...Rei estaba en la oficina de su padre. ¿Qué hacía allí? Acaso no estaba atrapada en una... no, eso era ridículo. Mirando a su alrededor, la joven se convenció de que sólo había estado dormitando mientras esperaba que su padre terminara de hablar con quien fuera que estuviera hablando para poder entrar a verlo, y que verse vestida con una pequeña falda roja dentro de un lugar muy frío fue sólo un sueño. Los minutos pasaron y Rei, cansada de esperar, se acercó a espiar a la oficina de su papá. Para su suerte, la puerta estaba entreabierta y podría ver quién estaba allí además de su padre.

“Es una oferta muy generosa.” Indicó el padre de Rei, “¿Qué es lo qué decides?”

“No puedo aceptarla.” Respondió Keigo Hikazan. Rei no esperaba ver a su prometido allí.

“¿Por qué no?” Preguntó el señor Hino, “Si aceptas serás uno de los hombres más poderosos de Japón.”

“Puedo conseguir eso sin su ayuda.” Dijo Keigo, “No me interesa el poder político.”

“¿Qué te interesa entonces?”

“Su hija.” Respondió el joven Hikazan, “Ella me importa más que lo que usted me ofrece.”

Rei comenzó a interesarse en la conversación ahora que sabía que hablaban de ella. Esperaba que no fuera algo malo para su relación con su prometido, ya que antes de que le presentaran a Keigo, su vida había transcurrido en total soledad pues el templo le tomaba mucho tiempo y nunca había tenido amigas en la escuela... ¿sin amigas? Rei creía recordar tener amigas, pero eso era un sueño, antes de conocer a Keigo siempre había estado sola... olvidando eso, la joven Hino regresó su atención a la plática.

“Muchacho.” Dijo el señor Hino, “Mi hija sólo quiere ser sacerdotisa.”

“Rei tiene derecho a hacer lo que ella quiera.” Dijo Keigo, “Y yo la apoyaré en lo que elija hacer.”

“¡Tonto!” Exclamó el señor Hino, “Hazme caso, rompe el compromiso con Rei, a ella no le molestará.”

Keigo parecía irritado, “¿Cómo puede hablar por su hija? ¿No le tiene respeto?”

“¿Y tú en verdad crees que a ella le importas?” Preguntó el padre de Rei, “Será mejor si aceptas mi oferta y te conviertes en mi protegido.”

“No me interesa romper con su hija.” Insistió Keigo.

Rei no podía creer lo que escuchaba, ¿su padre quería destruir su compromiso? Quizás al principio no le hubiera molestado, pero ahora ya conocía a Keigo, ahora ya sabía que en verdad le gustaba y... ¿Qué? Rei parpadeó, ¿qué diablos estaba pensando? Ella sabía que su compromiso con Keigo terminaría pronto y por mutuo acuerdo. Esa plática estaba equivocada... ¿o no? Pero lo que él le dijo después de ese concurso de baile al que habían ido juntos... ¿cuál concurso? Rei se sintió confundida y decidió que era mejor sólo escuchar.

“Acepta mi oferta.” Insistió el señor Hino, “Podrías manejar todo tras bambalinas, ser el poder tras el trono.”

“¿Qué trata de decir?” Quiso saber Keigo, “¿Qué no tendré que hacer campaña ni nada?”

“Exacto, ¿ya te interesa mi oferta?” El padre de Rei sonaba emocionado.

“Si no tengo que aparecer en público...” Dijo Keigo pensativo, “Muy bien, ¡acepto!”

“¿Romperás con Rei?” Preguntó el señor Hino.

“Sí.” Respondió Keigo, “Este poder que me ofrece, si lo agrego al que tendré cuando sea dueño del banco de mi padre... seré el hombre más influyente de todo Japón.”

Rei sintió como si la hubieran golpeado en el estómago. ¡Keigo había aceptado dejarla! La joven Hino se recargó en la pared, no podía creerlo. Había pensado que Keigo era alguien de confianza que nunca le haría daño. ¡Todo era culpa de su padre! ¿Acaso no quería verla feliz? Y Keigo... Rei sabía que no debió confiar en él. Pero lo hizo y aquí estaba el resultado: una nueva traición.

“¿Estabas aquí?” Preguntó el señor Hino al salir de su oficina y encontrarse con su hija.

Rei palideció cuando notó que un sonriente Keigo estaba de pie detrás de su padre.

“Rei , qué bueno que estás aquí.” Dijo Keigo, “Debo decirte que nuestro compromiso ha ter...”

“¡No lo digas!” Exclamó Rei interrumpiéndolo, “¡Escuché lo que hablaste con mi padre! ¿Cómo pudiste aceptar su oferta? ¡Y yo que había comenzado a creer en ti!”

“¡Ya basta!” Ordenó el señor Hino, “¡Tú sabes que en realidad nunca has querido a nadie!”

Rei tembló un poco al sentir que su corazón se quebraba, “Eso no es cierto yo...”

Sailor Júpiter se resbaló por tercera ocasión y no se levantó. Estaba cansada. La niebla hacía difícil respirar y ver alrededor, pero le preocupaba no saber en dónde estaban las demás. Al principio había creído que Mercury estaba cerca, pero no pudo encontrarla. Y ahora estaba tan cansada y tenía tanto frío que la idea de moverse la hacía sentirse peor. Júpiter trató de levantarse, pero no consiguió nada, ni siquiera notó cuando cayó inconsciente, presa del frío...

...Makoto estaba a punto de abandonarse a su fobia. Estar en el aeropuerto ya era un triunfo para ella, pero el sólo pensar en subir al avión era casi demasiado. Lo único que le permitía controlarse un poco era él, que estaba sentado junto a ella y mantenía sus manos sobre las suyas para brindarle todo el apoyo posible, “¿No habría sido mejor ir en barco?” Preguntó la joven Kino.

“Sólo iremos a Corea, ¿recuerdas?.” Dijo Carlos, “El vuelo no es largo y lo haremos en un avión pequeño, no en uno de esos grandes que no te gustan.”

“La verdad es que no me gusta ningún tipo de avión, el tamaño no tiene nada que ver.”

La pareja guardó silencio un largo rato, hasta que Carlos notó que Makoto estaba por romper a llorar. “Linda, es mejor que no vayamos a la competencia, no quiero verte así.”

La joven Kino reunió fuerzas, “Pero debemos ir.” Dijo, “Sé que esta competencia estudiantil es importante.”

“El torneo no es más importante para mí que tú Makoto.”

“Pero...” Makoto ya no pudo más, la idea de subir a un avión la sacudió con tanta fuerza que una lágrima se resbaló por su mejilla, “No quiero que pierdas por abandono.” Dijo en un murmullo.

“Eso no vale la pena. Lo único que me importa es que tú estés bien.” Le aseguró Carlos, “Espera aquí, iré a cancelar los boletos, no me tardaré mucho.”

Makoto suspiró aliviada y mientras esperaba, volvió a desear no haber perdido a sus padres en ese accidente de avión. Al menos su novio la entendía y estaba dispuesto a dejar pasar esa competencia de artes marciales por ella. Makoto sabía que pocos hombres harían algo así. Se sentía un poco mal por hacerlo faltar, pero...¿en dónde estaba Carlos? Ya debía haber regresado. Preocupada, Makoto se forzó a caminar hasta la zona de abordaje, en donde él debía cancelar los boletos. Fue entonces que entendió porqué no regresaba: Carlos era rehén de un grupo de Yakuza que así mantenían a raya a los guardias de seguridad. Todo empeoró cuando Makoto descubrió quién era el líder de los maleantes, Tarántula.

“¡Muévanse y este estúpido se muere!” Amenazó Tarántula, “¡Muchachos, vamos por un transporte!”

Los segundones de Tarántula obedecieron y el grupo de Yakuza salió hacia las pistas de aterrizaje, en donde seguramente robarían un avión.

“Cuando estemos en el aire ajustaremos cuentas.” Dijo Tarántula mientras forzaba a Carlos a acompañarlo.

Detrás de la columna en donde se escondía, Makoto alcanzó a escuchar esa amenaza, ¿qué podía hacer ahora? La sola idea de acercarse a un avión hacía que le doliera el estómago, “¡Maldición, Carlos!” Exclamó, “¿Por qué tenías qué dejar que pasara esto?”

Makoto se las arregló para llegar a la puerta por donde salieron los Yakuza. ¿Y por qué los guardias de seguridad no hacían nada? “¡Inútiles!” Les gritó antes de echarse a correr a las pistas de aterrizaje. Sólo corriendo sin pensar lograría evitar que el miedo la controlara y alcanzar a los criminales, “¡Alto!” Gritó cuando por fin alcanzó a Tarántula, “¡No podrás huir!”

Tarántula miró a Makoto y acercó a Carlos a la hélice encendida, “¿Quieres ayudarlo? ¡Ven por él!”

Makoto pasó saliva, ¿acercarse más a un avión? ¡Nunca podría hacerlo!

“¿Qué te pasa mocosa?” Se burló Tarántula, “¿Quieres ver cómo rebano a tu novio como jamón?”

Al escuchar eso, Makoto logró dar un paso al frente, “No dejaré que lo lastimes....”

Sailor Mercury guardó su computadora portátil, no funcionaba por culpa del frío. Estaba preocupada, siendo hija de una doctora, Mercury sabía qué le pasaría si se congelaba. Ya había comenzado a tener problemas para respirar y sus pies se estaban entumiendo, eso era aún peor. Mercury comenzó a andar para tratar de calentarse, pero ya estaba muy débil y cayó al suelo a los pocos pasos. Lo último que pudo hacer, fue rodar para quedar boca arriba, entonces sus ojos se cerraron y para ella todo se desvaneció...

...Ami Mizuno miró hacia arriba y se encontró con el señor Yamada, que la llevaba a algún lugar dentro de la biblioteca, ¿pero cuando se había vuelto tan alto? “Kuro, la madre de esta niña llamó para avisar que llegará un poco más tarde a recogerla, ¿podrías cuidarla?”

“Por supuesto. ¿Cómo te llamas pequeña?”

¿Pequeña? Ami no entendía qué sucedía, pero se alegró de ver a Kuro allí.

“Se llama Ami Mizuno y tiene seis años.” Explicó el señor Yamada antes de marcharse.

“Vamos, vamos, esa cara triste no te queda bien Ami.” Dijo Kuro suavemente mientras la sentaba en sus rodillas, “Estoy seguro que tu madre llegará pronto y no querrá verte triste, ¿verdad?”

Ami suspiró, había visto su reflejo en la ventana y descubrió que era cierto. Por alguna extraña razón, ahora tenía seis años. Si este era un sueño, era uno muy raro.

“¿Te gustaría escuchar una historia?” Preguntó el joven Kizuko.

Ami asintió y Kuro, con una sonrisa, comenzó la historia. La voz del muchacho era casi mágica y Ami no pudo evitar sentirse dentro del cuento de hadas que él había elegido. Cuando llegó al final y escuchó cómo la pobre campesina consiguió salvar a todas sus vacas de la sequía, Ami no pudo evitar aplaudirle.

“Me alegra que te hayas divertido.” Comentó Kuro complacido, “¿Quieres dibujar ahora?”

Ami miraba fijamente a Kuro y consideraba algo seriamente. Al final, decidió que sí valía la pena hacerlo, ya que siendo una niña pequeña podría decirle lo que sentía por él sin tener que preocuparse por su respuesta.

“¿Sucede algo Ami?” Preguntó Kuro aún sonriéndole.

Ami se sonrojó y bajó la mirada, “Te quiero.” Dijo en voz baja, “Me gusta tu voz. ¿Tú me quieres? ¿Tienes novia?” La pequeña Ami suspiró, al fin había confesado lo que sentía y no resultó tan difícil.

“Vaya, eso es algo que no escucho todos los días.” Dijo Kuro sorprendido, “Ami, eres muy amable al decir que te gusta mi voz, y pienso que eres una niña muy linda. Pero eres muy pequeña, así que olvida esto hasta que crezcas. Es lo mejor que puedes hacer, todavía no tienes la edad para esas cosas.”

Ami suspiró y trató de hacer a un lado la sensación de rechazo, iba a decir otra cosa, pero su madre entró a la sala de lectura y ya no tuvo oportunidad. Cuando llegaron al auto, Ami aún pensaba en lo injusto que era haber rejuvenecido durante ese sueño. Estaba tan preocupada pensando eso, que tropezó y cayó de bruces, su madre se apresuró a levantarla y Ami descubrió que se había raspado la rodilla y le dolía mucho... Pero si le dolía...entonces no estaba soñando... ¿eso quería decir que el sueño habían sido Usagi y las demás?... Ami no pudo pensar más en eso, pues se encontró con que Tanoshii las esperaba recargado en el auto, “Hija, quiero darte una noticia muy importante.” Dijo su madre, “Tanoshii y yo vamos a casarnos la próxima semana.”

La rodilla de Ami dejó de doler en cuanto escuchó esas palabras. Ahora sentía un punzante dolor en otra parte, en su corazón, “¡No puedes hacer eso!”

“Hija, ya está decidido. Tanoshii será tu nuevo papá.”

“¡NO!” Gritó la pequeña Ami, “¡No quiero otro papá!” Antes de que su madre pudiera responder, Ami regresó corriendo a la biblioteca. La niña no hizo caso a su madre, quien le ordenaba que se detuviera de inmediato. Ami tenía que encontrar a Kuro, él la ayudaría y... Ami se detuvo en seco. Kuro estaba recargado en un librero y sostenía a una muchacha de largo cabello rojo entre sus brazos: era Misao. La pequeña Ami tembló y no pudo evitar gritar cuando ante sus ojos, Kuro y Misao se besaban.

“¡No es justo!” Murmuró Ami cayendo de rodillas, “No es justo que mi mama y Kuro me abandonen así...”

Sailor Moon encontró al fin la salida de la habitación, ahora nada le preocupaba, podía ver las siluetas de sus compañeras detrás de ella y escuchar sus respuestas cuando hablaba con ellas. Confiando en que sus amigas la seguían, Moon entró a otro túnel. Luego de unos pasos, miró detrás y sonrió al ver a las otras cuatro Sailor Scouts. Era bueno saber que seguían allí. Moon no se dio cuenta que en realidad estaba sola.

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Sarnath respiró profundamente y miró a Hotaru, que había terminado sentada en medio de Haruka y Michiru, quienes lo miraban con desconfianza. Setsuna y Mamoru estaban en otro sillón y no parecían molestos con su presencia. Había estado contándoles acerca de los parásitos, de su objetivo de revivir a los antiguos y de cómo escapó del Gran Necromante. “...Y así fue como llegué aquí, todo se lo debo a Mamoru.” Terminó Sarnath.

“¿Qué son esos antiguos?” Preguntó Michiru luego de un momento de silencio en que ella y las demás consideraron la información que acababan de recibir.

Sarnath palideció un poco, aparentemente no le gustaba mucho hablar sobre ese tema, “No se qué son. Sólo puedo decirles lo que he escuchado: Son temibles y será mejor si no regresan a la vida. El problema es que el Gran Necromante ya no tardará en despertarlos, ya reunió toda la luz blanca que necesitaba para hacerlo.”

“¿Para eso servían las cuevas como la que encontramos en Australia?” Preguntó Setsuna.

“Sí, se llaman colmenas. Utilizamos cuatro cuando todo comenzó.” Explicó Sarnath.

“¿En dónde está la última?” Quiso Saber Haruka.

“Estaba en Europa, en el país que llaman Inglaterra.” Respondió Sarnath, “Pero no vale la pena que vayan allí, está destruida. La colmena envió la luz blanca a la Fortaleza hace unas horas y se autodestruyó después.”

“¿Cómo sabes eso?” Preguntó Michiru.

“Sentí las vibraciones del cristal de la colmena.” Contestó Sarnath, “Te aseguro que se destruyó.”

“No habías mencionado esa Fortaleza.” Dijo Mamoru, “Tampoco has hablado sobre el Gran Necromante.”

Hotaru miraba a Sarnath con atención, en realidad le había sorprendido mucho cuando Mamoru y él habían llegado a visitarlas y aunque en ese momento le habría gustado más hablar con él sobre otras cosas a solas, tendría que esperar un momento más adecuado. Aún así, estaba bastante entusiasmada, pues Sarnath había dicho que ya no trabajaba para los parásitos y eso significaba que ya no eran enemigos. Sonriendo discretamente, Hotaru comenzó a poner más atención a lo que Sarnath estaba explicando.

“La fortaleza es donde duermen los antiguos y donde vive el Necromante. Es un lugar muy peligroso y lleno de trampas. El Gran Necromante es un hechicero con grandes poderes, será muy difícil derrotarlo.”

“Antes de que continúes...” Dijo Haruka mirando a Sarnath con severidad, “...Creo que debes decirnos porqué te has cambiado de bando. Aún recuerdo lo que nos hiciste en la colmena y el enfrentamiento que tuvimos en el centro comercial. ¿Qué razón ha sido tan fuerte como para que abandones a alguien tan temible como ese Necromante del que hablas? ¿Acaso no temes por tu vida?”

A Hotaru no le pareció muy agradable que Haruka hiciera esa pregunta, ¿qué había que preguntar? Sarnath les había explicado bastante bien que ya no era parte del enemigo y ella confiaba en él, un poco molesta, Hotaru intervino, “¡Mamá Haruka! Sarnath es un invitado, no creo que...”

“Hotaru, espera a que él responda.” Ordenó Michiru, su voz bastante firme.

La joven Tomoe respiró profundamente y se hundió en su asiento, era claro que no estaba conforme con la situación, “Está bien. Pero no creo que sea necesario preguntarle esas cosas.”

Sarnath miró directamente a Haruka y Michiru, “Hotaru es la razón por la que dejé al Necromante.”

“¿Ella es la causa de que cambiaras de bando?” Preguntó Haruka un poco incrédula, “¿Nuestra Hotaru?”

“Sí, ella me importa mucho.” Dijo Sarnath, sosteniéndole a Haruka la mirada, “Quizás no es suficiente para convencerlas de que ya no soy su enemigo, pero estoy diciendo la verdad.”

“Yo confío en él.” Intervino Hotaru y, esperando que eso no causara problemas luego, añadió, “Sarnath nunca ha intentado lastimarme y sé que no hay maldad en su corazón.”

Haruka sonrió un poco, “Veo que Hotaru confía en ti, y Mamoru también, pues te trajo a nuestra casa. Eso es bastante como para que yo pueda darte una oportunidad, ¿qué opinan ustedes, Michiru, Setsuna?”

“Si Hotaru puede confiar en él, también yo lo haré.” Dijo Michiru con una pequeña sonrisa.

“Igual yo.” Aceptó Setsuna, “El que te hayas ganado la confianza de Hotaru y Mamoru es toda la prueba que necesito para aceptarte como aliado.”

“Entonces...” Comenzó Sarnath.

“Te ayudaremos.” Completó Mamoru, “¿Puedes infiltrarnos a la fortaleza?”

“Sí, eso no será problema.” Dijo Sarnath, “Y...muchas gracias, les mostraré que no fue un error ayudarme.”

Setsuna se levantó y luego de que les hizo una seña, Michiru, Haruka y Hotaru la siguieron a la cocina, dejando a Mamoru y a Sarnath solos. Ninguno habló mucho mientras sus cuatro anfitrionas regresaban, aún no se conocían lo bastante como para conversar abiertamente.

“Ya tomamos una decisión.” Anunció Setsuna luego de casi quince minutos, “Podemos garantizar nuestra ayuda, pero no permitiremos que Sailor Moon y las demás Scouts se involucren en esto.”

Mamoru iba a decir algo, pero Haruka se adelantó, “No arriesgaremos la vida de la princesa inútilmente.”

El joven Chiiba se levantó del sillón, “Entonces yo también iré a la fortaleza. Ya me cansé de no hacer nada y no permitiré que ustedes me dejen atrás.”

“Como gustes.” Aceptó Haruka, “Pero debes ser discreto. Moon no necesita saber esto aún.”

“Sarnath, ¿podríamos hablar mañana?” Pidió Michiru, “Aún debemos discutir más cosas.”

Sarnath asintió, “Sí, por supuesto. Sólo recuerden que no queda mucho tiempo.”

“Lo sabemos.” Dijo Setsuna, “¿Dónde podemos encontrarte?”

“Llamen a las oficinas del centro comercial Tokyo.” Dijo Sarnath anotando un número telefónico en una hoja de papel, “Busquen a Hiroshi Fuyubamaru.”

“¿El dueño del centro comercial?” Preguntó Mamoru, que recordó ese nombre de la reseña sobre la plaza que había leído el día anterior, “¿Acaso eres tú?”

“Sí, soy yo.” Admitió Sarnath mientras caminaba hasta la puerta, “Bien, me iré ya. Hotaru, espero poder verte pronto.” Dicho esto, Sarnath salió del departamento.

###

“Siempre sospeché que había algo entre tú y Wakagi.” Acusó Sakurada, su voz se había transformado en una ola de odio y celos que golpeaban a Sailor V casi como un ataque físico.

“Sakurada, aún puedes detenerte antes de cometer una locura.” Pidió Wakagi mientras hacía a Sailor V a un lado para protegerla, después de todo, él era un policía y su deber era proteger a la niña que temblaba a su lado, “Sailor V no ha hecho nada.”

“¡Cállate traidor!” Gritó Sakurada, “¡No puedo creer que prefieras a esa niña!” Sakurada desvió su atención a la joven Sailor Scout, “Sailor V, ¡te mataré por haberme quitado a Wakagi!” Sin decir más, Sakurada apretó el gatillo y el sonido del disparo rompió el silencio de la noche.

Sailor V no tuvo tiempo de gritar ni de esquivar la bala. Esta no era la primera vez que sucedía algo así, ya antes le habían disparado y dolía mucho... la habían baleado en una oscura bodega cuando.. Sailor V sacudió la cabeza ante los recuerdos de una mujer vampiro que casi la mata a ella y a Wakagi... estaba confundida y sólo el impacto con el suelo y la cálida humedad que comenzó a esparcirse sobre ella logró sacarla de su estupor. ¿Era su sangre? Temblando, Sailor V se arriesgó a bajar la mirada y descubrió que Wakagi estaba desplomado sobre ella. La sangre era de él. “¿Wakagi?”

“Está muerto.” Dijo Sakurada, “Recibió la bala justo en el corazón.”

“¿Muer-mu-muerto? ¡NO!” Sailor V se levantó y se llevó las manos a las sienes. Wakagi no podía morir, ella lo amaba, ¡No era justo! La joven sintió su cabeza a punto de estallar y lanzó un grito de desesperación.

“No pensé que ver muerto a ese inútil te afectara tanto.” Comentó Sakurada, que comenzó a transformarse en alguien que Sailor V reconoció, “¿Acaso lo querías, Sailor V?”

“Ahora soy Sailor Venus.” Respondió la Sailor Scout lanzando su antifaz al suelo, su respiración era agitada y rápida, “Y jamás te perdonaré por esto. Eres un monstruo...¡Beryl!”

“No deberías enojarte, a fin de cuentas esto sólo es un pequeño pago por lo que me hiciste, ¡recuerda que tú me mataste!” Respondió Beryl, quien entonces aplaudió, haciendo que la ilusión sobre Sailor Venus se desvaneciera, dejándola de pie en el mismo cuarto helado en el que había quedado inconsciente...

Rei retrocedió dos pasos, su padre y Keigo se limitaron a mirarla con una sonrisa burlona. Se sentía hecha pedazos por dentro. No le sorprendía mucho que su padre hubiera traicionado de nuevo su confianza, pero de Keigo aún no podía creerlo, qué estúpida había sido al creer en él sólo porque parecía que la entendía. Sólo había conseguido lo que quiso evitar tanto: Dolor por haberse atrevido a confiar en alguien.

“Rei.” Llamó el señor Hino, “No seas una niña mimada y cálmate.”

“Usted no tenía derecho de hacerme esto.” Dijo Rei, “No puede soportar verme feliz, ¿no es cierto? Ya no me hable... por favor, no me hable más.”

“Compórtate.” Ordenó el señor Hino, “Te he perdonado muchas cosas, pero ya es demasiado. ¡Tendré que enviarte a un internado a Europa para que aprendas a respetarme!”

¿Un internado? Si eso pasaba, entonces Rei no podría ver a... ¿Usagi y a las demás? Sí, ella conocía a alguien con ese nombre, y tenía amigas... amigas que estuvo a punto de olvidar, amigas que eran su mayor tesoro. ¿Cómo pudo olvidarlas? Rei se irguió autoritariamente, “No iré a un internado.”

“¿Qué dices?” Preguntó su padre, “Si no aceptas, dejaré de mantenerte.”

“No lo necesito.” Respondió Rei, “Quédese con su estúpido dinero.”

¡¡SLAAAPP!!

Rei cayó en un sofá, su mano firme sobre su mejilla izquierda. Podía sentir que las lágrimas amenazaban con salir. No podía creerlo, Keigo le había dado una bofetada. “¿Cómo pudiste hacerme esto Keigo? ¿Cómo?”

“Lo hice porque lo mereces.” Dijo el joven Hikazan, “¡No puedo soportar a niñas malcriadas como tú que no saben tomar órdenes! ¡Me alegro que nuestro compromiso haya a terminado!”

Rei se limpió dos lágrimas que se deslizaron por sus mejillas e ignoró el fuerte dolor de cabeza. No podía permitirse ceder ante algo como esto. La decepción no la había quebrado antes, y no lo haría ahora. Aún contaba con Usagi y con las demás. Ellas no la traicionarían nunca y ella no podía abandonarlas. Además, la situación era demasiado drástica para ser real. Sólo había una respuesta, y la bofetada de Keigo se la había dado, “Fue un buen truco.” Aceptó la joven Hino mientras sus ropas cambiaban y recuperaba su uniforme de Sailor Mars, “Pero mi voluntad no se romperá con ilusiones... Beryl.”

“Eso veo.” Comentó el padre de Rei, que tomó la imagen de la reina del Negaverso, “Pero no importa en absoluto.” Beryl aplaudió y todo alrededor de Mars se desvaneció, al final, la Sailor Scout terminó de pie en la habitación donde había caído dormida...

Makoto logró avanzar otro paso. Frente a ella, Tarántula seguía riendo y Carlos aún no despertaba, “¿Por qué estás temblando?” Se burló el líder Yakuza, “¿Me tienes miedo?”

“No...no te temo a ti.” Dijo Makoto con voz débil mientras se esforzaba por avanzar otro paso más, pero era muy difícil, la avioneta la hacía temblar de terror.

“Tarántula volvió a reír y avanzó un paso más hacia la hélice, “¡Vamos, trata de hacer algo!” Gritó, “¿No puedes? No me sorprende, ¡eres una niña débil y solitaria! Si no fuera por este idiota, no tendrías a nadie. Sé que tus supuestas amigas tienen familias y tú no.”

Makoto se detuvo. Eso no era verdad, sus amigas sí la querían, ¿no era cierto? Pero también era verdad que Usagi y las demás sí podían hacer cosas con sus padres... y que cuando eso sucedía ella tenía que hacerse a un lado... pero Carlos, él había sido su llave de entrada a una familia, y lo más importante, él la quería de verdad.

“Si él muere sus padres ya no querrán verte y te quedarás sola otra vez.” Aseguró Tarántula, acercándose más a la hélice, “¿Eso sería una lástima no crees?”

“¡Detente!” Gritó Makoto, incapaz de acercarse más a la avioneta, “Haré lo que pidas, pero deja ir a Carlos.”

El Yakuza miró a la joven Kino de arriba abajo, “Lo siento, pero prefiero gozar mientras te retuerces al ver esto.” Sin decir más, Tarántula lanzó a Carlos hacia la hélice y rió como loco.

Makoto no pudo evitar gritar mientras cubría sus ojos. Pero fue en vano; el ruido sordo, el alarido de dolor de Carlos y el cálido líquido que bañó su rostro le dejaron saber lo que había sucedido. Cuando abrió los ojos lo primero que vio fue a Tarántula burlándose, y cuando los posó sobre el despojo que ahora era Carlos, Makoto sintió que la vida se le escapaba con cada latido de su corazón.

“¿Ahora lo entiendes niña imbécil?” Dijo Tarántula, aunque su voz sonaba femenina y llena de odio, “Tu vida es insignificante. ¡Todo lo que amas es basura y no mereces tenerlo!”

La joven Kino estaba tan conmocionada que tardó un momento en identificar a la verdadera dueña de esa voz. Sí, debía ser ella. Sólo esa horrible mujer podría haberse divertido haciendo esto, “Jamás creí que pudieras guardarme tanto rencor.” Dijo Makoto, sus ropas cambiando por su uniforme de Sailor Júpiter, “Nunca podré perdonarte por lo que me hiciste ver hoy... Muéstrate y enfréntame... ¡Beryl!”

Tarántula sonrió y se transformó en la reina fallecida años atrás, “Tu perdón no me interesa en los absoluto. Fue más satisfactorio verte sufrir.” Entonces, Beryl levantó su mano izquierda y la ilusión desapareció, dejando a Sailor Júpiter de pie en la habitación donde había perdido el conocimiento...

Ami seguía de rodillas, aún sin poder entender porqué le sucedía esto. ¿Qué acaso Kuro y Misao no eran hermano y hermana? Pero vivían juntos y... ¿porqué sabía eso? La pequeña Ami logró levantarse, su cabeza había comenzado a dolerle. Misao se separó de Kuro y sonriendo, miró a Ami, “¿Esto no te gusta?”  Se burló, “Pues qué pena, pero es lo que sucederá cuando crezcas.”

Ami sabía que debía hacer algo, pero era imposible. Ella era una niña muy pequeña. Si tan sólo pudiera convertirse en... ¿quién? Ami no podía recordar, quizás lo único que le quedaba por hacer era aceptar lo que Misao decía y olvidarse de Kuro para siempre.

“¿Por qué te duele lo que has visto?” Preguntó Misao burlándose, “¡Niñita tonta! ¡Sabes que nunca podrás tenerlo a él! ¡Si ni siquiera puedes evitar que te roben a tu madre!”

En medio de su desesperación, Ami recordó algo: Kuro una vez le dijo que si ella se rendía cuando enfrentaba un reto, entonces su vida no valdría la pena. Recordar eso logró que Ami se pusiera de pie. No podía rendirse así nada más, y menos en un sueño... Ami respiró profundamente y logró hacer que el temor se hiciera a un lado mientras analizaba la situación. Sabía que podría encontrar una salida, lo único que debía hacer era pensar racionalmente y encontraría la solución... se lo debía a Usagi y a las demás, no podía rendirse y abandonarlas... y tampoco quería perder a su madre o... a Kuro.

“¿No entiendes que no servirá de nada?” Preguntó Misao mientras abrazaba al joven Kizuko de una manera bastante sugerente, “¿Por qué no te olvidas de él y de todo? A fin de cuentas, tú no le importas a nadie.”

Ami cerró los ojos y gritó al sentir que el dolor en su cabeza se recrudecía, el dolor intentaba limitar su habilidad para pensar... pero ya no importaba, ya había entendido todo, ya había recordado todo. “No puedo olvidarme de mis amigas porque ellas cuentan conmigo y no puedo fallarles.” Dijo Ami mientras su cuerpo comenzaba a crecer y a cambiar, “Y no puedo olvidarme de Kuro porque sé que él me quiere.” Al terminar de decir esas palabras, Ami recuperó su edad y vestía de nuevo su uniforme de Sailor Mercury, “Ya sé quién eres, sólo tú podrías detestarme tanto como para hacer esto... ¡Beryl!”

Misao rió y tomó la forma de Beryl, “No importa si te liberas de la ilusión.” Dijo la reina muerta. “Tú no eres a quien quiero mandar primero al infierno.” Beryl se rió y chasqueó los dedos. Entonces, todo se desvaneció alrededor de Sailor Mercury, quien quedó de pie en el helado cuarto donde había perdido el sentido...

Mercury parpadeó un par de veces y miró a su alrededor, encontrándose con que sus tres compañeras estaban sólo a unos pasos de distancia y en las mismas circunstancias que ella. Mars sacudió la cabeza para desaturdirse. Sailor Júpiter estaba frotando sus mejillas para quitarse la escarcha causada por sus lágrimas congeladas y más allá, Venus respiraba con dificultad y podía verse que estaba furiosa.

“¿Dónde está Moon?” Preguntó Sailor Mercury.

“No la veo por ningún lado.” Respondió Mars, “¡Demonios, caímos en esta trampa como unas novatas!”

“Será mejor si no perdemos la calma.” Aconsejó Mercury.

“¿¡No perder la calma!?” Exclamó Venus aún muy enojada, “¿¡Tienes idea de lo que Beryl acaba de hacerme pasar!? ¿¡La tienes!?”

“¡No sólo lo hizo contigo!” Intervino Júpiter, que estaba tan enfadada como Venus, “¡Esa maldita bruja también me hizo algo imperdonable a mi!”

“Lo hizo con todas.” Comentó Mars, “Debí haber anticipado que su espíritu aún estaría por aquí y que trataría de atacarnos de alguna manera.”

“No fue tu culpa.” Dijo Mercury, “Yo también debí detectarla con mi computadora.”

“No fue culpa de nadie.” Dijo Venus, quien logró por fin calmarse, “Así que dejemos de lamentarnos y busquemos a Moon. Esa bruja loca de Beryl seguramente tratará de hacerle algo peor que a nosotras y...”

La risa de la reina muerta cortó las palabras de Venus, “No pueden imaginar cómo disfruté corrompiendo sus patéticos recuerdos.” Dijo Beryl mientras una enorme imagen de su rostro se dejaba ver entre el frío vapor que inundaba la habitación, “Han perdido mucho tiempo y ya no podrán hacer nada. ¡Moon pronto estará muerta! ¡Pero a ustedes las dejaré vivir para que carguen con la culpa de no haber podido salvarla! ¡Es la venganza perfecta!” Entre risas histéricas, la imagen de la reina se desvaneció.

“¡No podemos quedarnos aquí!” Exclamó Venus, “¡Tenemos que buscar una salida!”

“Moon salió por aquí.” Anunció Mercury, computadora en mano, mientras señalaba un túnel que descendía más en la oscura caverna de hielo.

“¡Pues vamos!” Exclamó Venus, quien se apresuró a entrar al túnel. Sus compañeras la siguieron sin dudar.

###

Hotaru no podía creer lo que estaba haciendo, no podía siquiera entender el impulso que la había llevado a hacerlo. Sabía perfectamente bien que Haruka y Michiru le darían una reprimenda fenomenal por haber salido de la casa sin avisar, pero no le importaba. En ese momento sólo le importaba una cosa: hablar con él de nuevo. El problema era que no sabía en dónde encontrarlo, la única pista que tenía era el Centro Comercial Tokyo, y ese era el lugar a donde se dirigía. La joven Tomoe no tardó mucho en llegar, no le sorprendió que hubiera tanta gente, pero la multitud la cohibía un poco. Además, nadie le aseguraba que él estuviera allí. Después de unos minutos de duda, Hotaru caminó hasta la entrada principal. Al llegar a la puerta, el corazón de Hotaru se aceleró. Allí estaba él, la luz del atardecer hacía que su cabello brillara, y su perfil se fundía con los rayos del sol. Hotaru parpadeó, de repente no supo qué hacer. Sarnath siempre había tomado la iniciativa en sus encuentros anteriores, pero ahora ella había sido la que había ido a buscarlo. Finalmente, se acercó a él muy despacio, sin saber qué pasaría cuando estuviera a su lado.

“¿Podemos hablar?” Preguntó ella cuando al fin estuvo lo bastante cerca.

Sarnath se giró y sonrió gratamente sorprendido al encontrarse con Hotaru, “Sí mi Princesa del Silencio, por supuesto que podemos hablar.”

“Yo...” Hotaru olvidó que era lo que estaba por decir y bajó la mirada.

“¿No tendrás problemas?” Preguntó él, “No creo que a tus tutoras les agrade mucho que hayas venido aquí.”

Hotaru suspiró, “No... no importa.” Dijo resignándose, “...Quería verte a solas... ha pasado mucho tiempo y yo... te extrañaba y... pensé que no te vería más...”

Sarnath apoyó su mano sobre el hombro izquierdo de Hotaru, y sonrió cuando ella se sonrojó, “Me alegra escuchar que querías verme.” Dijo, “También yo te extrañé.”

El rostro de Hotaru se iluminó al escuchar eso, “¿De verdad? Yo creí que ya te habías olvidado de mí.”

“Eso no pasará. Jamás podría sacarte de mi corazón.” Respondió Sarnath.

La joven Tomoe cerró los ojos y dejó que las palabras se asentaran en su ser, disfrutando la agradable sensación que el saber que él aún la quería le causaba. Esa agradable sensación se multiplicó por diez cuando sintió que era envuelta en un suave y gentil abrazo. Sabía que había personas caminando a su alrededor, pero no le importaba que la miraran, no le importaba siempre y cuando fuera él quien la sostuviera entre sus brazos, “Podríamos... ¿quedarnos así un momento más?” Preguntó cuando sintió que Sarnath estaba por romper el abrazo, “¿Por favor?”

“Sí, por supuesto.” Respondió el, “Todo el tiempo que desees.”

“¿Sarnath?” Murmuró ella.

“¿Qué sucede?”

“Me gusta más tu nuevo nombre.” Dijo Hotaru separándose un poco de él para poder mirarlo al los ojos. La joven Tomoe sonreía, “El invierno es una estación muy bonita.”

Sarnath rió, “Eso pienso yo también. Por eso mi apellido es Fuyubamaru: Aquél de la temporada invernal.”

Hotaru se separó de él, pero tomó sus manos y le obsequió una sonrisa, “Será difícil acostumbrarme a llamarte Hiroshi, pero creo que te queda mejor.”

Sarnath no respondió de inmediato, y se contentó con apreciar la belleza de la joven frente a él. Mirar a Hotaru bajo la luz del atardecer era casi como mirar a un ángel listo a volar de vuelta a los cielos. Sarnath no pudo evitar sentir un fuerte impulso por besarla, pero se contuvo. Había tomado una decisión sobre su relación con ella mientras caminaba al centro comercial y quería decírsela, “Hotaru quiero prometerte algo.”

“¿Qué es?” Preguntó ella sin dejar de sonreír.

“Tú sabes lo que siento por ti.” Dijo él, “Y sería feliz si pudiera tener una relación formal contigo. Pero creo que será mejor esperar un poco.”

“No entiendo, ¿por qué dices eso?” Dijo Hotaru algo confundida, las cosas parecían haber ido muy bien hasta ese momento, ¿qué estaba pasando?.

“Porque aún no soy digno de ti..” Dijo Sarnath, “...Tus tutoras tienen razón, primero debo demostrar que puedo ser digno de la confianza de todos ustedes.”

“...¿Mis tutoras?” Hotaru sólo terminó más confundida, “¿De qué hablas?”

“Pude ver un poco en la mente de Haruka y Michiru, ellas piensan que aún me falta mucho para poder hacerte feliz.” Explicó él.

La joven Tomoe suspiró. Sabía que Haruka y Michiru no estaban de acuerdo con que Sarnath la cortejara, pero nunca pensó que podrían causar algo como esto sin decir ni una palabra, “¿Qué vas a prometerme?”

“Que me convertiré en un humano digno de ti. Aún no estoy seguro de qué debo hacer para lograrlo, pero sé que dirigir este centro comercial será buen comienzo.”

“...Está bien.” Aceptó Hotaru, en realidad le parecía buena idea, aún necesitaba reunir valor para decirle a Sarnath lo que sentía por él, y de esta forma podría conocerlo más. Sí, probablemente esto sería lo mejor para los dos, “Esperaré si eso es lo que quieres.”

Sarnath sonrió, “Gracias Princesa del Silencio, no te defraudaré.”

“Sé que no lo harás.” Dijo ella soltando sus manos, “...Creo que es hora de marcharme. Ya estoy en líos sólo por salir sin permiso.”

“Lo entiendo.” Respondió Sarnath, “En ese caso, creo que nos veremos de nuevo cuando ustedes decidan que quieren entrar a la Fortaleza.”

“Sí...hasta entonces...” Se despidió Hotaru.

“Adiós querida Hotaru.” Se despidió Sarnath luego de inclinarse un poco.

Hotaru no se movió mientras observaba como Sarnath se alejaba, en realidad le entristecía un poco que las cosas no hubieran sucedido como ella había imaginado muchas noches cuando pensaba en él. Pero al menos volvería a verlo pronto. En ese momento, Hotaru tuvo una idea y lo llamó, “¡Hiroshi!”

Sarnath caminó tres pasos antes de reaccionar a su nuevo nombre y detenerse, “¿Qué sucede?”

Hotaru respiró profundamente y logró hacer a un lado la timidez, “Me gustas mucho.” Confesó, “Así que no te tardes en cumplir tu promesa... ¡porque no quiero esperar mucho tiempo por ti!” Dicho esto, Hotaru sonrió y se alejó caminando de prisa.

“No te haré esperar, Princesa del Silencio.” Murmuró Sarnath, “Lo prometo.”

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Sailor Moon seguía su descenso hacia las profundidades de la gruta congelada. Caminaba ajena al peligro que la acechaba a cada paso. Luego de un rato, Moon miró detrás suyo y pudo distinguir las formas de sus compañeras a pocos pasos de distancia. Claro que se sentiría mejor si sus amigas no estuvieran envueltas en niebla, pero al menos seguían allí, “Creo que vamos por buen camino.” Indicó.

“Muy bien.” Respondió Sailor Venus, “Sigue adelante, nosotras te seguimos.”

“De acuerdo.” Respondió Moon y reanudó la marcha. Detrás de ella, el resto de las Sailor Scouts se desvanecieron entre la niebla y en su lugar apareció el rostro de Beryl, quien observaba divertida cómo su plan funcionaba a la perfección.

Sailor Moon siguió avanzando, adentrándose más y más en el túnel que parecía no tener fin. Luego de lo que le parecieron horas, entró a una amplia habitación, “Chicas, creo que ya llegamos a lo más profundo de la cueva.” Advirtió, “Tendremos que buscar aquí.”

“Como digas.” Respondió la imagen de Mars a espaldas de Moon, “¿Por qué no buscas más al fondo?”

Moon lo pensó por un minuto, “Sí, está bien.” Respondió, y sin decir más, se dirigió a la otra esquina.

El espectral rostro de Beryl miró atentamente cómo Sailor Moon caminaba directamente al barranco que la reina muerta impedía que Moon pudiera ver por medio de una ilusión. No tardaría mucho en caer por el precipicio hacia una muerte horrible.

“No parece haber nada por aquí.” Comentó Moon luego de algunos pasos.

“Tal vez si buscas un poco más allá.” Aconsejó la imagen de Sailor Júpiter.

“Pero es que no se ve nada.” Se quejó Moon.

“Eso es porque no has buscado en el otro extremo.” Sugirió la imagen de Sailor Mercury.

“De acuerdo, iré hasta allá, pero no creo que encuentre nada interesante.” Dijo Moon algo desanimada.

Sailor Moon volvió a avanzar y esta vez no se detuvo. Sólo faltaban ya pocos pasos para que cayera en el abismo. La joven princesa no podía ver el peligro adelante, para ella sólo había un enorme cuarto vacío en donde no tenía caso buscar. Mientras, el rostro de Beryl sonreía, sólo un poco más...

“Creo que hay algo por aquí.” Comentó Moon, “Hay una grieta en el suelo y...¡¡¡AAAAAAAAAAHHH!”

“¡Sí!” Gritó el fantasma de Beryl al observar cómo Sailor Moon se hundía en el suelo. Su venganza estaba terminada, ¡ya nada podría salvar a la Princesa de la Luna!

“Venus Love Chain Whip!”

“¡Imposible!” Exclamó la reina muerta mientras una cadena dorada atravesaba su incorpórea imagen para luego hundirse en el abismo. Detrás de la cadena estaba Sailor Venus, acompañada por el resto de las Scouts.

“¡La tengo!” Gritó una feliz Sailor Venus cuando la cadena se tensó, “Júpiter, ¡ayúdame a subir a Moon!”

“¡En el acto!” Respondió Júpiter, obedeciendo de inmediato la orden de Venus.

“¿Te lastimaste?” Preguntó Mars, que junto a Mercury, se había apresurado a mirar por la orilla del barranco. Afortunadamente, Moon sólo había caído dos o tres metros antes de que la cadena de Venus la alcanzara por la cintura, “No te muevas mucho, Júpiter y Venus están tratando de subirte.”

“Está bien.” Respondió Moon, que había comenzado a escalar para así subir más pronto “¿Qué me pasó?”

“El fantasma de Beryl te engañó.” Explicó Mercury, “Fue una suerte que te encontráramos a tiempo.”

“¿Beryl?” Preguntó Moon mientras tomaba la mano de Mars para apoyarse y subir, “¿Cómo es posible?”

“¡Es posible por que el odio puede trascender a la muerte!” Exclamó el espíritu de Beryl al tiempo que aparecía flotando sobre el abismo por el que Moon casi cae hacia su muerte, “Es una lástima que no murieras en el pozo, pero no importa, ¡porque nunca saldrán vivas de aquí!”

“No hagas amenazas que no puedes cumplir.” Respondió Mars, “Eres sólo un espíritu errante, ¡no puedes poseernos ni tampoco lastimarnos!”

“¿Eso piensas?” El espectro de Beryl creció hasta el techo y su pálido rostro se transformó en una máscara de odio y maldad, “Están muy equivocadas, ¡todas morirán aquí!” La reina muerta levantó ambos brazos y la caverna comenzó a temblar, la única salida del cuarto fue bloqueada por pesadas piedras y el techo crujía. Las chicas regresaron a la entrada y Venus y Júpiter trataron de abrirla de nuevo, pero fue inútil y sólo lograron hacer reír burlonamente a Beryl.

“¡Esto no está nada bien!” Dijo Sailor Júpiter mientras le daba un último golpe a las piedras que cubrían la salida, “Si alguna de ustedes tiene una idea de cómo parar a Beryl, ¡será mejor que la diga ya!”

La reina Beryl estaba segura de que no habría manera de que las Sailors lograran escapar, “¿Porqué no se rinden? Estoy dispuesta a permitir que sus espíritus me sirvan eternamente.”

“¡Cállate!” Gritó Sailor Venus, aún muy molesta con Beryl luego de lo que le había hecho sufrir con aquella ilusión, “¡Servirte en la otra vida sería peor que estar en el infierno!”

“¡Lo harán de todos modos!” Exclamó Beryl, haciendo que la cueva entera comenzara a temblar.

Sailor Moon frunció el ceño y dio un paso adelante. No había otra opción, tendría que enfrentar a Beryl. “Ya te vencimos una vez.” Dijo con un tono serio, “¡No quiero tener que destruir tu alma, aún tú mereces la oportunidad de descansar en paz! Déjanos encontrar la llave de plata y nos marcharemos.”

“¿Así que al fin has venido por esa reliquia?” Preguntó Beryl, “Si la buscas, está en esta habitación. Es una lástima que vayas a morir antes de reclamar esa herencia que la reina Serenidad te dejó aquí.”

“Evil Spirit Begone!” Gritó Mars, quien había aprovechado que Beryl estaba distraída para poder exorcizarla. Las llamas del ataque de Mars se transformaron en un aro brillante que se cerró firmemente sobre la reina muerta, dejándola inmóvil.

“¡EeeaHHRRRGHH!” Beryl rugía como un animal rabioso mientras trataba de liberarse del poder de Sailor Mars, “¡Malditas niñas, las mataré a todas y luego me comeré sus almas!”

“¡Sailor Moon, haz algo!” Se quejó Mars, “¡Su espíritu es muy poderoso, no puedo exorcizarla yo sola!”

“No tendrás que hacerlo.” Contestó Moon, apoyando sus manos sobre las de Mars, “Yo te ayudaré.”

La fuerza del ‘Evil Spirit Begone’ de Mars se incrementó dramáticamente al recibir el poder de Sailor Moon y Beryl lo resintió bastante. Sin embargo, el fantasma de la reina muerta aún no se marchaba al otro mundo.

“¡No es suficiente!” Exclamó Sailor Mars, “¡La voluntad de Beryl es muy fuerte!”

“¡Yo también ayudaré!” Dijo Sailor Venus, uniendo sus manos a las de Mars y Moon.

“¡Igual yo!” Agregó Júpiter, colocando sus manos sobre las de sus compañeras.

“¡Y yo también lo haré!.” Dijo Mercury siguiendo el ejemplo de sus compañeras.

“Gracias amigas, ¡lo haremos juntas!” Exclamó Moon, “Denle su poder a Mars, ¡Ahora!”

“¡Deténganse!” Gritó Beryl, sus fuerzas se habían debilitado y sentía que un vacío comenzaba a absorberla, dentro de poco ya no podía resistirlo, “¡Les daré la llave de plata pero paren ya, por favor!”

“¡No la escuchen!” Ordenó Mars al notar que las manos de las demás comenzaban a dudar, “¡Ya casi logramos enviarla al otro mundo! ¡Esto es lo mejor para Beryl, sólo así lograremos que su espíritu descanse y que ya no sufra y alimente su odio mientras pena por aquí! ¡Esto es un acto de piedad, recuérdenlo!”

“Sí, tienes razón.” Aceptó Moon, quien cerrando los ojos, permitió que todo el poder del Cristal de Plata se uniera al de Mars, y al hacerlo, el aro de energía que rodeaba a Beryl resplandeció como un sol.

“¡Nooooooo!” El grito de Beryl fue terrible y con un último destello, su alma se desvaneció y fue enviada al otro mundo. Finalmente, luego de tantos años, la reina Beryl había conseguido pasar al más allá.

“¿Ya terminó todo?” Preguntó Sailor Venus cuando, luego del destello, no pudo ver a Beryl por ningún lado.

Mars se limpió la frente bañada en sudor, “Sí, Beryl ya no volverá a este mundo. Fue un exorcismo muy difícil, pero esto fue mucho más misericordioso para ella que si hubiéramos destruido su espíritu en un combate. Ojalá y Dios le permita encontrar el descanso eterno.”

“Tendremos que salir con la teletransportación.” Anunció Mercury, “Sería muy arriesgado hacer otra cosa, la cueva está a punto de derrumbarse.”

“¡Pero todavía tenemos que encontrar la llave de plata!” Exclamó Moon, “Beryl dijo que estaba aquí.”

“¿Por qué no usas tu cetro?” Sugirió Júpiter, “Mercury lo arregló para que detectara la llave, ¿no es cierto?”

“Es verdad.” Recordó Moon convocando a su cetro lunar. El bastón comenzó a sonar de inmediato, guiando a Moon hacia una pared, “Parece que Beryl no mintió después de todo.”

Sailor Moon y las demás examinaron el lugar que el bastón indicaba y descubrieron que tras de una gruesa capa de hielo se podía ver una pequeña caja negra.

Sailor Mars estaba por ofrecerse a derretir el hielo pero se detuvo cuando el cetro lunar comenzó a reaccionar de manera extraña, “¿Qué sucede?” Preguntó.

“No lo sé.” Respondió Moon, “Pero creo que sé lo que debo hacer.” Sin agregar más, Sailor Moon tocó la pared con su cetro. El hielo se vaporizó de inmediato y la caja se abrió al quedar libre de su prisión.

Algo dentro de la caja brilló con destellos plateados y las Sailor Scouts se acercaron para ver el contenido. Con una mano temblorosa, Moon tomó lo que había dentro de la cajita. Al fin, la única pista que tenía sobre su padre, el rey del Milenio de Plata, era suya. Moon levantó su mano derecha para mostrarle a sus compañeras el pequeño sello de plata que colgaba de una cadena dorada. El sello era un hermoso relieve en la forma de una columna rodeada por seis marcas circulares.

“¡La tenemos muchachas!” Exclamó Moon sonriendo, “¡La llave de plata por fin es nuestra!”

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La historia continuará en el capítulo quince.

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